Un Amor De Chocolate

Amor Eterno

LIAM

Habían pasado cuatro largos años desde que Orfen y yo nos pudimos casar. Pasamos tantas visicitudes que aún no lo puedo creer.

Pero al fin estamos casados y amandonos con locura. Encima tengo a mis dos hijos conmigo ¿qué más podría pedir?

Alice es una hermosa jovencita que me enorgullece a cada instante, es y siempre será mi pequeñita niña. Con ella es con quien más tiempo paso, además de Orfen por supuesto.

En cuanto a Anthony, él es un excelente jovencito. Es mi niño pero siento que muy a mi pesar me sigue ocultando cosas, partes de su vida pasada.

Luego de nuestra charla donde practicamente lo forzamos con Orfen a hablar, luego de oírlo llorar bajo la ducha, sé que está mejor. Pero no bien. Dista mucho todavía de estar bien.

La furia que siento por saber que él padeció el abuso a manos de esa loca que pusieron como su tutora me desespera.

Con Orfen fuimos al juzgado de menores para asegurarnos que en verdad esa desgraciada esté bien muerta.

Pero aunque así suceda los traumas psíquicos siguen lastimando a mi niño. Solo resta apoyarlo siempre hasta que pueda ir controlando sus propios demonios internos.

Él es muy independiente y debo vigilarlo más que a Alice, de lo contrario viviría su propia vida aislado de todos y de todo.

Me alegra tanto que tenga novio, aunque suele pasar en Recreación más tiempo de lo que me gustaría con él, siento que aquel lugar le hace bien.

Volviendo a mí, Orfen me propuso irnos de luna de miel por dos meses. Después de cuatro años que llevamos de casados, tenemos que tener nuestra luna de miel.

No pudimos antes debido a toda la burocracia que tuve para poder reconocer a Alice como hija legitima, colocándole el apellido Archer. Tarea nada sencilla al tratarse de uno de los tres apellidos más prestigiosos de la aristocracia.

Luego de eso iniciamos con Orfen un segundo trámite para colocarles a mis pequeños el segundo apellido. El de VOn Fisher.

Todo eso nos llevó mucho más tiempo que el que habíamos imaginado. Además necesitaba pasar tiempo con mi niña.

Conocerla y saber que estaba bien. Requería más tiempo para pasar junto a Anthony y contenerlo, así como él supo contenerme y ayudarme.

De echo era conciente de que jamás podría haber resistido pasar tantos días lejos de Orfen si no hubiese estado Anthony a mi lado.

Tanto física como mentalmente me encontraba débil, y los recuerdos oscuros del mi pasado, amenazaban con desintegrarme durante esos largos días.

Sentía terror de que se produzca otro naufragio y perderlos a ambos. Orfen y Alice. Por suerte todo eso forma parte del pasado.

Me encontraba preparando las valijas para nuestra amada luna de miel, por supuesto que nos iríamos a la ciudad vecina. Lo más lejos posible del peligroso océano.

Orfen me rodeó con sus brazos por detrás mientras besaba mi cuello. Sonreí con placer.

Sus caricias fueron encendiendome como un mechero. No se en qué momento acabamos en la cama y sin ropas. Orfen lograba desconectarme de todo, para pensar unicamente en él y en nuestro amor.

Sin embargo aún tenía pesadillas por las noches, no eran tan dolorosas y escasfriantes como en el pasado, pero seguían atormentandome.

Solo sintiendo a Orfen rodearme con sus brazos podía descansar realmente. No sé qué habría sido de mí si él no hubiese aparecido en mi vida.

—¿Alguna vez te dije que te amo? — le pregunté.
Orfen me miró con esa intensidad que lograba fascinarme sin dejar de acariciarme. Solo él lograba revivirme devolviendome la alegría y el optimismo.

Por toda respuesta sentí sus labios recorrer mi cuello dejando un reguero de besos hasta llegar a los míos. Me aferre a mi amado esposo con desesperación sintiendo la suya también.

Él masajeaba mis nalgas mientras me presionaba contra su miembro que se endurecía a cada momento que transcurría. Rodee su cintura con mis piernas pegandome más a su cuerpo, me encontraba sediento de amor por él.

Cuando nos alejamos un poco para respirar, me susurró.
— Nuestra luna de miel será fantástica mi vida. Te lo prometo. 
— Estando contigo no tengo dudas mi amor.

Pasaron dos días más de intensa preparación para nuestro viaje. Mis pequeños se veían muy contentos por nosotros. Eso me tranquilizaba, aunque lo cierto era que había una pequeña parte de mí que no quería dejarlos solos.

Orfen me recordaba que ellos estarían bien, que ante cualquier cosa nos harían llamar. Yo sabía que él tenía razón pero aquel sentimiento era más fuerte que yo.

— Animo papá — me decía Alice sonriendo — Después de tantos pesares al fin podrás estar con Orfen a solas y sin preocupaciones. Te lo mereces. Recuerda que tu dolor quedó atrás.

La abracé con fuerza, mi pequeña. Cuanto había crecido, estaba echa toda una jovencita y muy hermosa por cierto. Sabía que no tenía novio y eso me alegraba demasiado. Era mi nena, mi pequeñita y siempre lo sería.

Por más que Orfen y Anthony no estuviesen de acuerdo conmigo no me importaba sus opiniones al respecto.

Anthony se me acercó interrumpiendo mis pensamientos, me abrazó con fuerza. Cuanto lo quería. 
—¿Estarás bien hijo?

— Por supuesto papá, no te preocupes tanto por mí. Solo piensa en tí y en Orfen. Lo necesitas y como dijo Alice, te mereces este viaje.

— ¿Me harás saber cualquier cosa que te suceda hijo?
—Dalo por echo papá. No te aflijas así por mí, por dios. 
— Eres mi pequeño niño y....y tú...
— Lo se papá, lo sé. Pero tranquilo ¿de acuerdo?

Como respuesta lo abracé tan fuerte que él se quejó. Tenían razón, debía dejar el pesimismo de lado. Además dos meses pasan volando.

El carruaje tenía todo listo ya. Orfen se despidió de Alice y Anthony finalmente. 
— Orfen cuida a nuestro padre por favor — dijo Alice 
— Lo haré no se preocupen. Nos vemos pronto.

Orfen y yo nos subimos al carruaje y nos fuimos. A medida que ibamos alejándonos me sentía más relajado. Él me rodeó con sus brazos mientras me decía:
— Te amo más que a nadie en éste mundo, Liam. 
— Y yo a tí también Orfen. Mi gran amor.




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