Un Amor De Chocolate

Secuestro De Amor

ANTHONY

Respiraba entrecortado sin poder decir nada debido a que tenía la boca tapada y la cabeza encapuchada, ésto me impedía ver. A su vez mis brazos estaban amarrados atrás.

En definitiva me encontraba inmovilizado totalmente, fuí subido a un carruaje y me conducían vaya a saber dónde. Lloraba debido a la intensa desesperación que sentía. No me era posible moverme ni mucho menos liberarme.

Cuando creí que iba a enloquecer el carruaje se detuvo y fuí arrastrado fuera del mismo.

Sujetado con fuerza, me llevaron quién sabe dónde. No escuchaba ninguna voz solo podía sentir rudas manos que me sujetaban. En un determinado momento se detuvieron, y me obligaron a sentarme en lo que parecía ser un sillón.

Luego escuché unos pasos que se alejaron de mi, una puerta que se cerraba y a alguien pasar la llave. Quise hablar pero me fue imposible por la venda que tapaba mi boca.

La imagen de Ganriel invadió mi mente desesperandome más de lo que ya estaba. Alguien me quitó la capucha. Recién pudo ver dónde me encontraba y en verdad me sorprendió ya que no me lo esperaba.

Estaba en la habitación de Gabriel, él se encontraba frente de mí. Busque con la vista a alguien más pero no había nadie. Solo estabamos él y yo nada más.

Abrí enormemente mis ojos mirandolo asorado, sentía que me estaba asficciando. Forcejeaba para soltarme las amarras de mis muñecas pero no me fue posible.

Gabriel me miraba con deseo, cuando quiso tocarme alejé mi cabeza de su roce. Comenzaba a comprender qué sucedía y a decir verdad no me gustaba nada.

- No debiste irte así de aquí Anthony - me empezó a decir él - En verdad vine a recuperarte. Quería hacerte entender que en verdad te amo. Pero tú eres tan terco mi amor que no me dejaste otra opción.

¿Qué estaba diciendome? ¿En serio pensaba que esas ridículas palabras hablandarían mi sentir?

Quise decirle todo lo que sentía pero no podía hablar debido a la maldita mordaza que cubría mi boca. Sin embargo fruncí el ceño mostrandole mi enfado.

Cuando él me rodeó con sus brazos me moví y forcejee, intentando alejarme de su roce pero estaba prisionero. Cuando él me repitió lo mucho que me amaba, yo negué con la cabeza.

Estaba furioso en verdad. ¿Qué le pasaba a Gabriel? ¿Por qué no me suelta?

- Anthony, se que estás algo molesto conmigo por ésto - ¿Algo molesto? Estoy furioso contigo maldita sea Gabriel - Pero te puedo asegurar que todo ésto lo hago por tu amor y nuestro futuro.

Gabriel empezó a acariciar mis dorados cabellos con intensa ternura enloqueciendome, debido a que me encontraba inmovilizado y sin poder rozarlo siquiera. No podía ser cierto aquello ¿cómo era posible que me esté sucediendo ésto a mí?

- Te amo Anthony y no pienso dejarte escapar - luego me quitó la mordaza, aproveché para respirar bocanadas de aire.

- Gabriel ¿estás loco? 
- Loco de amor, si. Lo estoy.
- Gabriel sueltame
- No hasta estar debidamente casados

-¿Qué? ¿Casados? 
- Asi es mi amor.
- ¿Piensas llevarme atado al altar?

- Claro amor
- ¡No! ¡No me tendrás atado así! ¡Y tampoco me casaré contigo Gabriel! ¡Ahora desátame maldita sea!

Él me sonrió con sensualidad como si hubiese contado un gran chiste sin dejar de abrazarme. Luego sujetó mi quijada obligandome a mirarlo y me besó.

Con sus brazos me presionó contra su cuerpo sin dejar de besarme. Cuando él se alejó un poco de mí para respirar, me susurró entre mis labios.

- Te amo tanto que no dejaré que nadie nos vuelva a separar mi dorado y terco amor.
- Si me amas como dices Gabriel, desátame entonces por favor.

- Lo haré Anthony, en verdad que lo haré. Pero necesito asegurarme que no harás nada raro.

- ¿Raro? ¿Como qué? ¿Intentar escapar? ¿Golpearte?
- Precisamente

-¡Por dios Gabriel! ¡¿Me secuestraste solo para proponerme matrimonio?! ¡Me tienes atado por dios!

- Tú provocaste esto, después de todo te fuiste mientras dormía diciendome en una estupida carta que solo quería tener sexo contigo cuando mi deseo es pasar la eternidad contigo.

- Resulta que no creo nada tu historia maldita sea. 
- Es la verdad mi terco amor

-¡No soy terco! 
- Serás mi esposo quieras o no Anthony.
- Oh vaya, eso no sonó nada romántico Gabriel.

- Estoy loco por tí Anthony. Loco por tí
- Si Gabriel, ya me he dado cuenta. Estás re loco en verdad, al punto de haberme secuestrado y tenerme atado.

-¿Sigues amandome Anthony?
- Si Gabriel, te amo aún pero ya no confío en tí.
- Eso si que es un problema pero nada que no se pueda solucionar, mi dorado amor.

No soportaba seguir atado y él lo supo ya que me soltó al fin. Me sujetó las muñecas masajeandomelas para discipar el dolor.

Estaba molesto, pero también me sentía felíz. Empezaba a creer que me había vuelto bipolar y todo por su culpa. 




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