Un amor de verano √

Capítulo 5 - DECIR ANTES

 

DECIR ANTES

 

La presión me puede, el nerviosismo se apodera de mí y no puedo evitarlo más. El intento por retener mis lágrimas es un caso perdido, así que las dejo libres. Mis lágrimas salen rápidamente y lloro delante de él.

—¿Ei? —me dice Blas mientras se acerca a mí—. No llores por favor —me dice preocupado—. Anda ven aquí —me invita a que me acerque a él.

Al no moverme, me coge de la mano y me atrae hacia él para abrazarme, para decirme indirectamente que está ahí conmigo. En cuanto me rodea con sus brazos me siento segura, protegida, como si nada malo me pudiera pasar. Siempre que estoy así con él es como si estuviera en casa. Blas se separa de mí y me limpia las lágrimas después de unos segundos en los que permanecemos abrazados.

—Dime qué te pasa, María, por favor —me suplica preocupado mirándome a los ojos.

—Lo que pasa Blas es que… —intento explicarle.

Respiro profundamente, lo miro a los ojos dispuesta a contarle todo.

—¿Es que qué? —me insta a que conteste con rapidez—. Dímelo ya por favor, esta espera me está matando —dice nervioso mientras me coge de las manos.

—¡No puedo verte besándote con otra chica! —suelto de repente alzando un poco la voz por los nervios y el agobio de la confesión.

—No… no entiendo nada —me dice Blas confuso mirándome—. ¿Qué? —me pregunta e intenta mirarme a los ojos pero yo miro hacia el suelo.

—Qué… —intento decir pero no sé muy bien cómo hacerlo pero respiro hondo— ¡Lo que me pasa es que estoy enamorada de ti! —suelto de carrerilla y casi gritando— ¡Ya está, ya lo he dicho! ¿Contento? —le digo un poco enfadada por su insistencia para saber qué me pasa.

Ni siquiera puedo mirarlo a los ojos, simplemente suelto mis manos de su agarre y salgo corriendo de allí, alejándome del parque y de él para ir a casa de Lucía. Blas se queda allí de pie sin decir una sola palabra, lo sé porque le vi la cara. Era todo un poema, ni yo misma sabría explicar su expresión y eso que lo conozco bastante bien. De lo que sí estoy segura es que Blas no se esperaba absolutamente nada de lo que acabo de decir.

Finalmente llego hasta la casa de Lucía. Llamo al timbre insistiendo demasiado hasta que Lucía me abre la puerta. Al hacerlo me lanzo sin dudarlo a sus brazos.

—¿María qué pasa? —me pregunta Lucia preocupada mientras la abrazo.

—Blas tiene novia —la cuento al separarme de ella y entrar en su casa.

—¡¿QUÉ!? —me grita sorprendida sin entender nada mientras me mira confusa.

—Tiene novia —le vuelto a decir y vamos a su habitación—. Ah y le he dicho también que estoy enamorada de él —suelto rápidamente sentándome en su cama y viendo como Lucía cierra la puerta.

—¡¿Qué?! —vuelve a gritar girándose para mirarme— ¿Estás bien? —me pregunta preocupada sentándose a mi lado y poniéndome una mano sobre la mía para reconfortarme— ¿Cómo se lo ha tomado? —me sigue preguntando.

—Para, para —le digo con una media sonrisa—. Déjame responder a alguna pregunta —digo saturada con tanta pregunta y ella se ríe—. A lo primero, no, no estoy bien ahora mismo —confieso—. Lo único que quiero hacer es morirme y que la tierra me trague —llevo mis manos a la cara por la vergüenza que he pasado—. A lo último también no, no me he parado a mirar u oír lo que me tuviera que decir, solo me marché de allí corriendo —respondo sincera.

—Bueno…  —me dice Lucía—, lo hecho, hecho está —dice resignada—. Seguro que todo se arregla —intenta reconfortarme—. Si quieres puedes quedarte conmigo ¿te parece? —pregunta.

Asiento con la cabeza y me tumbo en su cama. Así me paso toda la mañana y parte de la tarde, con ella a mi lado consolándome, puesto que no he dejado de llorar en ningún momento.

Cuando comienza a atardecer el hambre se apodera de mí y me levanto a por un helado de chocolate. Suelen decir que si sumas el helado con el chocolate, éste te ayuda contra el dolor de amores y que te levanta el ánimo. Aunque para ser sinceros a mí no me sirve para nada, pero cómo tengo hambre…

Termino el helado cuando se ha hecho de noche ya, así que decido dejar de abusar de la hospitalidad de Lucía y de su familia. Me despido de ella y me dirijo a casa para poder descansar.

Camino sola y de noche, viniendo a mi mente todo lo que había pasado ayer y esta misma mañana. No hacía más que darle vueltas hasta que llego a la conclusión de lo estúpida que había sido al decírselo. Ahora ya nada volvería a ser lo mismo entre nosotros, acabo de romper la amistad que teníamos. Puede que lo hubiera perdido pero no debía pensar así, no debía hacerlo porque si no se haría realidad.

De repente alguien me agarra del brazo para detenerme, pegándome un susto de muerte. Me giro y me encuentro con Blas. ¿Por qué tenía que ser él? ¿Por qué?



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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