Un Amor De Novela, Mas alla de las paginas

Capítulo 5

El libro pesaba más de lo que parecía. No físicamente, claro, pero sentirlo contra mi pecho mientras caminábamos hacia lo desconocido me hacía consciente de cada palabra escrita en sus páginas. Miré a Tristan, que avanzaba unos pasos delante de mí. Su figura, fuerte y decidida, me daba un poco de valor, aunque el nudo en mi estómago seguía ahí.

Habíamos decidido buscar respuestas en La Fuente de las Historias, un lugar que según las notas del libro, podía revelar el origen de todo. ¿La magia? ¿El hechizo? ¿La conexión entre nosotros? No estaba segura de lo que encontraríamos, pero no podía quedarme sin hacer nada.

—¿Segura que quieres hacer esto? —preguntó Tristan, volteándose para mirarme con esos ojos oscuros que parecían capaces de leer mis pensamientos.

—No. —La sinceridad me salió sin querer, pero luego esbocé una pequeña sonrisa. —Aunque creo que nunca voy a estarlo del todo, ¿no?

Tristan soltó un suspiro, y aunque no dijo nada, su mirada me decía todo: "Estoy contigo." Eso era suficiente para seguir adelante.

El camino era extraño. Parecía un simple bosque, pero algo en el aire era diferente, como si las hojas susurraran secretos y las raíces de los árboles quisieran atraparte si te detenías demasiado. Estaba absorta en mis pensamientos cuando escuché unas voces familiares más adelante.

—¡Mía! —La voz clara y entusiasta de Kate resonó entre los árboles, y antes de que pudiera reaccionar, ella apareció corriendo hacia mí, seguida de Sam, que cargaba su mochila habitual con aire despreocupado.

—¿Qué están haciendo aquí? —pregunté, mi sorpresa genuina. Kate se lanzó a abrazarme, mientras Sam se quedaba unos pasos atrás, observando a Tristan con curiosidad.

—Podríamos preguntarte lo mismo, —dijo Kate, separándose y mirándome con una ceja levantada. —Hace días que estás desaparecida. Pensamos que te habías encerrado escribiendo, pero... esto no parece una inspiración para un cuento.

—¿Y él? —añadió Sam, señalando a Tristan. —No parece de por aquí.

Intenté encontrar una excusa rápida, pero Tristan fue más rápido.

—Soy un... amigo de Mía. —Su tono fue cuidadoso, y aunque no era una mentira completa, tampoco era toda la verdad.

—¿Amigo, eh? —Sam sonrió, claramente divertido, mientras Kate seguía mirándome con ojos entrecerrados.

—Es complicado, —admití, cruzándome de brazos.

Kate puso una mano en mi hombro. —Bueno, si es complicado, entonces más razón para no dejarte sola. ¿Hacia dónde vamos?

Abrí la boca para protestar, pero la cerré casi al instante. ¿Cómo les explicaría que estábamos buscando una fuente mágica que podía alterar la realidad? Tristan me lanzó una mirada de advertencia, pero Kate y Sam eran mis mejores amigos. No podía dejarlos fuera de esto.

—Está bien, pero tienen que prometer que me creerán, por muy raro que suene, —dije al final, suspirando.

Kate y Sam intercambiaron una mirada, y luego Kate sonrió. —¿Raro? Mía, creo que no conoces nuestro umbral para lo raro.

—Dilo ya, —añadió Sam, acomodándose la mochila en el hombro.

Tomé aire y empecé a explicar mientras caminábamos juntos. Esto iba a ser más difícil de lo que pensé.

Mientras caminábamos, les conté lo que había pasado, omitiendo algunos detalles que me parecían demasiado complicados de explicar. Hablé del libro, del apagón, y de cómo Tristan había aparecido en mi sala de estar. Kate y Sam escucharon en silencio, lo cual era raro para ellos. Al terminar, ambos intercambiaron una mirada, y luego Kate fue la primera en hablar.

—Vale… Entonces, ¿me estás diciendo que él —señaló a Tristan con un gesto exagerado— salió de uno de tus cuentos?

—Eso parece, —respondí, sintiéndome ridícula al decirlo en voz alta.

—Y que este libro tiene algo mágico que lo mantiene aquí, pero si dejas de escribir, se desvanece. —Sam resumió con tono escéptico, aunque no parecía burlarse.

—Exacto.

Kate se cruzó de brazos, frunciendo el ceño como si estuviera analizando todo. —Bueno, considerando que la última vez que fuimos a tu casa nos hablaste de "traer tus personajes a la vida", esto no es tan descabellado.

—¡No hablaba literalmente! —protesté, aunque sabía que sonaba un poco hipócrita en este momento.

Tristan, que había permanecido en silencio, se aclaró la garganta. —¿Puedo preguntar algo? —Su tono era serio, y todos giramos hacia él. —¿Por qué están tan tranquilos con todo esto?

—Porque es Mía, —respondió Sam con una sonrisa. —Siempre está metida en cosas raras, y a estas alturas, si me dijera que los unicornios existen, probablemente le creería.

Kate asintió. —Además, parece que realmente necesitas nuestra ayuda. Y no vamos a dejar que enfrentes esto sola.

No supe qué decir. Por un momento, me sentí agradecida y abrumada a la vez. Mis amigos eran increíbles, pero ahora también estaban en peligro, y no sabía si podría protegerlos.

—Gracias, chicos. —Mi voz apenas fue un susurro, pero ambos sonrieron como si no necesitaran más explicaciones.

Seguimos caminando, esta vez en grupo, mientras el bosque se volvía cada vez más extraño. Las sombras parecían moverse aunque no hubiera viento, y un leve susurro, casi como un eco lejano, comenzó a rodearnos.

—¿Alguien más escucha eso? —preguntó Kate, deteniéndose en seco.

Tristan asintió, con su mirada oscura fija en los árboles. —No es natural.

Me acerqué un poco más a él, sintiendo cómo mi corazón comenzaba a latir con fuerza. Entonces, de repente, las sombras parecieron cobrar forma frente a nosotros. Una figura alta y encapuchada emergió de entre los árboles, bloqueando nuestro camino.

—No deberían estar aquí, —dijo con una voz grave y resonante, que hizo que el aire pareciera más denso a nuestro alrededor.

Kate y Sam se movieron instintivamente hacia mí, mientras Tristan daba un paso adelante, poniéndose entre nosotros y la figura.

—¿Quién eres? —preguntó Tristan, con un tono que no dejaba lugar para dudas.




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