Un Amor De Novela, Mas alla de las paginas

Capitulo 6

El silencio era casi opresivo. A nuestro alrededor, las estanterías se alzaban como gigantes de madera, sus sombras alargadas por una luz tenue que no lograba revelar su origen. Todo en esta biblioteca parecía vivo, desde los libros que susurraban en un lenguaje desconocido hasta las partículas de polvo que flotaban en el aire, moviéndose como si tuvieran propósito.

—Esto es... impresionante, —murmuró Kate, girando lentamente para observar la inmensidad del lugar.

—Impresionante y aterrador, —añadió Sam, su mirada fija en un libro que flotaba a pocos metros de nosotros antes de desaparecer entre los estantes.

Tristan avanzó con cautela, sus pasos resonando sobre el suelo de mármol negro. —No estamos aquí para maravillarnos. Necesitamos entender qué debemos hacer.

Miré alrededor, intentando ignorar el escalofrío que me recorría la espalda. En el centro de la sala había una mesa redonda con un único libro abierto, iluminado por un haz de luz que parecía emanar del techo invisible.

—Tal vez ese libro tenga respuestas, —dije, señalando la mesa.

Nos acercamos juntos, como si una fuerza invisible nos empujara hacia él. En sus páginas, un texto comenzó a formarse frente a nuestros ojos, las palabras apareciendo lentamente, como si estuvieran siendo escritas en ese mismo momento.

"El primer desafío: Conocer tu verdad. Una historia no puede existir sin un corazón sincero. Responde al llamado o abandona el camino."

—¿Qué significa eso? —preguntó Kate, mirando las palabras con el ceño fruncido.

Antes de que alguien pudiera responder, la sala comenzó a cambiar. Las estanterías se movieron, girando sobre sí mismas, y el suelo bajo nuestros pies tembló. Nos separamos instintivamente, cada uno quedando en un punto distinto de la biblioteca.

—¡Mía! —gritó Tristan, su voz distante mientras las sombras lo tragaban.

Quise correr hacia él, pero una barrera invisible me detuvo. Me quedé sola frente al libro, que ahora mostraba algo diferente. Una pregunta.

"¿Quién eres, Mía?"

El texto brillaba intensamente, como exigiendo una respuesta inmediata. Sentí un nudo en la garganta. ¿Quién era yo? ¿Era una escritora que no podía controlar su propia historia? ¿Una soñadora atrapada en un mundo que nunca entendí del todo?

Cerré los ojos y respiré hondo, sabiendo que esta era solo la primera de muchas verdades que tendría que enfrentar.

¡Perfecto! Continuemos con Mía enfrentando su prueba en la biblioteca:

Me quedé mirando las palabras que brillaban en el libro. “¿Quién eres, Mía?” La pregunta era tan simple y, al mismo tiempo, aplastante. Era como si el libro supiera todo de mí, pero me obligara a encontrar la respuesta por mí misma.

—Soy Mía, —dije, pero mi voz sonó débil incluso para mis oídos.

El libro permaneció inmóvil, las letras centelleando con un brillo burlón. No era suficiente.

Cerré los ojos, intentando ordenar mis pensamientos. ¿Quién era yo, realmente? Era más que una chica que escribía para escapar del mundo. Mi mente volvía constantemente a Tristan, a cómo había surgido de mis palabras, de mi imaginación. Todo este caos había comenzado por mis deseos más profundos, por mi incapacidad de encontrar la felicidad en la realidad.

Abrí los ojos y hablé de nuevo, más firme esta vez.

—Soy Mía. Una soñadora. Una escritora que busca algo real en un mundo que siempre me ha parecido vacío.

El libro reaccionó, sus páginas moviéndose como si fueran empujadas por un viento invisible. Las palabras desaparecieron y reaparecieron, formando una nueva pregunta.

"¿Qué estarías dispuesta a sacrificar para proteger lo que amas?"

Un escalofrío me recorrió. Pensé en Tristan, en Kate y Sam, en todo lo que estaba en juego. ¿Qué estaba dispuesta a sacrificar? Mi respuesta surgió antes de que pudiera siquiera procesarla.

—Todo, —dije con convicción.

El libro pareció aceptar mi respuesta. Una luz cegadora salió de sus páginas, rodeándome por completo. Cuando la intensidad disminuyó, me di cuenta de que ya no estaba sola. Frente a mí había una versión de mí misma, pero diferente. Más fuerte, más segura.

—La verdad es solo el comienzo, —dijo mi reflejo. Antes de que pudiera responder, desapareció junto con la luz, dejando solo el libro, ahora cerrado.

El suelo bajo mis pies volvió a temblar, y en un parpadeo, me encontré de regreso en la sala de las puertas, esperando a los demás.

Tristan:

El suelo dejó de temblar, y al abrir los ojos, me di cuenta de que estaba completamente solo. Frente a mí, las interminables estanterías de la biblioteca se habían transformado en un pasillo angosto, flanqueado por paredes de madera tan altas que parecían tocar el cielo. El aire era denso, como si algo invisible me presionara el pecho.

—Mía… —murmuré, pero el eco de mi voz se perdió en la distancia.

Mis pasos resonaban contra el suelo mientras avanzaba, guiado por una intuición que no lograba entender. Entonces, al final del pasillo, vi una puerta. Era oscura, imponente, con un grabado en el centro: un escudo atravesado por una espada. Algo en esa imagen me resultaba inquietantemente familiar, pero no podía recordar por qué.

Empujé la puerta, y un estruendo metálico resonó cuando esta se abrió. Lo que encontré al otro lado me hizo detenerme en seco.

Un campo de batalla.

El cielo era un abismo de nubes negras, y el aire estaba cargado con el olor acre del humo y la sangre. A mi alrededor, hombres y mujeres luchaban con furia, sus gritos llenando el aire. Pero lo que realmente me paralizó fue la figura en el centro del caos.

Era yo.

O, al menos, alguien que se parecía a mí. Estaba vestido con una armadura pesada, brillante y cubierta de cicatrices. Una espada enorme relucía en su mano derecha, y se movía como un guerrero que había luchado mil batallas. Pero lo peor eran sus ojos: vacíos, fríos, como si no hubiera nada humano en ellos.




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