Un amor así T3

Cap 12: Jessica Robayo

La vida de Mariana parecía flotar en una nube. Aunque el mundo exterior seguía su curso, ella y Cristian habían creado un pequeño universo propio, donde cada secreto compartido y cada mirada furtiva fortalecía su vínculo. Pero como suele ocurrir en toda historia intensa… llega el conflicto.

Fue en una tarde de domingo cuando Mariana la vio por primera vez. Jessica Robayo. Abogada. Tenía un andar seguro que cortaba la calle como cuchilla. Llegó a la casa de Cristian sin previo aviso, con un maletín en mano y una actitud que rozaba lo teatral.

—¿Así que tú eres la famosa Mariana? —dijo Jessica, sin siquiera saludar, escaneándola de pies a cabeza con una mirada calculadora—. Nosotras tenemos mucho de qué hablar.

Cristian llegó justo a tiempo para calmar el ambiente. Abrazó a Mariana como si necesitara protegerla.

—Jessica… no empieces.

—Cristian, sabes que esto es ilegal. Tienes 20, ella 15. La diferencia no es solo numérica, es legal. Moral. Social. Y si no haces algo al respecto, yo lo haré —soltó Jessica como una bomba.

Jessica no era solo una abogada. Era prima lejana de la madre adoptiva de Cristian y se creía con autoridad moral y legal sobre su vida. Según decía, estaba actuando por el "bien" de él y la "protección" de Mariana. Pero su actitud era demasiado personal, demasiado posesiva… como si sus intenciones escondieran algo más oscuro.

Desde ese día, Jessica comenzó una campaña constante de vigilancia, reportes, insinuaciones legales y amenazas. Iba a la escuela de Mariana. Llamaba a Cristian a cualquier hora. Llegaba a la casa con supuestos "avisos judiciales" que en realidad no eran más que documentos sin sustento legal.

—¡Esa mujer está loca! —exclamó Mariana un día, llorando en su habitación—. No entiende que nos amamos… no entiende nada.

Cristian, cansado pero firme, la abrazó.

—No vamos a rendirnos. Nadie tiene derecho a interferir con nuestro amor mientras no le hacemos daño a nadie.

Pero Jessica no se detenía. De hecho, parecía disfrutar cada momento de caos. Hablaba de "proteger menores" pero había algo en su mirada… una obsesión. Una furia. Algo irracional.

Un día, Mariana decidió enfrentarla. Se apareció en el bufete de Jessica con la frente en alto.

—¿Por qué me odias tanto? ¿Qué te hice?

Jessica sonrió con frialdad.

—No es odio, niña. Es orden. Si dejo que ustedes sigan, le abro la puerta a todo lo que está mal. Lo tuyo y lo de Cristian… no va a durar. Y yo me aseguraré de eso.

—Pero, es que eso no es cierto, es una decisión entre nosotros que ya tomamos, y nos amamos mutuamente.

Jessica sonrió de lado.

—Eso no importa. No mientras tengas quince años. Yo tengo todo el poder para convencer a cualquiera juez que lo que ustedes están haciendo es ilegal, en cambio tú, solamente tienes tu ternura y drama, ve a tu casa a jugar con tus muñecas más bien.

Y en ese momento, Mariana supo que Jessica no era solo una abogada amargada. Era su nueva enemiga. Y no iba a detenerse.

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