Un amor de verano √

Capítulo 1 - CAMBIOS

 

CAMBIOS

 

Era el mes de Junio, el calor comenzaba a ser elevado y las clases por fin habían terminado. Las vacaciones iniciaban y solo significaba una cosa: Relax y disfrute. Esas dos cosas estaba dispuesta a hacer en estos dos meses y medio. Aunque lo que más me importaba era conseguir dejar de pensar en el chico que me gusta, ese chico que ha sido mi mejor amigo desde que tengo uso de razón pero que ahora, ahora mismo se había convertido en mi dolor de cabeza. ¿Por qué? Porque ya no lo veía solo como un amigo, sino como algo más.

Ese chico era en sí, perfecto. El problema era que él no me veía como yo a él, solo me quiere como a una amiga y la verdad es que tiene muchas razones por las que yo no le gusto, puesto que yo siempre he sido un poco distinta a las demás chicas. Me gusta vestir de manera diferente, es decir, con sudaderas, chándal, informal… y no me intereso mucho por cosas que a las demás chicas sí. En fin, para él solo soy su amiga y para mi él lo es todo, no solo mi amigo, mi mejor amigo, sino que es el chico del que estoy enamorada.

A pesar de todo, me conformo con lo que tenemos ahora, amistad. Nos llevamos muy bien y hacemos todo juntos, nos contamos todo y hablamos de cualquier cosa, así como hacer todo tipo de actividades. Hacer todo esto con él para mí es muy importante, saber que él estará a mi lado pase lo que pase.

 

Llego a mi casa y tiro el bolso y la carpeta en cuanto paso por la puerta. Ya no tendré que ir más a la universidad hasta septiembre. Voy directamente al sofá y me tiro para tumbarme y descansar. En eso estoy cuando suena mi teléfono, miro quién es. Abro los ojos y sonrío al mirar el nombre que aparece en mi pantalla. Es él:

—Hola —respondo cuando descuelgo la llamada.

—Hola guapa —me responde—, me preguntaba si te apetecía quedar esta tarde –me pregunta.

—Claro —respondo sonriendo por poder verle—. ¿Dónde quedamos y a qué hora? —pregunto para saber cuándo tenía que salir de casa y a dónde tenía que ir.

—En la plaza donde siempre en una hora ¿te parece? —me responde al cabo de unos segundos en los que supongo que estuvo pensando una respuesta.

—Vale, allí nos vemos —respondo sonriendo.

—Hasta luego María —se despide de mí.

—Adiós —respondo sin más y cuelgo el teléfono.

Me voy a mi habitación y me pongo delante del armario mirando dentro para buscar que ponerme. No sé porqué pero quería vestirme de manera diferente a como suelo ir siempre. No porque fuese a verle sino por mí, me apetecía ponerme algo distinto. Finalmente escojo unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta blanca de tirantes, me pongo las playeras y me dejo el pelo suelto ya que siempre lo llevo recogido en una coleta o un moño. El vestuario que he escogido no es que sea algo fuera de lo normal pero normalmente suelo llevar prendas más anchas, no tan ajustadas, y llevar el pelo suelto ya es un gran cambio, al menos para mí.

 

Respiro tranquilamente y dejo que el aire ondee mi melena a su antojo. Camino en dirección a la plaza donde siempre quedábamos pero al pasar delante de la gente se me quedaban mirando. ¡Y como para no! Iba distinta a lo habitual y ellos lo han notado, se han dado cuenta. Hago omiso a las miradas de la gente y sigo el rumbo que he establecido cuando alguien de repente me para.

—¿María? —me pregunta la persona que me ha parado—, ¿eres tú? —vuelve a preguntarme incrédula.

—Hola Lucía —respondo a la chica—. Sí soy yo —respondo a su pregunta sonrojándome un poco y enroscando un dedo en el pelo al ponerme nerviosa— ¿Qué tal estas? —la pregunto mientras nos saludamos con un beso en la mejilla.

—Muy bien –me responde Lucía sonriendo—. ¿En serio eres tú? —me pregunta mirándome de arriba a abajo—, es que no pareces tú —me explica.

—Sí soy yo —intento convencerla—. ¿Tan mal estoy? —pregunto algo asustada mientras miro hacia abajo y observo mi ropa.

—¡No! Para nada —me dice con rapidez—. Estás preciosa así —me dice sonriendo y dándome un abrazo.

—Gracias —respondo aún dudando de la elección de mi vestimenta—. ¿Podemos hablar en otro momento Lucía? —pregunto—, es que me tengo que ir porque he quedado con este —la digo mirando hacia el suelo.

—¡Aaamigo! —exclama sonriendo—. Por algo era ello —me señala de arriba abajo mi ropa y alza las cejas varias veces insinuando algo–. Que te diviertas —me dice con una sonrisa picarona y riéndose.

—Calla anda —le digo riéndome—. Adiós —me despido de ella con un beso en la mejilla y sigo mi camino hasta la plaza.

No puedo creérmelo, esta chica es de las que no hay, siempre está igual. Aunque no puedo culparla de nada. Ella es así y me conoce a la perfección, lo sabe todo sobre mí. Por algo es mi mejor amiga y sabe como estoy en cada momento. A veces me desquicia pero la adoro y la quiero.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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