ANTHONY
No me interesa cuál sea el pasado de Gabriel, no me importa qué fue lo que hizo ni lo que haga. Solo deseo amarlo por siempre estando a su lado.
Ese día al llegar a la mansión donde vivía supe que algo no andaba nada bien con el mayordomo. Pero desconocía qué era.
Aquel que siempre me había tratado con amabilidad, e incluso como un amigo más que como su patrón debido a que siempre fue tratado con respeto por mi papá y su marido.
Pero ésta mañana ví el desprecio en su mirada, como si se sintiera incómodo al verme llegar. Al preguntarle qué le sucedía, se limitó a responderme
— Nada de mayor importancia señorito.
Revisé la correspondencia descubriendo muchas cartas de mi papá y de mi hermana Alice que el mayordomo nunca me mandó a Recreación, como se lo había pedido.
Apreté los labios con furia. Al preguntarle qué hubo sucedido el muy maldito me dijo que no era su deber hacerlo, sino más bien recibirlas.
Los criados me comentaron que el mayordomo se estuvo viendo con Mefis muy seguido durante éstos últimos días.
Aquello no me cayó nada bien, pero jamás imaginé que llegase a traicionarme como lo hizo después.
Había acabado de almorzar cuando el mayordomo se presentó ante mí, que estaba en el living dispniendome a leer las cartas que mi papá me mandó, junto a Mefis quien me miraba con crueldad infinita.
El mayordomo me dijo:
—Señorito, su dueño requiere su presencia y por supuesto su obediencia total. Señor Mefis, me retiro.
Me dejó solo con mi ex y yo no podía dar crédito a lo que estaba viviendo ¿qué le hubo sucedido a nuestro mayordomo? Mefis se me fue acercando.
—¿Sorprendido Anthony? No debiste dejarme por esa basura de Gabriel, ahora te haré pagar con creces el haberme abandonado y humillado.
—¡No! ¡Alejate de mi! ¡Maldito!
Pero Mefis me sujetó con fuerza y empezó a besarme con brusquedad cortandome el aire. Me desesperaba, pero por más que lo intentaba no lograba liberarme.
Cuando empezaba a sentir que me iba a enloquecer él se alejó un poco de mí, permitiendome respirar pero me estampó contra la pared con furia.
—Maldita perra — me decía — Por lo visto adoras que te viole y golpee. En ese caso te concederé tu deseo....Anthony.
—¡No! ¡Ayúdenme! ¡Por favor!
— Nadie lo hará ya que mi hombre, tu mayordomo, se aseguró de hacerles entender al resto de la servidumbre lo que les sucederá si es que intervienen.
No podía creer que ésto estaba pasandome. Mefis me volvió a sujetar en sus brazos con fuerza y comenzó a asfixiarme nuevamente. Pensé en Gabriel deseando que acuda en mi ayuda.
—¡Aprenderás que a mí nadie me deja! ¡Soy yo quien deja a los demás! ¡Te obligaré a entenderlo por la fuerza Anthony! En cuanto a tu mayordomo, enterate que todos tienen un precio. ¿En serio creíste que ese sirviente te sería leal? ¡Imbécil!
Ya no daba más, sentía que mis pulmones iban a reventar cuando mi salvador alejó a Mefis de mí. Respiré desesperadamente al tiempo que le decía mientras lloraba.
— Gabriel, ayúdame por dios.
Ví a un Gabriel diferente, totalmente desfigurado y dispuesto a matar a Mefis. Para mi mayor asombro, estaba deseoso de contemplar la muerte de mi ex, cuando Gabriel lo soltó y Mefis fue recuperandose.
Cuando lo corrió junto al mayordomo, corrí a sus brazos. Sentir su calor, su amor y su protección me devolvía a la vida. Al oír que se llamaba así mismo monstruo dije:
— Eres un ángel, no un monstruo. Por favor Gabriel no te separes de mí ni un segundo.
No podía evitar llorar intensamente, el terror y la angustia me desvastaban por dentro.
Sabía que tenía que calmarme, así podría contarle lo del mayordomo y pedirle ayuda.
Él me rodeó con sus brazos logrando hacerme calmar. Dios cuánto lo amaba y lo necesitaba. En verdad no soportaría estar un segundo lejos suyo.
— Gabriel, te amo