Tramitar permisos es como hacer mayonesa: si batís apurado, se corta; si no ponés los ingredientes en orden, también; y si alguien mete la cuchara cuando no corresponde, mejor que traiga pan.
__________________________________________________________________________________
A las 10:14, el Departamento de Espacios Públicos recibía gente con su arma secreta: aire acondicionado en modo invierno eterno. Filas en zigzag, un televisor sin sonido pasando un tutorial sobre reciclaje de lámparas, dos plantas que parecían plasticón recién regado, y un cartel que decía “sonría, lo estamos filmando” justo cuando todos tenían cara de trámite.
Valentina llevaba su carpeta amarilla con separadores: “plan de seguridad”, “autora”, “permisos con nombre”, “cronograma” y “vecinos informados”. Diego traía mochila con copias impresas (dos de más, por si), lapiceras que sí escriben, un snack, y el temple ese que a veces hace más que una carta de recomendación.
—Número 56 —dijo una voz de altavoz con tono de sopa recalentada.
Avanzaron. Detrás de la ventanilla, el funcionario tenía una remera con la leyenda “No es no (con los papeles mal)”. Buen signo.
—A ver… —empezó, pasando hojas—. Activación artística en Calle de los Azulejos. Mural comunitario. Copado. ¿Quién firma?
—Valentina Solís —dijo Vale—. Yo dirijo y pinto. Autora.
—Y el equipo…
—Equipo de vereda —metió Diego, con voz de “no robe foco”: —Cámara, edición. No somos agencia. Somos… barrio con orden.
El funcionario asintió como quien valora que le ahorren adivinanzas.
—Bien. Pido autorización de frentista —ya estaba ahí— y permisos con nombre, no “modelos”. Esto último —alzó una ceja— no todos lo traen.
—Es regla —dijo Vale, firme—. Vecinos con nombre. Nadie en vitrina.
El hombre sonrió con medio lado de la boca. Le gustó la frase, se le notó.
—Me falta el plan de seguridad si hay escalera y si hay público. ¿Quién cuida el cableado? ¿Dónde va el perímetro? ¿Quién frena si hay riesgo?
Diego deslizó una hoja ploteada con dibujitos ridículamente claros: cinta, conito, flechas, y un cuadro que decía “si Chicho duerme aquí, plan B”.
—Nosotros dos y Ocampo —dijo—. Si se complica, bajamos y seguimos al ras. No hay show.
El funcionario se rió con ganas cuando leyó lo del perro.
—Ok. Última cosa: el uso de imagen. No aceptamos “rostros libres de derechos”. Si están usando caras, necesito consentimiento y que la pieza final dé crédito.
Valentina deslizó la hoja exacta: “autora”, “parejas reales del barrio” y un apartado que decía “créditos claros al final”. El hombre la miró con ese respeto que se gana sin discurso.
—Perfecto —dijo—. Sellamos en siete días si no hay observaciones. Les mando por mail el número de trámite.
—¿Siete? —preguntó Vale.
—Siete. Puede ser antes si nadie cuestiona el punto de autora —miró a Valentina—. Hay quienes todavía piden “rostro”.
—Si aparecen, me avisan —respondió Vale—. Lo contesto yo.
El funcionario tomó nota.
—Me gusta cuando lo dice quien pinta —y estampó el primer sello con un golpe digno de banda sonora.
Al salir, Valentina se frotó los brazos.
—Qué frío —dijo.
Diego le pasó de vuelta su suéter como si fuera parte del trámite. No era la primera vez: a Vale le pasa seguido que no agarra el suyo al salir de casa… o lo deja a propósito, aunque no lo admita ni en chiste. El de Diego le queda grande en hombros y justo en muñecas; el cuerpo sabe por qué lo prefiere.
—Calor humano —dijo él. Sin remate. Bien dicho.
En la fila de salida, un señor se acomodó la boina y murmuró, con tono de vecino que aprueba:
—Lindo lo de la lluvia, señorita. Les quedó de corazón.
Vale sonrió. El aire acondicionado no pudo con eso. Y el suéter, menos.
_____________________________________________________________________________
El pasillo de la Oficina de Trámites—paredes crema, cartelitos plastificados, sillas azules atornilladas—olía a piso recién trapeado con lavandina. A la derecha, ventanillas 3 y 4; a la izquierda, un corcho con “SE RUEGA PACIENCIA” en tipografía que no ayuda. Diego iba delante, abriendo paso entre carpetas colgantes y una señora con carro; Valentina venía leyendo el mail: “Trámite 2786 // Observación pendiente: confirmación de ‘autora’”. Lo que ya sabían.
El celular de Diego vibró con audio de Pablo Izarra. No lo puso en altavoz (después de la lección de la vela, nunca más). Auricular, ceja arriba, voz baja:
—Pablo… Sí, lo vi. No, no cambiamos ‘autora’ por ‘rostro’. Sí, entiendo al sponsor. No, sin etiqueta romántica. Te mando parejas reales hoy: Mecha & Rubén, Lalo & Inés. Sí, el tono es vereda. Sí, lo de la radio sale lindo.
—(Pausa)—
—No, no hay “dupla creativa Vale & Brandon”. Fue toma técnica. Gracias.
Cortó. Se detuvo a mitad del pasillo, justo donde el neón intermitente de la salida parpadea sin apuro. Miró a Valentina como quien consulta sin cargarla:
#4764 en Novela romántica
#1430 en Chick lit
amistad a romance (friends to lovers), malentendidos y humor viral moderno, apps de citas
Editado: 01.11.2025