SOÑAR CONTIGO
Lo miro a los ojos, esos ojos que siempre me ha cautivado y que ahora me miran con cariño. Me coge de las manos y deposita un beso en ellas. Se acerca a mí más de lo que quisiera ahora mismo.
—Te he escogido a ti —me suelta de repente mirándome a los ojos y haciéndomelos abrir a mí de la sorpresa.
—¿Cómo? —consigo decir sin creérmelo—. No lo entiendo Blas —sigo diciendo como puedo ya que me cuesta hasta respirar— ¿Por qué? —pregunto sin entender nada.
—Porque te AMO —me responde sin tapujos y con una sonrisa en los labios.
El corazón se acelera y me olvido de respirar al oír sus palabras. No consigo decir nada durante unos minutos mientras intento asimilar sus palabras, en lo que significan.
—Blas, si es una broma, no me gusta nada —digo por fin aun sorprendida.
—¿Por qué dices eso? —me pregunta acariciando mi mejilla—. No es ninguna broma —me dice sonriendo—, yo te quiero y te he escogido a ti por encima de ella —me vuelve a decir para que me quede claro.
—¿Se lo has dicho a Ane? —pregunto curiosa.
—No, aún no —me responde—. No he sido capaz de decírselo —agacha la mirada.
—Pues entonces —cojo aire para seguir—, hasta que no se lo digas no te creeré —respondo seria queriendo evitar sufrir.
—¿En serio? —me dice algo enfadado y sorprendido por mis palabras— ¿No te basta con que te lo esté diciendo ahora para que podamos estar juntos? —me pregunta serio.
—No Blas —le digo mirándole a los ojos—, porque yo no puedo estar con alguien que tiene novia —confieso siendo sincera.
—Pero yo te amo —me dice ahora triste.
—Yo también te amo Blas, pero… —respondo.
No me deja terminar cuando sus labios aplastan los míos. Sus manos viajan a mis caderas para pegarme a él e intensifica el beso pasando una de sus manos por mi nuca. Después de unos minutos besándonos nos separamos para respirar.
—Dímelo otra vez —me pide juntando nuestras frentes.
—¿Qué te diga el qué? —pregunto susurrando intentando coger aire.
—Que me amas —me susurra mirándome a los ojos.
—Te amo Blas —vuelvo a decirle y veo que una sonrisa se le dibuja en la cara.
—Yo también te amo princesa —me dice acercándose a mí con una mirada llena de amor.
Blas vuelve a besarme y así pasamos lo que queda del día juntos, besándonos allí sentados, hablando de cualquier cosa, abrazándonos, queriéndonos,…
—Blas —le llamo después de pasar un tiempo en silencio y con mi cabeza en su hombro.
—Dime princesa —me responde separándose de mí para mirarme.
—Me tengo que ir ya —le digo cuando veo que está anocheciendo.
—Está bien —me dice levantándose del banco—, te acompaño a casa –sigue hablando tendiéndome una mano.
El camino hasta casa es silencioso, no decimos nada pero siento su mano junto a la mía, hasta que finalmente se atreve y entrelaza sus dedos con los míos. Así de la mano llegamos hasta mi casa. Al llegar me paro frente a mi puerta y me giro para encarar a Blas.
—¿Nos vemos mañana no? —me pregunta acercándose a mí.
—No —respondo seria.
—¿No? —me dice sorprendido— ¿Por qué? —me pregunta.
—Hasta que no le digas a Ane que me escoges a mí, no estaré contigo así —digo la verdad—. Solo seré tu amiga, solamente eso.
—Está bien —me dice con derrota porque sabe que no puede cambiar mi decisión—, mañana mismo se lo diré —me promete—. Te quiero princesa —me dice sonriendo.
—Yo también te quiero chiquitito —le devuelvo la sonrisa.
—Vaya —se ríe—, pensé que ya no te acordabas de eso —sigue sonriendo.
—No se me va a olvidar nunca —respondo riendo también por el apodo que le ponía de pequeña—. Buenas noches —le digo acariciando su mejilla.
—Buenas noches princesa —cierra los ojos ante mi contacto en su mejilla—, sueña conmigo —me dedica una sonrisa ladeada.
Se acerca a mí para besarme nuevamente, al separarme le sonrío y entro en casa. Las luces están apagadas, seguramente ya estén todos durmiendo, así que silenciosamente voy hasta mi cuarto. Me pongo el pijama y entro en la cama sin cenar, ya que no tenía hambre.
Hoy sin duda alguna ha sido un día maravilloso, de los mejores de mi vida. Blas es un ser de luz, le quiero mucho y no puedo creerme que me corresponda, ahora mismo estoy en una nube. Pero ahora el problema es otro, ¿será capaz Blas de decírselo a Ane? Espero que sí pero no quiero comerme la cabeza, ahora no, solo quiero soñar con él, en sus abrazos, en sus besos, sus caricias, su sonrisa…