IAN
Amaba tanto a Orfen que me dolía ver cómo Sara trataba de hacerlo quedar mal ante los ojos de la aristocracia. Si bien Orfen no mostraba interés alguno y aparentaba que no le molestaba, yo sabía que le dolía. Aún así no podían dejarlo de lado por tratarse de un Von Fisher, perteneciente a una de ñas más prestigiosas familias.
Éste era un apellido de muchisismo peso en la aristocracia, por tal razón no había rumor capaz de ralear a ningún integrante de esa familia.
No obstante, era el centro de todas las miradas, y en las escasas fiestas en las que aceptaba asistir llevandome a mi como Duncan, un apellido aristocrático también, tenía que soportar el acoso.
Pero lejos de lograr hacer ceder a Orfen, estaba consiguiendo todo lo contrario. Lo alejaba cada vez más. Pero el daño empezaba a ser intenso.
Por eso Orfen, una tarde, fue a hablar con los padres de Sara e insistió en que lo acompañe. Por aquel entonces me había animado a salir, siempre y cuando sea con él y sin que se alejase de mi lado un segundo.
Los padres de Sara nos recibieron, Orfen pidió expresamente hablar con el padre y en privado. Así que éste nos condujo a su despacho. Allí Orfen le expresó su disgusto por lo que su hija hizo, y estaba haciendo en nuestra contra.
Pero su padre no solo negó todo lo que Orfen le dijo, sino que encima nos insultó:
— No es culpa de mi hija que tú tengas los gustos retorcidos Von Fisher, y si todos saben eso en buena hora — exclamó despectivamente.
— Parece que no lo entendió señor — dijo tranquilamente Orfen — Soy un Von Fisher y a partir de éste momento me ocuparé de que usted y su familia, hija incluída, sean raleados de todos los sectores de la sociedad aristocrática, y bien sabe que a diferencia de ud, yo sí puedo lograr ralearlos. Después de todo mi familia es muy superior a la suya.
Aquellas palabras impactaron en nuestro interlocutor, ya que empalideció sobremanera, en verdad había dado en el clavo. Orfen no dejaría que Sara y su familia, sigan intentando ensuciar su nombre y el mío.
—Su hija está obsecinada conmigo. Usted podría hacer un buen matrimonio con ella.
— El mejor candidato para mi hija eres tú.
Aquello me dolió tanto que miré para otro lado, intentando discimular mi dolor. Orfen sujetó mi mano con fuerza y me besó, hecho que asombró al padre de Sara.
— Parece que tendré que acusar a Sara de prejuicios y acoso.
— Somos de la aris....
— De la aristocracia lo sé, pero resulta que yo soy un Von Fisher, y no solo haré saber que Sara está obsecionadamente loca por mí, sino que encima es una mentirosa ya que condena el amor libre y eso a la aristocracia no le gustará.
— Mi hija te ama Orfen
— Por eso me daña tanto ¿cierto?
— Solo quiere hacerte ver que podrías tener un buen futuro con ella
—Y usted la apoya porque quiere la fortuna de mi familia ¿verdad? Dejeme aclararle que perderá hasta lo que ahora posee.
Luego intentó levantarse pero el padre de Sara accedió a los pedidos de Orfen.
— De acuerdo hablaré con mi hija.
—No es suficiente. La denunciaré y la anularé socialmente.
—Pero...
—Tendrás que buscar la forma de hacerla casar con alguien que a pesar de todo la acepte. Ahora me iré.
Diciendo eso nos levantamos y nos fuimos ante la desesperada mirada del padre de Sara, quien intentaba hacer que Orfen cambie de opinión desesperadamente.
—Señor Von Fisher por favor....
—Amo a Ian Duncan, haré que todos lo entiendan y si su hija no quiere hacerlo pagará las consecuencias.
—¿Es una amenaza?
—No, una advertencia. Sara me molestó bastante, no aceptó mi negativa ni mi decisión sobre a quien amar. Lo de su hija no es amor, sino obseción y lo de usted es ambición. Ya quedó advertido.
Orfen me sujetó de la mano y nos fuimos, pero el padre de Sara le juraba a mi amado, que su hija no volveria a molestarlo más. Antes de que saliéramos de la mansión de los padres de Sara, Orfen dijo:
—Si su hija vuelve a molestarme a mí o a mi pareja, Ian Duncan, será usted quien pague las consecuencias.
— Claro, entiendo
Así nos fuimos a casa a descansar y relajarnos. Al llegar nos adentramos a nuestro dormitorio, donde nos amamos con intensa pasión. Empezaba a sentirme más seguro y eso me ayudaba a curar mis heridas psicológicas.
—Haría lo que sea por tí, Ian, te amo tanto que no permitiré que te alejen de mí
—Orfen — sentía que sus besos en mi cuello me encendían — También te amo....Orfen.... — Nos deslizamos a la cama para amarnos mejor.
Durante los siguientes días estuvimos amándonos en diversos lugares de la mansión, en verdad eran los mejores momentos de mi vida.
Una mañana llegó a nosotros una invitación a una fiesta. Nada fuera de lo común para la sociedad aristócrata a la que perteneciamos.
Orfen accedió a ir ya que respetaba a la familia que lo organizaba. Así que entrada la noche nos alistamos y nos dirigimos a la mansión de una las tantas familias aristócratas.
Era un lugar muy lujoso, esa familia era tan poderosa y de gran prestigio como los Von Fisher. Eran los Macallister. Eso explicaba el lujo y la estupenda vista de ese lugar.
Sara no había sido invitada gracias a la influencia de Orfen, cumplió con su advertencia y eso me hacía sentir muy bien.
Aquello me traía recuerdos de los días en que vivía con mis padres.
Pero algo enturviaba la fiesta y era la hija mayor de los anfitriones. Helen Macallister. Desde que me vió, su expresion se volvió sombría, ya que ella me miraba de la misma forma en que Sara miraba a Orfen.
Durante más de tres horas insistió en bailar conmigo, hablarme y hasta quiso besarme pero la rechacé.
No le causó ninguna gracia mi rechazo, y siguió acosandome. Orfen intervino, pero ella no pareció darle importancia.
No sé qué le pasaba a esa chica, pero no se veía nada normal. En un determinado momento, mi novio fue llamado por el padre de Helen y yo me quedé en la barra.