Olivia
Iba toda empapada, así que deje el coche como lo había dejado mi novio...que raro se escucha esa palabra ¡en fin! Lo que uno tiene que hacer para que las zorras roba novios entiendan.
Entró a mi casa y enciendo todas las luces, lo cual se me hace extraño, a esta hora mínimo alguno de mis hermanos ya debería estar en casa.
Enciendo la última luz y...
—¡Joder! ¡OLIVIA!
Me quedo pasmada, Alejandro, mi gemelo, mi compañero de aventuras...montándoselo de lo lindo en el sofá ¡con Sara! ¡Con mi mejor amiga Sara!
—¡Cúbranse por amor al cristo! —Les gritó mientras me volteo, aunque ni se porque, los avergonzados deberían ser ellos no yo.
—Liv... —comienza mi mellizo— No es lo que tú crees.
—Alejandro —creo que es la primera vez que digo su nombre completo, sin abreviaturas— No me jodas y salgas con que estudiaban anatomía o una pendejada como esa o te juro que armo un escándalo que hasta los vecinos vendrán ¿Y papá y mamá?
—En un evento, dijeron que volvían noche.
—¿Y los otros?
—Los eche.
—Mira tú, llámalos y no me importa lo que estén haciendo, los quiero en casa ¡ahora!
Nunca me he puesto en plan "hermana mayor insoportable", pero esto me sobrepasa ¿cuando planeaba contármelo Alejandro? ¿O Sara? Menuda amiga estaba hecha ¡Joder! Que ha roto el código que hicimos y yo preocupándome por Evelyn.
Sara no tiene ni cara para verme ¡faltaba más!
Mientras Alejandro contactaba a nuestros hermanos restantes me dejó sola con la traidora.
—¿Por qué? —fue mi única pregunta.
—Me enamoré Liv —susurró aún sin verme a los ojos— Se que te prometí...
—¡Rompiste el código! —explote— Lo único que les pedí y lo único que no pudiste cumplir ¡Mis hermanos estaban fuera del alcance de todas! ¿Te has liado con los demás? ¿Diego, Cristobal...?
—¡Claro que no Olivia! Escucha Ale y yo...
—¡Me importa un carajo! ¡Me han traicionado los dos! —gritó sin darle tiempo de decir más, por hoy ha sido más que suficiente, voy y me encierro a mi cuarto.
Mi hermano va a tocarme para que me disculpe, yo no salgo ni le contesto ¿para que? Estoy muy dolida como para decir algo, que no sean insultos claro.
(...)
Me levante muy temprano, tanto que no había ninguna señal de movimiento en mi casa, todos estaban dormidos todavía.
Menos Cerberos.
—Vamos muchacho, te sacaré a pasear —le hago señas para que me siga, no le pongo correa ya que lo entrenamos para que nos siga.
Espero que esta caminata me sirva para aclarar mis ideas.
(...)
Después de salir de casa, comencé a correr un poco con Cerberos a mi lado ¿por qué le hemos puesto ese nombre? Bueno pues...digamos que en mi familia nos gusta mucho la mitología griega y también los caballeros del zodiaco, bueno a mi y a Cristobal, los principales responsables de Cerberos.
Lo tenemos desde que es un cachorro y ahora tiene cuatro años casi, es el consentido de la familia.
Llegamos a un parque cerca de casa y comienzo a jugar con el.
—¿Liv?
—¿Dan? ¿Qué haces aquí? Tú vives a media hora de mi casa.
—Ehh...¡Me enteré de tu pelea con Sara!
Momento ¿quién le dijo?
—Y...¿Cómo fue que te enteraste?
—Sara fue llorando a mi casa —lo mire suspicazmente— Vale pues no, me dijo tu hermano Alejandro.
—¿Y eso te hizo venir a las seis de la mañana al parque?
—¡Hey! Estaba haciendo tiempo para ir a tu casa, tú eres quien me sorprendió al levantarse temprano.
—Los milagros ocurren ya ves —suspire y volví a ver a mi amigo.
—¿Tengo monos en la cara o que?
—No es eso, es solo que...
—Te remuerde la conciencia haber tratado a Sara como lo hiciste ¿no?
—Un poco ¡pero ella rompió el código!
—¡Al demonio con el código! Tu mellizo se enamoró y Sara también.
—¿Tú sabias?
¡Ahora solo falta que todos mis amigos sepan y sería el colmo!
—Liv...
—¿Sabias?
—Si.
—Vete al demonio —llamó a Cerberos y me alejo corriendo.
Parece que todos me están viendo la cara.
(...)
Cuando llego a casa, todos están desayunando.
—¡Liv! ¿Te unes a nosotros? —preguntó mi padre con una sonrisa.
Yo hice una mueca.
—Pasó, tengo entrenamiento, solo comeré esta manzana y ya está.
Sentí la mirada de reprobación de mi mamá, pero no quiero estar con un grupo de traidores comiendo, porque estoy segura de que si Dan sabía, mis hermanos también.
—Bueno...—al parecer papá si sintió la incomodidad en el ambiente y no insistió— Nos vemos después, suerte en tu entrenamiento.