Olivia
Mi plan para vengarme de Leonardo no dio resultado gracias a Cristobal, aunque seguro en su mente ronda la pregunta sobre si follamos o no, así que me puedo dar por satisfecha si piensa que en efecto tuvimos relaciones.
Hubiera podido también decir que era mi amigo con derechos, pero eso significaba ponerme en aprietos a mi, así que la idea quedó descartada.
—Y dinos Leo ¿Tu y Liv son compañeros de clases?
—Así es señora, yo me acabo de mudar con mi familia desde Barcelona —sonrió el muy perro.
—¡Facinante! ¿Y como conociste a Cris?
Esa pregunta nos puso alerta a mis hermanos y a mi, si Leonardo contestaba con la verdad, Cristobal se las vería negras.
—Fue circunstancial, verá mi hermana menor está quedado con un amigo de su hijo y cuando fui a cerciorarme la clase de persona que era, conocí a Cristobal.
No sé si se le daba bien mentir o era verdad, pero funcionó y mamá dejó de hacer preguntas.
—Bueno —nos habló papá— Es un placer conocerte Leo, pero el deber me llama así que me daré un baño para después irme al hospital de nuevo.
—¡Cierto! Yo también debo de irme al trabajo —dijo mamá un poco afligida— Pórtense bien niños, los veo por la tarde.
Una vez que se perdieron de vista, suspire de alivio y me dirigí al intruso.
—Tuviste suerte, yo quería hacerte pagar lo que me hiciste ayer —acusé.
Su expresión horrorizada me dio a entender que creía que me había violado o algo así, cielos este chico es muy ingenuo.
No pude evitar soltar una risa.
—Ya, tranquilo que no has matado a nadie, solo te has bebido hasta el agua del florero y por eso te he tenido que traer a casa.
—¿Quieres decir que no nos hemos acostado?
—Te repetiré lo que te dije ayer: el día que los osos de felpa caminen.
—Eres una...
—Si, lo se, soy un ángel.
—Un ángel caído del infierno querrás decir, por cierto tengo una duda.
—¿Qué?
—¿Quién eres tú en realidad? ¿La gilipollas a la que no le importa nada? ¿O la jovencita que acabó de ver que no rompe ni un plato con sus padres presentes?
—Jodete.
¿Quién se creía este tipo para juzgarme?
—Soy ambas —me acerco a él— ¿Y quien eres tú? ¿El borracho que intento seducirme ayer? ¿O el hombre que quiere quedar bien con mis padres?
—Ambas.
Con que esas tenemos ¿Eh?
—¡Acompáñame! —le digo mientras tomo su mano.
—¿A donde?
—Pues al fin del mundo, guapo —le guiño el ojo y me rio mentalmente al ver su expresión confundida.
En este momento decido en que voy a dejar de molestarlo y me dejare llevar por la corriente, a ver a donde me lleva.
—Estas loca —me dice negando, pero acepta mi mano, su tacto es suave y cálido, de nuevo siento un revoloteo en mi estomago y ganas de besarlo.
—¿Y quien dice que la locura es mala? —sonrió, mis hermanos ya se habían desaparecido, cosa que agradecía, tomé dos cascos y le tendí uno.
—¿Iremos en moto?
—Así es.
—Creí que tú tenías tu coche.
—La moto la tomare prestada, es mi padre.
Vi su cara de incredulidad, su forma de sorprenderse es muy tierna.
(...)
Me gusta la libertad que me otorga manejar una moto, la velocidad, el viento despeinándome mi cabello y la sensación de estar volando es lo mejor para mi.
Pero ahora hay algo diferente, algo que me hace conectar a tierra, esas manos que rodean mis caderas ¿Podrá ser Leonardo lo que realmente siempre he estado buscando? Podría ser que si, podría ser que no, la verdad estoy asustada de descubrirlo.
Llegamos hasta la playa, mi lugar favorito para pensar.
—Llegamos ¿a que es preciosa? —sonrió, es la primera vez que le muestro mi lugar favorito a alguien.
—Es relajante ¿Cómo la has encontrado?
—Mis padres nos traían aquí de niños ya que les molestaba un poco el bullicio de playas más concurridas, hace mucho que no venimos juntos, pero este siempre ha sido mi lugar favorito para desconectar del mundo entero.
—Entonces... ¿por qué has decidido mostrármelo a mi?
—Eso mi querido amigo tendrás que descubrirlo.
Comienzo a correr y veo como él me sigue.
—¡Espera!
—¡Alcánzame si puedes mister capullo!
—¡Ya veras pixie!
Seguimos jugando a perseguirnos un rato hasta que el logra alcanzarme y tumbarme, quedando Leo arriba de mi.
—¿Planeas aprovecharte de mi? —siento su respiración muy cerca de la mía.
—Solo si tú quieres...
Oh amigo, no debiste decir eso.
Me lanzo hacia sus labios para besarle y siento como él me corresponde de inmediato, rodamos hasta que yo quedo encima de Leo, seguimos nuestra lucha de besos hasta que nos quedamos sin aire.