Un Amor De Chocolate

Una Familia Feliz

ANTHONY

Había leído la nota de Gabriel dos veces seguidas, mientras en mi interior aparecían varios sentimientos. Ira, tristezs, furia, angustia, melancolía y finalmente esperanzas.

Es que en verdad quería permanecer en contacto con mi papá, pero de forma normal. Las lágrimas humedecían mi rostro. Arroje la nota a un rincón mientras caminaba por la biblioteca respirando entrecortado.

Me sentía enjaulado pero a su vez a salvo. Si, estaba enloqueciendo en verdad. Mi bebe estaba a mi lado en su cuna mirandome. Suspiré profundo y lo sujeté en mis brazos.

Sus balbuceos me devolvían la paz, aspiré su aroma de bebe devolviendome a la vida.

Mi papá no soportaba verme feliz, no quería que me una a Gabriel debido a que era el hijo de su violador y torturador. Pero Gabriel era diferente, aunque mi papá no quería entenderlo.

Respiré bocanadas de aire y mi bebe empezó a llorar, ya que percibía mi intenso dolor y confusión. No quería sentirme solo, la maldita soledad casi me mata, pero la asfixia al verme encerrado y atado me estaba enloqueciendo.

Solo quería paz y compañía, nada más. Me aferré a mi bebe y lloré intensamente sabiendo que él lloraba conmigo. Pero aquella sería la ultima vez que lloraría debido a mi padre.

Él ahora estaba bien, lo sabía perfectamente. Solo que estaba despidiendome de él.

Cuando nos calmamos los dos, mi bebe y yo, supe que todo estaba bien. Ya lo había dejado ir. Era importante que mi papá sea feliz.

Coloqué a mi bebe en la cuna cuando Gabriel entraba en esos momemtos a la biblioteca. Nos miramos a los ojos unos instantes.

Pude ver su intenso agotamiento reflejado en ellos. Corrí a sus brazos y me perdí en ellos. Sentí cómo Gabriel me rodeaba con sus brazos mientras me susurraba:

— Perdón mi amor, perdoname por lo que hice pero era necesario. Tu padre y tú estaban enloqueciendo y ni Orfen ni yo lo ibamos a permitir.

— Lo se Gabriel, descuida mi amor. 
— ¿Me perdonas entonces?
— Por supuesto, solo...solo no me dejes jamás. Por favor

Nos besamos con pasión intensa sintiendo nuestros cuerpos arder del deseo.

ORFEN

Llegamos a casa donde nuestro hijito nos aguardaba desesperado. Liam lo sujetó entre sus brazos sonriendo feliz. Nagi se prendió de su papá felíz. Sus alegres carcajadas me colmaban de felicidad.

Pudimos comprar una mansión más grande en esa ciudad donde viviamos en un lujoso departamento. Aquella era la hermosa ciudad donde pasamos nuestra luna de miel.

Era la ciudad donde fuimos en verdad felices, y sería el lugar donde viviríamos hasta el final de nuestros días.

Nagi tenía cuatro años y era en verdad feliz ya que solo sabía reír con felicidad. Pero él no era nuestro único hijo, ya que teníamos otro.

Alquilamos el vientre de la misma madre, solo que en ésta ocasión el padre era yo. Mi hijo tenía dos años y se llamaba Yuki. Era igualito a mí, por eso Liam no lo dejaba un instante solo. Mientras que yo adoraba a Nagi, el hijo de Liam por ser igualito a él.

En definitiva adorabamos a nuestros pequeños y procuraríamos ser una familia feliz. Estabamos en proceso de la gran alegría familiar.

Estabamos abrazados en el living con nuestros hijitos, sintiéndonos en el paraíso. Liam reía felíz en mis brazos y con Nagi y Yuki.

— ¿Sabes Orfen?  Siento que al fin puedo decirle adiós a Alice.
—¿En serio?

— Si mi amor, a partir de éste momento empezaremos una nueva etapa y cuidaremos a nuestros pequeños siempre y en todo momento.
— Prometido mi vida.

Nos besamos con pasión intensa, mientras Nagi y Yuki jugaban junto al fuego de la chimenea felices. 
 




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