Un Amor de Locos

Piloto con truco

Si van a grabar “parejas reales”, practiquen antes cómo cargar una escalera entre dos. Si no, la pareja real será la ambulancia.

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Lunes, 11:07. Pablo Izarra mandó audio con voz de megáfono:

—Ríos, piloto mañana a las 18:00. Quiero calle, chispa y gente diciendo “¡son pareja!”. Si no lo son, que parezca. Te paso el copy después.

Diego miró a Valentina. Valentina miró el muro. Los dos miraron la escalera como si ahí estuviera la respuesta.

—¿Arrancamos con esto? —preguntó él, intentando que no se le notara el pulso.
—Arrancamos —dijo ella—. Pero acuérdate: somos socios y punto. Nada de ponerse romántico frente a cámara.
—Trato —dijo Diego—. Si me desvío, me tocas el codo.
—Y si yo me desvío, me haces un chiste malo —remató Vale.

Él rió. Plan simple: codo y chiste. Tecnología emocional de bajo costo, alta eficacia.

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La sala de Rosa se volvió cuarto de ideas. Ariana llegó con una cartulina, post-its con forma de limón y estrella, y cara de “hoy inventamos”.

—Esto no es documental —anunció—. Es truco honesto: cosas que ya hacen, pero en modo juego. Cinco momentos. Cero bostezo.

Pegó los post-its en fila:

1) “Silencio útil”
—Reto: mover la escalera diez metros sin hablar. Solo miradas y gestos. Quien hable, pierde.
—¿Premio? —preguntó Diego.
—El que no hable elige la canción del montaje —dijo Ari.
—Acepto —dijo Vale—. Y si te me vas a lo romántico, te toco el codo.
—Y si tú te me vas, te hago un chiste malo —cerró Diego. Ensayo del plan, aprobado.

2) “Intercambio de roles”
—Reto: 20 segundos con papeles cambiados —siguió Ari—. Valentina, cámara; Diego, brocha.
—Yo filmo tu pulso —avisó Vale.
—Yo pinto un círculo sin convertirlo en huevo —prometió Diego.
—Si es huevo, será desayuno visual —aprobó Rosa.

3) “Carteles rápidos”
Ari sacó tres cartoncitos blancos:
—Sin hablar, levantan carteles con respuestas cortas.

  • “De tu trabajo me gusta ________.”
  • “Contigo me cuesta ________.”
  • “Hoy prometo ________.”
    —¿Qué pasa si uno pone “todo”? —probó Diego.
    —Se marca como trampa cursi —dictaminó Ari—. Palabras concretas, gracias.

4) “Fronteras”
—Acercamiento a cámara hasta que las frentes toquen el casco. Nada de labios. Queremos tensión cómica, no novela de las tres.
—Aguanto un segundo —dijo Vale.
—Yo dos —dijo Diego.
—Uno y medio —recortó Ari—. Que el chiste no se vuelva incendio.

5) “Cierre de barrio”
—Plano final: helado en la vereda de siempre, cucharitas cruzadas una vez (guiño), y Tita Estela al fondo con la regadera. Si pasa Chicho, mejor; no se fuerza.

Tita, desde la puerta, levantó la regadera:
—Yo sé regar fondos —dijo.
—Y yo sé cruzar cucharitas —agregó Rosa—. Poquitas, que después se arma novela.

Hicieron una pasada en seco: mímica con escalera (risa contenida), círculo casi perfecto (aplauso de Rosa por protocolo), carteles que caminaron el borde entre broma y verdad (“me gusta tu paciencia”, “me cuesta no mirarte cuando pinto”, “prometo no correr con la cámara”), casco con casco por 1,5 segundos y retirada limpia, y ensayo de helado en el escalón, con Tita practicando su “brindis acuático” al fondo.

—Eso es —dijo Ari, guardando los limones de papel—. Si algo se traba: codo y chiste. Lo demás, que fluya.

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Tarde. Sol amable. Sergio prestó un alargue que parecía boa; Ariana pegó cinta donde no debía; Rosa repartió botellitas de agua como si fueran medallas. Chicho eligió la sombra más digna: la suya.

Acción —dijo Ari, sin claqueta, pero con fe.

“Silencio útil”: avanzaron con la escalera sin hablar. Una vecina quiso dar instrucciones; Diego sonrió y Vale le tocó el codo. Él respondió con un chiste pésimo sobre escalones con sueño. Funcionó: risa breve, foco de nuevo.

“Intercambio de roles”: Vale filmó el pulso de Diego; Diego pintó el círculo. Quedó casi huevo.
—Desayuno visual —dictaminó Rosa. El barrio aplaudió igual.

“Carteles rápidos”:

  • Diego levantó: “De tu trabajo me gusta que no apures la flor.”
  • Vale levantó: “Contigo me cuesta no mirarte cuando edito.”
  • Diego levantó: “Hoy prometo no correr con la cámara.”
    Tres frases, cero cursilería (a simple vista).

En eso, apareció Brandon con un dron que zumbó como mosquito caro.

—Vengo en paz —dijo, sonrisa de comercial—. ¿Toma aérea?
—Estamos bien a ras de suelo —contestó Vale, amable con filo.
—El suelo es honesto —sumó Diego, diplomático por hoy.




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