Un Amor Así T4

Cap 19: “Lo que callaron nuestras madres”

La noche en la casa de María Paz y Luisa no era una noche cualquiera. Había algo en el ambiente, un silencio denso que se sentía como la antesala de una tormenta. Isabella, sentada en el sofá con su hija mayor dormida sobre su regazo, observaba a su madre María Paz, que había estado especialmente pensativa desde la visita de Julián Esteban. David, por su parte, sentía que las piezas de su vida no terminaban de encajar. Algo no estaba dicho. Algo que dolía y estaba enterrado en el tiempo.

—¿Mamá? —preguntó Isabella de repente—. ¿Por qué nunca hablas de tu infancia?

María Paz miró a Luisa. La tensión entre ellas se podía cortar con un cuchillo.

Luisa tomó aire. —Ya es momento —dijo, como si se liberara de años de carga.

María Paz asintió, mirando a sus hijos con ojos sinceros. —Mi infancia… fue diferente. Mi madre, Mariana, nos crió con mucho amor, pero también bajo mucha presión social. Éramos la primera generación descendiente de una historia que muchos no comprendían.

David frunció el ceño. —¿Qué historia?

—La historia de Julián y Mateo —respondió Luisa—. Ellos fueron los que abrieron el camino, los que enfrentaron los prejuicios para que nosotros pudiéramos amar libremente. Pero no fue fácil para nadie.

María Paz se levantó. Fue al cuarto y trajo una vieja caja de madera. Dentro había fotos de Mariana con Cristian, cartas escritas a mano, un mechón de cabello, y un pañuelo bordado con las iniciales "J & M". Todo el legado emocional de su historia familiar.

—Este pañuelo… lo bordó Mateo para Julián —dijo María Paz con una voz quebrada—. Mariana lo encontró y lo guardó como símbolo de que el amor no tiene época ni límites. Pero también… hay secretos que ella nunca dijo en voz alta.

Isabella sintió un escalofrío. —¿Qué secretos?

Luisa intervino: —El padre de Mariana, nunca lo conoció… pero no era el hombre que todos creían. Su historia de amor fue tan complicada como la nuestra. Ella luchó para mantenernos unidos, pero sufrió mucho. Y no quería que sus hijos heredaran ese dolor.

David se puso de pie. —Entonces… ¿tú y mamá también tuvieron que ocultar su amor?

María Paz asintió, con lágrimas en los ojos. —Durante años. Mi embarazo de ti e Isabella fue planeado con ayuda de un donante anónimo. Pero la familia… no aceptaba tan fácil que dos mujeres criaran una familia. Sufrimos rechazos, miradas, amenazas… Pero luchamos. Como lo hicieron Julián y Mateo. Como lo hicieron mis padres Mariana Y Cristian, por qué sus edades eran diferentes.

Isabella, conmovida, se levantó y abrazó a sus madres. —Gracias por no rendirse. Gracias por amarse.

David, con los ojos vidriosos, tomó una decisión: —Entonces… no importa lo que pase con nuestra familia o con el mundo. Yo también voy a luchar por lo que amo. Por ustedes. Por el legado que dejaron.

En ese momento, Nicolás y Valentina, que habían escuchado desde las escaleras, se unieron al abrazo familiar. A su corta edad ya sabían que venían de una historia poderosa, valiente y real.

La casa no volvió a ser la misma desde esa noche. Porque cuando se revela la verdad, cuando el pasado deja de ser un fantasma y se convierte en orgullo, el amor crece con raíces más profundas.

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