Un amor de verano √

Capítulo 18 - NO QUIERO PERDERLA

 

NO QUIERO PERDERLA

 

Blas me acaba de saludar y yo… no sabía que responder, estoy demasiado cortada, sin saber qué decir. Estoy un rato sin decir nada buscando las palabras adecuadas. Él me mira con cara de interrogación, esperando una respuesta por mi parte. Hasta que al fin consigo salir de mi trance.

—Hola —saludo—, pasa —le digo con la mano hacia el interior de mi casa.

Me aparto de la puerta y lo dejo pasar, él entra y yo cierro la puerta. Se queda esperándome en la entrada y cuando sigo el camino hacia la cocina ignorándole, siento que me sigue detrás.

—Mamá —le digo nada más entrar por la cocina.

—Dime cariño —me responde levantando la cabeza de la encimera donde está terminando de emplatar la comida.

—Me voy al jardín a escuchar música —le digo—, si necesitas algo estaré allí —la doy un beso en la mejilla.

—Vale cielo —me responde.

No quería estar en el mismo sitio con él, no me sentía bien. Estaba incómoda teniendo a Blas a mi alrededor, así que la única forma era evadirme. La música era mi salvavidas.

Ando hasta el jardín, cojo una toalla de la entrada así como los cascos y el móvil. Voy a una zona alejada de la mesa que está colocada para la comida y me tumbo a escuchar música. Las notas de música me relajan, me hace sentir bien y me evade del mundo, que es lo que necesito en estos momentos.

Estaba en paz y armonía.

 

 

Al final María me saluda pero estaba muy rara la verdad. Casi ni reconocía su actitud tan evasiva y fría. Voy detrás de ella con la intención de hablar pero le dice a su madre que se va al jardín a escuchar música. Entonces es cuando lo entiendo todo.

Escuchar música para ella es su forma de evadirse y de reflexionar, la hace sentirse tranquila y segura. La hace sentirse en paz. Y yo lo estoy fastidiando todo. Estar en mi presencia la agobia y la hace sentir incómoda, queriendo alejarse de mí todo lo que puede y lo que estas cuatro paredes la permiten.

Pero… necesito saber una cosa antes de marcharme, necesito saberlo y voy a averiguarlo hoy. No me pienso ir de aquí sin una respuesta, sin saber que ella siente lo mismo por mí que yo por ella.

Salgo al jardín y la veo al otro lado tumbada en la toalla, con el sol reflejando en su cara. Me quedo un rato embobado con la imagen que veo, está preciosa aunque siempre lo está. Salgo de mis pensamientos cuando un pájaro pasa por delante de mí y me corta la visión, así que me acerco lentamente.

Me paro detrás y la oigo cantar. Rara vez se la oye cantar, creo que es de las pocas veces que la oigo porque no deja que nadie la escuche, salvo que lo hagas como yo ahora, a escondidas. Tiene una voz maravillosa, siempre se lo digo pero nunca me hace caso.

Me tumbo lentamente a su lado observándola hasta que se percata de mi presencia y me mira. Hace un ademan de levantarse y el corazón se me acelera.

—No espera —le digo sujetando su brazo para que no se vaya—, quiero hablar contigo —pido mirándola.

—¿De qué Blas? —me pregunta sentándose en la toalla—. No tenemos nada de qué hablar, ya lo dejamos bastante bien claro la última vez –me dice seria y fría.

—No —respondo mientras la imito y me siento—. No lo dejamos bien claro —insisto.

—¿A no? —pregunta extrañada separando su brazo de mi agarre.

—No –respondo—. Escúchame por favor —medio suplico ya porque necesito que me deje hablar.

—¿Qué quieres? —vuelve a preguntarme pero esta vez con resignación.

—Te amo María —le digo directamente, sin rodeos.

—Blas… —intenta decir mientras se levanta.

—Por favor —la corto—, déjame acabar —la agarro nuevamente el brazo para que siga sentada a mi lado.

—Vale —responde con desgana.

—Te amo —vuelvo a decir—. Sigo creyendo que no es bueno que sigamos juntos —vuelvo a dejar clara mi opinión—, pero necesito saber que sabes que yo te amo y que si pudiera haría cualquier cosa por estar contigo —le digo.

—No —me dice seria—. No haces cualquier cosa —me dice—. Podríamos por lo menos intentarlo y tú ni siquiera te lo has planteado —me reprocha—. Así que no me vengas ahora a decir que me amas y qué harías cualquier cosa para que estemos juntos porque es mentira —dice enfadada.

—No soporto verte así —intento acariciar su mejilla pero me gira la cara—. Te echo de menos —confieso.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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