Un Amor De Chocolate

Ian Duncan

IAN

La última vez que ví a mí padre fue aquella tarde gris cuando su esposa, es decir mi madrastra, estuvo hablando con él en su despacho durante dos horas.

Tuve un mal presentimiento ya que ella no solo me odiaba sino que tenia una gran influencia sobre mi padre quien era fácilmente manipulable.

Desde que se hubo casado con ella comenzó mi infierno ya que por aquel entonces tenía diez años y nada entendía. Aún estaba dolido por la muerte de mi madre por tuberculosis. Sin embargo siete meses después de su muerte, mi padre apareció con esa mujer para que al mes y medio anuncien la boda.

Desde que se casó con esa bruja todo cambio para mí ya que ella me despreciaba y continuamente le hablaba en mí contra a mí padre. Al principio él se limitaba a ignorarla, luego se enojaba con ella por no aceptarme.

Pero con el correr de los años su perspectiva hacia mí fue cambiando volviéndose más distante y taciturno. Ya no reíamos ni conversabamos como antes y mi madrastra se notaba mucho más alegre.

Cuando ella quedó embarazada fue una fiesta y a mí me empezó a tratar como el sirviente. Luego del nacimiento de su hijo que por cierto vino enfermo mi padre directamente me miraba con odio ¿a qué se debía esto?

A que mi madrastra lo convenció que debido a mí culpa por provocarle malestares durante el embarazo, su hijo nació débil.

Así cuando cumplí los 15 años él personalmente me echó de casa alegando que no tenia suficiente dinero para mantener a cuatro personas.

Recuerdo esa tarde tan bien porque fue la peor de mi vida. Ver el odio y desprecio de qui3en había querido tanto y con quién fuí tan felíz simplemente me desgarró el alma.

Estaba en su despacho abrazando a su esposa cuando me lo dijo:
— Ian tú formas parte de un doloroso pasado en mi vida que por cierto debo olvidar para poder seguir viviendo. Asi que toma tus cosas y vete de mi casa.

— ¿Qué? — no daba crédito a lo que oía — Pero papá...
- No tengo suficiente dinero para mantenerte a tí y a mi nueva familia Ian.

Inmediatamente observé a mi madrastra quien me miraba triunfante. Cerré mis manos en forma de puños con ira mientras mis ojos se humedecian de la frustración.

— ¿Qué haré papá? ¿A dónde iré?
— ¿Ves querido? Te lo dije, Ian solo quiere tu dinero no a tí — dijo sonriendo la.bruja.
— Ese ya no es mi problema Ian. Vete ahora mismo.

No pude llevarme todas mis ropas ya que ella me lo prohibió. Esa tarde sujetándo una valija sali de donde me habia criado y hube crecido con gran pesar y preocupación.

Fuera hacia muchísimo frío. Pude ir a un albergue situado en una zona oscura y peligrosa.

Sentía muchísimo miedo y solo quería llorar pero sabía que nada lograría con ello por lo que empecé a buscar trabajo al día siguiente. Por supuesto que en el albergue me dijeron que solo podria quedarme por dos meses nada más.

Buscar trabajo era difícil al no saber hacer nada de nada. Durante un mes y medio estuve vagando por las calles sin poder encontrar ningun trabajo ni nada.

Mendigando por un pedazo de pan escapando de la policía que parecia haberse ensañado con personas como nosotros, los indigentes.

Fuí aprendiendo a sobrevivir a medias pero una noche de crudo invierno cuando regresaba al albergue me cercaron dos tipos.

Tenían muy mal aspecto y sinceramente tuve miedo. Nada pude hacer ya que me sujetaron y me arrastraron a un callejón oscuro.

Supe qué querian hacerme al sentir sus mugrosas manos bajo mis ropas y grité mientras luchaba defendiendome pero ellos eran muy fuertes. Cuando sentí que uno de ellos desabotonaba mi pantalón rugí de miedo moviendome como un animal enjaulado.

Pero en ese instante aquel que empezaba a meter su mugrosa mano bajo mi pantalón voló por los aires cayendo lejos de mí. El otro me soltó y salió corriendo.

Yo estaba temblando acurrucado sujetando mis piernas mientras lloraba.

Quién había acudido en mí ayuda se me acercó, y suavemente me fue hablando hasta que me calmé. No lograba ver su rostro debido a las sombras pero atiné a cerrar mi pantalón de nuevo sin dejar de temblar.

— ¿Tienes dónde ir muchacho? — me dijo y yo negué con la cabeza sin dejar de llorar. Él acarició mis dorados cabellos y yo sentí un ligero escalosfríos cerrando mis ojos — Ven conmigo muchacho — me dijo pero yo no me moví del lugar — No te preocupes no te haré daño.

Se colocó de pie y me extendió la mano esperando pacientemente mi reacción.

Sabiendo que no tenía opciones ni alternativas sujeté su mano y me ayudó a colocarme de pie. Luego me atrajo a la luz para verme mejor.

— No estás nada mal muchacho ¿cuántos años tienes?
— 18
— ¿Tienes familia? ¿Alguien que espera por ti? — yo negué con la cabeza -¿Cómo te llamas?
— Ian Duncan 
— ¿Quieres venir conmigo? Tengo un club nocturno por ésta zona llamado Infernal. Puedo ofrecerte trabajo y un lugar donde vivir ¿te interesa?

— De acuerdo — dije ya que no tenía nada. 
— Estupendo — recién él salió a la luz. Parecía tener aproximadamente 27 años, su roja cabellera resaltaba junto a su violacea mirada y su blanca piel. — Soy Nathan, así me llaman todos — Era bastante impactante debo reconocer, en especial esa mirada violeta intimidante.

Sonreía ampliamente y a mí solo me provocaba escalozfrios. Fuimos al albergue a retirar mis cosas y de ahi me condujo a su club nocturno que por cierto estaba sitiuado en el peor de los lugares de la ciudad.

El interior era oscuro y muy viejo maloliente y hasta repugnante en ciertos aspectos pero era lo que había y no podia ponerme en papel de exquisito. Tendría que dejar de lado mi orgullo si quería sobrevivir.

Fuí presentado a los demás que serían mis compañeros a partir de ese momento para luego ser conducido a la parte trasera del club donde estaban las habitaciones

Tras recorrer esos pasillos podia ver algunas puertas abiertas en cuyo interior había chicas y hombres desnudos envueltos en un humo cuyo hedor lograba marearme




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