Leonardo
Olivia y yo estuvimos un rato más en la tranquilidad del parque, como era entre semana estaba todo muy tranquilo.
—Me gusta este lugar —admito sonriente mientras abrazo a mi chica.
—Siempre y cuando no sea en fin de semana —bromeó— Esos días no puedes ni caminar de tanto niño.
—¿Has pensando en tener hijos? —No se ni porque pregunte, pero ya estaba hecho.
Ella hizo una mueca que me hizo reír.
—No lo sé, los niños y yo...no somos muy compatibles ¡no te rías! Siento que los críos me odian.
—No exageres —niego con la cabeza.
—¡No exagero!
Comienzo a hacerle cosquillas para dejar el tema ahí y no crear fricciones entre ambos.
—¡Leo! —ríe mientras se retuerce como gusano— ¡Ya déjame!
Adoro a está chica, cuando creo que no hay más facetas que puedan gustarme de ella...la pixie siempre me sorprende.
—Tienes una risa encantadora.
—Mentiroso...me rio como una foca epiléptica.
—Una foca epiléptica muy linda —bromeó.
Seguimos con bromas y juegos casi toda la tarde, hasta que me acorde que tenia que irme a casa para no dejar a Valeria sola o con la loca de Samantha.
—Liv ya me tengo que ir.
—Yo también, a saber si mis hermanos no han quemado la casa.
—¡Vamos! No hablaras enserio ¿o si?
—La última vez que dejamos a Cristobal y a Pilar solos unas cortinas fueron el precio.
Ok...sus hermanos si son de cuidado.
—¿Quieres que te lleve? Traigo mi moto —Vi su cara ilusionada, pero después al parecer se acordó de algo ya que negó con pesar.
—Traigo mi coche, gracias de todos modos —sonrió.
—Cuando quieras preciosa —me acerco para darle un beso, pero una voz estridente nos interrumpe.
—¡Leo! ¡Leoncito! —¿Es enserio?
—¿Leoncito? —Olivia me ve incrédula, Sam y Valeria llegan a nuestro lado.
—Se pierden chicos, menos mal que Ale nos dijo de este lugar ¡es tan bonito! ¿A que si Vale? —mi hermana sonrió de forma forzada mientras asentía.
A saber que le hizo al hermano de Liv para dar con nosotros.
—Ya nos íbamos —Mencionó Olivia.
—¡Pero si la tarde apenas comienza ¿Sabes? Debería tenerte rencor por lo que me hiciste, pero no soy así, así que...¡Vamos a divertirnos! —su tono chillón me da dolor de cabeza, aparte se le nota la mentira desde lejos ¿que habrá planeado esa mente retorcida?
—No, muchas gracias —veo a mi chica intentar ser cordial, algo que realmente le admiro, ya que es capaz de aventarla al rio si me descuido, aunque eso sería muy gracioso— ¿Sabes? Mejor si, vamos a las barcas.
Creo que le acabo de dar una idea a Liv ¿tendrá telepatía?
Veo a Valeria dudosa, pero termino jalándola, si Oliva hará algo quiero verlo en vivo y en directo.
—¿Vamos a remar? —pregunta Valeria.
—Tranquila, podemos ir de a dos, tú con Leo y yo con nuestra flamante amiga ¿o prefieren ir todos juntos en una barca grande.
—Mejor de a dos —creo que mi hermana comienza a comprender el plan de Olivia.
—Pero...—comienza a decir Samantha.
—¿Me vas a desairar? —pregunta la pixie con falso tono decepcionado.
—Eh...no, vale vamos a las barcas.
Samantha siempre ha sido muy manipuladora, pero parece que nunca se ha encontrado con Olivia Navarro, hasta siento pena por ella...solo un poco.
Pagamos los 6 euros correspondientes por cada uno y subimos a las barcas, hasta ahora todo va bien.
Me hubiera gustado hacer este paseo más romántico con Liv, pero bueno, es lo qué hay. Tomo los remos y mi chica hace lo mismo desde su barca.
—¡Que se note tu lado caballero! —le grite, amo picarla.
—¡Siempre!
El paseo comienza tranquilo, damos una vuelta y Olivia nos guía hacia el centro del lago.
Veo como comienza a mecerse primero de forma disimulada y después ya sin disimulo alguno.
—¡¿Qué haces?! —grita asustada Samantha.
—¡Un poco de diversión...Zorra!
Tras decir eso vuelca por completo la barca y ambas caen al lago, yo no puedo evitar reírme, esta chica es increíble.
(...)
Después del incidente, Samantha hizo un mega escándalo de que no sabía nadar, mientras Olivia la veía como si estuviera loca, porque el lago ni estaba tan profundo.
Yo digo que un poquito loca si está.
Ayude a mi novia a salir del agua y unos jóvenes trataron de ayudar a Samantha, pero fue imposible y salió peor.
—¿Estás bien? —El señor que cobraba me pasó una toalla y yo envolví a mi pixie en ella.
—Acabe toda mojada, pero valió la pena.
Le bese la cabeza.
—Mi loquita, te llevo a casa ¡Valeria!
—¿Qué pasó? —Ella también se rió un montón— ¿Estás bien cuñadita?