Capítulo 3. – El hombre de ojos color miel.
A medida que veía los ojos de Jun Zhen, Reyna se sentía cada vez más mareada, la sangre se le subió a la cabeza, su vista se nubló y las piernas no la sostuvieron más, sintió como si estuviera cayendo en cámara lenta.
Su cuerpo se precipitó hacia enfrente, pero en lugar de encontrarse con el suelo, un par de brazos fuertes y perfumados las sostuvieron con sutileza.
- Te tengo — la chica escucho aquella voz como un suave murmullo, pero no fue capaz de responder o de abrir los ojos.
Ante los ojos atónitos de Steven quien estaba casi embarrado en la puerta de la sala de juntas y las expresiones de confusión del sequito chino, Jun Zhen abrió las puertas con rudeza sosteniendo a Reyna en sus brazos, el Señor Jiang fue el primero en acercarse.
- ¡Por dios! — exclamó preocupado Steven — ¿¡Qué le pasó!? — preguntó tocando la cara de Reyna.
- Se desmayó — dijo rápidamente Jun Zhen sosteniéndola con cuidado.
- Tú, ayúdale al maestro — le ordenó a uno de sus trabajadores el señor Jiang, pero Jun Zhen se negó retrocediendo.
- Yo me haré cargo — dijo en tono seco — envía al personal jurídico de vuelta al hotel, la junta se ha pospuesto. — ordenó.
- Si señor — respondió Jiang en un tono severo.
- Solo necesitaré dos guardias conmigo y a mi chofer, los demás se pueden ir, hablaremos más tarde — dijo para los que seguían perdidos en la situación.
El hombre de mirada severa se giró y comenzó a explicare al personal que los acompañaba la situación, unos lucían sorprendidos, otros preocupado y unos más molestos, pero nadie objetó la orden.
Con el porte que caracteriza a alguien de estatus, Jun Zhen caminó por el pasillo con Reyna en brazos, dos hombres le seguían de cerca apartando a los incautos a su paso, aquella escena generaba a medida que avanzaban, murmullos que se intensificaban a medida que avanzaban.
Detrás de ellos Steven, quien se había retrasado despidiendo a Jiang los alcanzó por fin.
- ¡Alguien llame a un doctor! — gritaba asustado, eso hizo que una mujer corriera hacia el teléfono eficientemente — mejor, llama al doctor Salas, ¡ya, ya! — la apresuro.
- ¡Si señor! — respondió la mujer con énfasis.
El Doctor Salas era su médico de cabecera desde hace 5 años y Steven tenia fe ciega en él, pero sabía que con su apretada agenda el tiempo que tardara en llegar podría ser más del que tenían.
- Llevémosla a mi oficina, ahí hay un sofá para que puedan recostarla — sugirió Steven con eficacia. — Por aquí — le indicó a Jun Zhen y su personal que lo seguía hasta la oficina.
- ¡señor, el doctor salas no responde! — le informo la preocupada mujer a su jefe siguiéndolos por el pasillo.
- ¡Llama a alguien más! — decía preocupado el hombre frotándose las manos, Reyna no era de las que se desmayaba, a menos que estuviera muy mal.
Jun Zhen quien llevaba en brazos a Reyna, entró a la oficina, la dejó con cuidado sobre el sofá seguido de su personal, casi al instante su asistente el señor Jiang entró en la sala.
Adonde Jun Zhen fuera, ese hombre iría también, antes fue la sombra del señor Chang ahora la de su hijo.
- Jiang, llama al doctor Huang de inmediato ¿el sigue en la auto verdad? — dijo Jun Zhen aprovechando que no solo los abogados y guardaespaldas había venido desde china con él, también su médico personal.
- Si señor — dijo de inmediato tomando su celular y saliendo de la habitación.
- ¡Ustedes, salgan de aquí también, ella necesita respirar! — ordenó Jun zhen a su séquito quienes salieron a toda prisa.
- ¿Qué está pasando jefe? — preguntó un inoportuno a Steven apareciendo afuera de su puerta.
- ¡Nada, vuelve a trabajar! — Ordenó un conmocionado Steven antes de cerrar la puerta dejando a todos afuera, salvo Jun Zhen quien permanecía compartiendo el sillón con Reyna para mantener su cabeza elevada sobre sus piernas, una imagen que extrañó a Steven, justo antes de que una voz llamara a la puerta nuevamente.
- El doctor Huang está aquí — dijo el eficiente representante haciendo pasar a un hombre encanecido de ascendencia asiática que usaba un atuendo inmaculado y un maletín negro y que estaba siendo escoltado hasta la oficina de Steven.
Ante todo, aquello, Steven seguía asombrado, aquel hombre estaba cuidando de Reyna como si esta fuera de su propiedad, la llevó en brazos el mismo, continuaba sosteniéndola e incluso hizo aparecer un doctor de la nada, el poder de los ricos era tenebroso pensó.