Helen
La noche anterior, algo en mí se rompió. No en un sentido físico, pero sí emocional. Había algo pesado que me oprimía el pecho y que no podía ignorar más. Tal vez había sido la conversación con Jacob, o tal vez la preocupación constante por lo que venía, pero al final del día, las dudas no me dejaban en paz. Me revolvía en la cama, sin poder dormir, y la imagen de Eva seguía acechando mis pensamientos, siempre tan calculadora, tan fría. Había algo en ella que no podía definir, pero que sabía que era peligroso.
Al día siguiente, Jacob no apareció en el bar hasta tarde. Sabía que tenía que ver con lo que había pasado el día anterior, con Leo y con todo lo que ya habíamos discutido. Pero no me preparé para la tormenta emocional que caería sobre nosotros.
Cuando lo vi entrar, lo primero que noté fue esa mirada de alguien que había tenido una conversación difícil, y su expresión no mentía. Estaba agotado. Podía verlo en la forma en que caminaba, en el peso que parecía cargar sobre sus hombros. Aún así, su presencia me tranquilizó. Como si su sola existencia me recordara que todo lo que habíamos construido juntos no era solo una fantasía, sino una realidad que valía la pena.
Me levanté al verlo y caminó hacia mí sin decir una palabra, como si lo hubiéramos planeado. Nos entendíamos de esa manera. A veces, no necesitábamos palabras.
Jacob se sentó frente a mí, sin dejar de mirarme. No tenía que preguntar cómo se sentía. La tensión estaba escrita en su rostro. Algo había pasado, algo que lo había cambiado, aunque no sabía qué exactamente. Lo único que sí sabía era que lo que tenía con él era especial. Y si alguien, si algo, estaba dispuesto a ponerlo en riesgo, lo defendería con uñas y dientes.
—¿Te encuentras bien? —pregunté, dándole una ligera sonrisa. Quería que supiera que me importaba, que todo lo que pasaba entre nosotros, las dudas y las inseguridades, no me alejaban de él.
Jacob suspiró y pasó una mano por su cabello, algo nervioso. Sabía que necesitaba abrirse, pero no estaba seguro de por dónde empezar.
—No sé si estoy bien, Helen. Hay tantas cosas en el aire ahora... —sus palabras fueron lentas, como si estuviera midiendo cada una antes de hablar. Pero algo en sus ojos me decía que no quería esconder nada de mí. Yo ya sabía que había algo más de lo que me estaba diciendo.
Lo miré directamente a los ojos, no podía esperar más para conocer toda la verdad. Había algo en su mirada que no podía dejar pasar por alto, algo que me indicaba que no podía seguir escondiendo lo que realmente pensaba.
—Dime qué pasa, Jacob. —Lo dije con la suavidad que a veces me salía, como si mi voz pudiera aliviar de alguna forma las tormentas en su mente. —Si algo te preocupa, quiero que lo sepas. No me dejes fuera.
Jacob no dijo nada durante unos segundos, pero lo que ocurrió después me sorprendió. Él simplemente extendió la mano hacia mí, como pidiéndome que lo tomara, como si necesitara el apoyo de mis dedos entrelazados con los suyos.
Lo que dijera o lo que no dijera en ese momento, sabíamos que había un puente, un lazo entre los dos, que nada podía destruir. Tal vez nuestros pasados nos pesaban, y lo que habíamos sido antes nos perseguía de diferentes maneras, pero lo que realmente importaba era el presente.
—Eva… —dijo finalmente, dejando escapar el nombre como si fuera un peso que había estado guardando. Lo había estado esperando, pero aún así me golpeó de una manera inesperada. —Ella estuvo aquí, Helen. Estuvo aquí con Leo. Y tú sabes cómo es Eva. Siempre tiene algo que está maquinando.
Sentí una punzada de incomodidad al escuchar su nombre, pero traté de mantenerme serena. Sabía que Eva nunca había sido alguien fácil de manejar, y había algo en ella que, aunque nunca me lo había dicho directamente, siempre parecía desafiar nuestra relación. No podía decir que no lo esperaba, pero escuchar a Jacob hablar de ella de esa manera me hizo sentir como si una sombra estuviera acechando nuestra felicidad.
—¿Y qué fue lo que hizo? —le pregunté con calma, aunque por dentro sentía que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar de una forma aterradora.
Jacob suspiró nuevamente, como si estuviera buscando las palabras correctas.
—Me dio algo… unos dulces,que no alcance si no probar un pedazo, y después lo vote porque me dolió la cabeza .—Hizo una pausa, y podía ver en su rostro la incomodidad. —Lo que me dijo… lo que pensó que podría pasar. Intentó usar a Leo para separarnos, Helen. Sabes lo que es capaz de hacer.
Mi respiración se detuvo por un segundo, y el dolor me recorrió como una corriente eléctrica. Eva había jugado con las personas a su alrededor como si fueran piezas en un tablero de ajedrez, pero ahora, lo que intentaba no era solo manipular a Leo, sino a nuestra relación.
—No lo va a conseguir, Jacob. —Dije, con más seguridad de lo que realmente sentía, aunque mi corazón latía con fuerza. —No va a conseguir separarnos. No lo va a hacer.
Jacob me miró, y algo en su mirada me dio fuerzas. Pude ver que no pensaba ceder, que estaba dispuesto a luchar por lo que teníamos, por lo que éramos.
—Lo sé, Helen. Lo sé. Pero a veces, no puedo evitar pensar en lo que podría pasar si no estuviera aquí, si no estuviéramos juntos. Pero contigo a mi lado, no tengo miedo.
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Editado: 04.01.2025