Un Amor De Chocolate

Naufragio

IAN

Cuando desperté me encontraba atado sobre una cama dentro de un camarote.

Mis manos estaban amarradas en mi espalda por sogas, mis tobillos también estaban atados con sogas. Dos de los cuatro hombres estaban allí dentro conmigo, al verme despertar uno de ellos me dijo:
— Tu padre nos pagó para llevarte con él al otro lado del océano muchacho.

—Mi hija....debo ir por mi hija. 
— El barco zarpó hace dos horas y media ya.
—¡Tengo una hija y solo me tiene a mi! Por favor.....dejenme ir por ella.
—Tenemos que llevarte junto a tu padre, deberás pedirle permiso a él

Diciéndome ésto salieron del camarote dejándome allí. Con desesperación intenté liberarme de las ataduras para poder salir de allí, infernal lugar. No pensaba rendirme, no lo hice antes con todo lo que me pasó, menos lo haría ahora sabiendo que tenía una hija.

Además estaba Orfen ¿por qué demonios me pasaba ésto? Me habían atado tan fuerte que no podía soltarme.

Cuando empezaba a desesperarme al punto de patear la pared mientras gritaba para hacerme oír por alguien, la puerta se abrió. Ví que era Orfen quien entraba.

—¿Orfen? ¡Orfen! ¿Qué haces aquí? 
— El mayordomo me dijo todo — él me hablaba mientras me desataba — Salí a buscarte y ví que te subían a éste barco desmayado. Compré un boleto para poder subir y seguí a quienes te secuestraron. Por eso supe en qué camarote estabas — él me había desatado ya y velozmente me incorporé — Pedí el duplicado de las llaves de éste camarote usando el nombre de mi hermano mayor Maximilian.

—¿Qué tiene que ver él?
— Sé que la compañía de éste barco le debe favores a mi hermano — lo abracé con fuerza ya que me sentía desesperado — Salgamos de aquí. Vamos a mi camarote

Salimos del lugar y corrimos al camarote de Orfen que se encontraba lejos del de mis secuestradores. Una vez a salvo dentro dí rienda suelta a mi angustia y empecé a llorar. Me sentía atrapado hija, mi hermosa niña, con cada segundo que pasaba me alejaban cada vez más de tí y lo único que anhelaba era correr hacia tus brazos mi pequeñita.

Encima saber que me odiabas no colaboraba conmigo, mas bien empeoraba las cosas. Alice te quiero hija, me desespero por correr a tu lado. Esa es la única realidad y verdad existente. Le conté los detalles a Orfen, quien me escuchó atentamente mientras me abrazaba con ternura.

Pero en un determinado momento sentimos una fuerte explosión, seguida de una gran sacudida en el barco. Ambos enmudecimos unos segundos, cuando reaccionamos salimos fuera para ver un gran caos, ya que las personas corrían y gritaban por doquier.

Fuimos a proa y vimos humo provenir del lugar de las calderas. Fue cuando sentimos una segunda explosión y las llamas se extendieron velozmente.

El pánico fue generalizado llevando a muchas personas a arrojarse al mar. Las balzas salvavidas iban cayendo al mar con gente en su interior.

El agua empezaba a entrar al barco que comenzaba a hundirse lenta pero irreversiblemente. El miedo me asaltó, ya que no quería morir, tenía que llegar a tí Alice. Por dios que no podía morir, no aún.

Orfen me sujetó y me llevó a un sector apartado del barco, y sujetando mis mejillas con sus manos nuestras miradas se cruzaron.

Ví la firmeza en su mirada y en su voz al hablarme:
— Mi amor, escuchame. Te juro que nos salvaremos.
— Alice....tengo que volver por mi hija, Orfen....por dios...no puedo morir aquí.

— Ian no morirás aquí 
—Tampoco podría vivir sin tí mi amor — Lo abracé sintiendo una intensa angustia — No podría seguir....
— Ninguno de nosotros morirá, viviremos y podrás recuperar a tu hija Alice. 
— ¿Me lo prometes Orfen?
— No solo te lo prometo, te lo juro mi vida.

Sus palabras me dieron las fuerzas necesarias para buscar la forma de sobrevivir. Sujetados de la mano corrimos en busca de una balza salvavidas. Pero la última que habia acababa de zarpar rumbo a la costa.

Era de noche y la electricidad se había cortado. Gran parte del barco ya estaba bajo las aguas. Orfen me dijo que debíamos saltar y nadar hacia las barcas más cercanas. Aspiramos aire juntándolo en nuestros pulmones, y saltamos al agua helada del océano.

Ví con mis propios ojos cómo  el barco se hundía finalmente en el océano. Orfen seguía sujetándo mi mano, pero mi cuerpo se sumergió. Las fuerzas me abandonaron y la oscuridad me envolvió.

ORFEN

- El nombre Ian Duncan murió aquella noche en ese naufragio - Luego de leer aquello, el emo cerró el diario - Listo. Su historia llegó a su fin.

Alice miró a Orfen sin entenderlo al principio, hasta que su mente fue asimilándolo y la angustia se adueñó de su persona.

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? 
— Me preguntaste ¿por qué no te estoy llevando junto a Ian Duncan? Ahora sabes la respuesta Alice, él está muerto. 
—Es broma ¿verdad?
— No Alice, no lo es. Ian Duncan ya no existe más.




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