Un amor cliché

Capullo, santurron y...

Olivia 

Todos nos quedamos como piedra ante la declaración de mi mamá, en especial papá, creo que la noticia de ser padre de nuevo le hubiera caído mejor que la visita de sus suegros.

Como ya he mencionado mi papá es originario de Aragón y mi mamá de Castilla y León, ellos se conocieron en Madrid mientras estudiaban, en fin, la cosa es que a mis abuelos maternos jamás les ha caído bien mi padre.

Quizá porque no es un "rico de apellido impronunciable" o porque al casarse con papá, mamá ya no regreso a Salamanca, no lo sé.

Por esta misma razón, las visitas de mis abuelos siempre han sido insoportables, se la pasan criticando todo: la casa, la forma de criarnos, nuestra vestimenta, las libertades que nos dan, etc.

Mamá acaba hecha una piltrafa después de sus visitas.

—¿Van a venir? —gimió Cristobal a mi derecha.

—¡Cristobal! —le reprendió papá, aunque él no se veía más contento que mi hermano.

—¿Y si les decimos que la casa se quemó? —sugirió Diego, quien estaba al frente de mi— digo con Pilar y Cris, dudo mucho que no lo crean.

—¡¿Qué fue lo que dijiste engendro?! —gritaron los aludidos.

—¡Silencio! —de nuevo papá puso orden, ya que mamá todavía estaba un poco ida— Nadie hará nada y Diego discúlpate con tus hermanos, Isa ¿Te han dicho a que vienen?

Ella dio un respingo.

—Es por...el cumpleaños de Andrés —susurró.

Todos estallamos indignados.

—¡Pues que lo aguanten en su casa! —gritamos todos, menos mamá y papá.

—A ver chicos —comienza de nuevo nuestro progenitor— ustedes saben que en la casa de su tía Monica no hay suficiente espacio y aquí tenemos un cuarto de invitados.

Y es que yo no entiendo porque no quieren a mi papá: soporta sus groserías, nos controla con las travesuras, mantiene tranquila a mamá y con el ánimo arriba ¡es un buen hombre!

Quizá eso es lo que más nos molesta de todo esto, que adoramos a nuestro padre y no nos gusta como lo tratan.

—Se les hará tarde, Liv y Alejandro, no se preocupen por los chicos, yo los llevo a la escuela —interrumpe mis pensamientos.

Recojo lo que queda de mi desayuno, una parte la tiro y otra se la doy a Cerberos, el perro de la familia.

Si, también tenemos un perro.

Me despido de todos y salgo rumbo a mi bebé, un deportivo BMW color rojo, el cual fue mi regalo de graduación del bachillerato, gracias a mis buenas notas.

Iba a subirme cuando Alejandro me hablo.

—¡Oye! ¿Iras a la fiesta de esta noche?

—¿La de los pijos insoportables? Pasó.

—¿A donde iras entonces?

Le guiñe un ojo sin responder, él ya sabía perfectamente a donde iría.

—Está bien, te dejaré la moto en la cochera —se subió a su propio vehículo para irse.

Esta noche sería muy interesante.

(...)

La universidad politécnica de Madrid no estaba muy lejos de casa, lo difícil era parar un bendito camión que me llevara para allá.

Menos mal que tenía en que moverme sino...

¡En fin! Llegue hasta donde estaba el edificio de diseño industrial, estacione mi coche y comencé a bajar mis cosas.

Y ya se que ustedes se están preguntando sobre el paradero de Alejandro, pues déjenme decirles que él no estudia en la misma universidad que yo.

Mi dulce gemelo se decantó por el área administrativa y económica, yo en cambio adoraba estar desarmando cosas y dibujando así que me fui al área industrial.

Eso demuestra que no todos los mellizos tenemos gustos parecidos, ya ven a Diego y Cristobal, que lo único parecido que tienen es el apellido.

Continué mi camino con los materiales para mi clase de dibujo técnico, cuando de manera inesperada termine en el suelo ¡alguien me había chocado!

O bueno yo lo había chocado él ¡aunque de todos modos la única afectada era yo!

No me digne a verlo, seguro era un alumno de primer año perdido, de esos que hasta se leen el maldito manual institucional antes de entrar.

—Permíteme ayudarte —tenía la voz algo ronca, así que eso descartaba que fuera un chico de nuevo ingreso, tuve el tino de voltear y...Dios bendito ¡Estaba guapísimo!

Para empezar, no se si era porque estaba en suelo, pero me pareció muy alto, cabello castaño claro, unos amables y determinados ojos azules ¡y la sonrisa!

Iba a seguir repasándolo con la mirada, cuando vi su mirada fija en mi...ups.

—Lo siento —me disculpe, aunque no por el golpe sino por haberlo estado examinando sin reparo alguno.

—Supongo que la repasada que me diste nos deja a mano —abrí la boca con incredulidad ¿quién se creía esté pelado?

—¡Ni que estuvieras tan bueno! —termine de juntar mis cosas y me fui.

(...)

—Atención alumnos, hoy tenemos un nuevo compañero con nosotros.



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Editado: 12.10.2018

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