Un amor de cuentos de hadas

Capitulo dos: conociéndonos

Helen

Un día diferente

Hoy Jacob tenía el día libre, algo que no sucedía con frecuencia, y yo sabía que iba a ser diferente. Había algo en su mirada anoche, algo en la forma en que me observaba, que me decía que no estaba solo buscando una compañía temporal. Pero no entendía bien por qué me importaba tanto. De alguna forma, no quería que esta semana fuera solo un contrato, aunque eso fuera lo que realmente era.

Me levanté temprano y decidí darme un pequeño lujo: un café tranquilo mientras veía la ciudad despertarse. La luz del sol entraba por la ventana, tiñendo el aire con tonos cálidos. Pero sabía que algo estaba por cambiar. Jacob había prometido pasar el día conmigo, y esta vez no era para negocios. Me encontraba nerviosa, y no entendía por qué. No solía sentirme así, ni siquiera cuando estaba con los hombres con los que normalmente pasaba mis noches. Algo en él era diferente.

Decidí dar un paseo al parque antes de su llegada. Me tomaba un rato acostumbrarme a la idea de pasar tiempo con él fuera del ambiente que ambos conocíamos. Así que, tomé un libro, elegí mi vestido más sencillo, y me dirigí al lugar. Había algo de paz en el parque, aunque la ciudad nunca dejaba de moverse, aquí todo parecía más tranquilo. Me senté bajo un árbol y abrí el libro, aunque mi mente seguía distraída, pensando en lo que pasaría cuando Jacob llegara.

Cuando lo vi acercarse, mi corazón dio un salto. Había algo en su rostro, en su forma de caminar, que me hizo darme cuenta de que no solo era un cliente o un hombre de negocios. Era algo más.

—Hola, señorita Helen —me dijo, su voz suave y tranquila, como si me conociera mucho más de lo que realmente lo hacía.

Lo miré, y por un momento, me quedé sin palabras. No era solo la mirada profesional que me había visto dar en el trabajo, ahora sus ojos parecían ver más allá de mi fachada.

—Hola —respondí, tratando de sonar relajada, pero no pude evitar que una sonrisa nerviosa escapara de mis labios.

Jacob se sentó a mi lado, observando el libro que tenía en mis manos.

—Parece que estás aquí por algo más que negocios, ¿no? —dijo, con una ligera sonrisa en su rostro.

Asentí, sintiendo la tensión crecer. No solo era un simple encuentro. Había algo más, y aunque no sabía exactamente qué era, no podía ignorarlo.

—Hoy quiero conocerte, Helen —dijo él, mirándome con una seriedad que no había visto antes. —No solo como una mujer con la que hice un trato, sino como alguien real.

La forma en que lo dijo, tan directa y genuina, me desconcertó un poco. No estaba acostumbrada a este tipo de atención. En mi mundo, los hombres venían y se iban, siempre con una mirada vacía, esperando solo lo que podían obtener en una noche. Pero Jacob no parecía ser como ellos.

—Es un cambio agradable —le respondí, dejando el libro a un lado. Quería saber más, pero no podía dejar de mantener mi distancia, aunque me resultaba difícil hacerlo. —Nunca pensé que alguien como tú estaría interesado en conocerme de verdad.

Jacob sonrió, y algo en su rostro cambió, como si mi comentario lo hubiese tocado de alguna manera.

—A veces, la gente es mucho más de lo que aparenta —dijo, con una mirada que me hizo sentir vulnerable, aunque no quería admitirlo.

Sentí un escalofrío, pero no era uno de incomodidad. Era más bien una sensación que no sabía cómo describir.

—Bueno, si quieres conocerme, prepárate para algo inesperado —le dije, extendiéndole la mano para que se levantara. —Hoy voy a enseñarte algo que no tienes en tu mundo: diversión.

Jacob levantó una ceja, curioso.

—¿Diversión? ¿Aquí, en medio del parque?

Reí, con una chispa de travesura en la mirada.

—Sí. Vamos a bailar.

Me levanté, sin esperar mucho de él, pero me sorprendió ver que aceptaba el desafío. Nos movimos un poco hacia un espacio vacío de césped, y comencé a mover los pies, intentando seguir el ritmo de una melodía que solo yo escuchaba en mi cabeza. No sabía si Jacob sabía bailar, pero él intentó seguirme. Aunque era torpe al principio, pronto fue perdiendo la vergüenza, y de alguna manera nos sincronizamos. Las risas flotaron entre nosotros, y por un momento, el mundo dejó de existir.

—Ves, no es tan difícil —le dije, riendo cuando casi se cae de nuevo.

—No, definitivamente no es difícil cuando estás bailando con la mujer más increíble que he conocido —respondió, y sus palabras me dejaron sin aliento.

Me miró de una manera diferente, y por primera vez, me sentí como si realmente me estuviera viendo. No pude evitar sonrojarme.

—No digas cosas que no puedes mantener —le dije, un poco incómoda por lo que acababa de escuchar.

Jacob se acercó un poco más, sus ojos fijos en los míos.

—¿Por qué no debería decirlas? —preguntó suavemente. —Creo que es hora de que los dos seamos honestos. Ya no estamos en un escenario de negocios, Helen.

Su cercanía hizo que mi corazón comenzara a latir más rápido. No quería involucrarme más de lo necesario, pero algo dentro de mí no quería apartarme. Me sentía atraída por él de una manera que no podía controlar, pero no quería rendirme tan fácilmente.




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