Cap 4: David

📍 Año: 2230
🎥 Ambientación: Bogotá – Tarde gris, oficina de David

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Narrador:

David siempre fue el hijo callado.
No por cobarde, sino porque aprendió que el silencio puede ser más fuerte que mil gritos.
Pero había llegado el momento de hablar.
De actuar.

Estaba en su oficina revisando informes cuando el mensaje de voz de Isabella le golpeó como un puñal:

> “David... no quiero que vengas. Solo escúchame. Hoy sentí miedo de mí misma. Pensé que estaba loca. Pensé que estaba exagerando. Pero creo que… creo que ya no me reconozco.”

David dejó el datapad. Su corazón latía fuerte.
Se quedó mirando la ventana y susurró:

—¿Qué harían Julián y Mateo?

La respuesta no vino del cielo. Vino de su decisión.
Ellos no se quedarían de brazos cruzados.
Ni él.

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[Escena 2 – Café con Mariana]

David se encontró con Mariana, su abuela, en un pequeño café del centro. Ella lo notó diferente: no tenía el brillo burlón de siempre. Tenía fuego en los ojos.

—Dime lo que pasa, David —le pidió ella.

Él lo dijo todo. Sin filtros. Sin suavizar.
Le contó de Emmanuel, del silencio de Isabella, del dolor de Valentina y Nicolás.

Mariana lo escuchó en silencio.
Y luego, le sostuvo la mirada.

—¿Sabes qué me decía Cristian cuando algo nos dolía?
—¿Qué?

—“Si no lo haces por ti, hazlo por el amor que te formó.”
Y tú, David… fuiste formado por amor.

David bajó la mirada, tragando ese nudo que se parecía tanto a las lágrimas.

—Entonces no voy a dejar que mi hermana se apague, abuela. Lo juro.

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[Escena 3 – Confrontación en casa de Isabella]

Esa noche, David fue a casa de su hermana.
Emmanuel estaba allí, bebiendo en la sala como si nada pasara.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Emmanuel, sin molestarse en fingir cortesía.

David lo miró sin miedo.
—Vine a ver a mi hermana. ¿O eso también está prohibido?

—No te metas donde no te llaman.

David avanzó un paso.

—El problema es que tú llevas demasiado tiempo metiéndote donde nadie te necesita.

Isabella apareció detrás, temblando.

—David… no, por favor…

Pero David levantó la mano con calma.

—No vine a armar escándalo. Solo vine a decirte algo, Emmanuel.
Si vuelves a levantarle la voz… si sigues haciendo lo que haces…
Voy a denunciarte.
Voy a exponerlo todo.

Emmanuel se burló.

—¿Y quién te va a creer?

David sacó su datapad. Presionó play. Una grabación. La voz de Isabella. Llanto. Frases rotas. Sufrimiento puro.

Silencio.

—Ya no estamos en silencio, Emmanuel.
Y no estamos solos.

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[Escena final – Noche en casa de Mariana]

David volvió con Mariana esa noche. Se abrazaron. No hablaron mucho.

Antes de dormir, Mariana miró una vieja foto de Julián y Mateo, enmarcada junto a una flor seca.

Y susurró al viento:

—Gracias por enseñarnos a amar con valentía.

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