Un amor de verano √

Capítulo 12 - AL FIN

 

AL FIN

 

Los rayos de sol entran por mi ventana haciéndome despertar ya que anoche me olvidé de bajar las persianas. De repente a mi mente vienen todos los recuerdos de ayer haciéndome sonreír por todo lo que había pasado con María.

Me levanto de la cama y me meto en la ducha pensando en qué manera le digo a Ane todo. Cuando termino de ducharme cojo el móvil y le mando un mensaje para quedar con ella en media hora en la cafetería de la plaza. No podía esperar más tiempo, tenía que ser ya o si no las cosas irían a peor.

Después de secarme me visto y salgo de casa en dirección a la plaza. Caminaba y solo pensaba en la reacción de Ane. Aún así respiro con fuerza dispuesto a entrar pero antes decido mandarle un mensaje a María.

 

“Buenos días princesa. No hemos pasado ni 24 horas separados y ya te echo de menos. He quedado con Ane ahora para decirle todo y para acabar con lo que teníamos. Te amo mucho pequeña”.

 

Entro decidido y la encuentro sentada en una de las mesas bebiendo un café. Llego hasta ella y se levanta del asiento con una sonrisa, se acerca a mí para intentarme besarme pero aparto la cara.

—Hola Ane —saludo sentándome y veo que frunce el ceño al ver que he rechazado su beso.

—Hola –me responde imitándome y sentándose— ¿Ya has decidido? —me pregunta sin dar rodeos y bebe un poco de su café.

—Sí —respondo firmemente—, ya lo tengo decidido —confieso sinceramente.

—¿Y bien? —me insta a seguir hablando— ¿A quién has elegido? —me pregunta intrigada.

—He elegido a María —digo confiado en mis sentimientos y mirándola a los ojos para que vea que no es ningún farol.

—¿¡QUÉ!? —me grita enfadada.

—Sí —digo para reafirmar lo que he dicho—. La quiero y quiero estar con ella —le digo la verdad.

—Pero… —intenta decir—, ¿y nosotros? —me pregunta haciendo un puño con sus manos.

—Lo siento mucho Ane —le digo sintiéndolo—, siento hacerte daño pero lo que siento por ella es amor y lo que siento hacia ti… es cariño —me explico—. No puedo mentirme a mí mismo, ni a ti, no sería justo —sigo hablándole—. Lo siento —vuelvo a repetir.

—¿Sabes que con ella no tienes futuro? —me dice enfadada—. Ella no es nada comparada conmigo —dice creyéndose superior.

—Para mí es perfecta —respondo a sus ataques sobre ella—. Además, la he elegido por oras dos razones más —digo intentando sonar lo más amable posible intentando olvidar sus palabras de desdén.

—¿Así? ¿Cuáles? —me pregunta irónicamente.

—María siempre ha sido mi mejor amiga y nunca me ha pedido que escogiera entre tú y ella por muy mal que la caigas —me explico—. La segunda razón es que no soporto que nadie me mienta solo por los celos. Y eso, Ane, eso lo has hecho tú —digo cortante.

—Blas, yo… —intenta explicarse y salir del paso como puede, pero me ha mentido en la playa y no hay escusa.

—Lo siento Ane —le digo apenado por la situación—. Lo digo en serio pero hasta aquí ha llegado lo nuestro, se acabo —digo serio.

Me levanto de la mesa y salgo de la cafetería. Respiro cuando estoy fuera y una sonrisa se dibuja en mi cara. Me siento feliz, estoy feliz. Me he quitado un peso de encima y por dentro ya no me siento culpable.

 

 

Me despierto gracias al sonido del móvil, me ha llegado un mensaje. Me hago un poco la remolona en la cama pero finalmente alargo la mano hasta la mesita y lo cojo. Lo desbloqueo y leo el mensaje que aparece.

 

“Buenos días princesa. No hemos pasado ni 24 horas separados y ya te echo de menos. He quedado con Ane ahora para decirle todo y para acabar con lo que teníamos. Te amo mucho pequeña”.

 

Cuando termino se me dibuja una sonrisa de felicidad. Es tan mono… tan romántico cuando él se lo propone… Que cualquiera no se enamoraría de él.

Una presión en mi pecho desaparece al saber que le va a contar todo a Ane, que lo va a dejar con ella y que por fin, vamos a poder estar juntos los dos, demostrándonos nuestro amor.

Como ya estoy despierta me levanto de la cama y me visto, bajo a desayunar porque tengo un hambre voraz al no cenar nada anoche. Termino con mi taza de leche cuando el sonido del timbre resuena por la casa vacía. Voy hasta la puerta y miro en la mirilla, allí lo veo, a Blas, parado en la puerta, con una sonrisa en la cara y tan guapo como siempre.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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