Un amor de verano √

Capítulo 5 - ELLA Y YO

 

ELLA Y YO

 

Álvaro me está besando y no sé cómo sentirme al respecto. Lo que sentía era totalmente diferente, es un beso distinto a todos los que había recibido y no sabía cómo sentirme.

¿Qué coño estoy haciendo? ¿Qué hago? No puedo hacerlo, no está bien, yo quiero y sigo enamorada de Blas.

Me separo de él y lo miro a los ojos. Álvaro me mira y no sé descifrarlo, no sé qué quiere decir y eso me confunde.

—Álvaro yo… —intento buscar las palabras adecuadas—. Esto no está bien —consigo decir al fin.

—¿Por qué? —me pregunta confuso.

—Blas —digo sin rodeo—. Estoy enamorada de él —confieso lo que siento por él.

—Tienes toda la razón —me dice echándose las manos a la cabeza—, no sé en qué estaba pensando, lo siento mucho —se disculpa—. Blas es mi mejor amigo y no puedo hacerle esto —sigue hablando.

Estoy a punto de decirle a Álvaro que no se preocupe, que no pasa nada cuando mis ojos miran tras él para toparme con unos ojos que nos están observando. Achino los ojos para ver mejor de quién se trata.

Es Blas.

¡Mierda! Nos ha visto, no puede ser. Esto se va a complicar.

—¡BLAS! —grito con todas mis fuerzas y salgo corriendo en su dirección.

—Lárgate, no quiero verte —me dice enfadado.

—No espera —pido—, no es lo que tú crees —intento explicarme—. Por favor, déjame que te lo explique —suplico intentando coger sus manos entre las mías.

—¿Por qué debería dejarte que me lo expliques? —me replica—. Tú no me dejaste hace un año —argumenta con toda la razón del mundo.

—Lo sé —intento contener las lágrimas—, lo siento —me disculpo porque no sé como rebatir sus palabras.

—No quiero hablar contigo —se suelta de mi agarre—. Yo… yo pensé que me querías pero me he dado cuenta de que no —dice con la voz apagada provocando que mi corazón se rompa.

—Te amo —digo con rapidez en un intento de que se quede conmigo.

No le doy tiempo a reaccionar cuando me lanzo sobre él y lo beso con pasión. Extrañaba estos momentos con él, extrañaba sentirme así, sentir sus labios.

Sus brazos me sueltan y sus manos agarran mis hombros para separarme lentamente de él. Lo miro a los ojos e intento aguantar las lágrimas. Acaba de rechazar mi beso.

—No María —me dice—, por favor no me hagas esto ¿vale? —su voz angustiada me retumba en los oídos.

Sus ojos se cristalizan y no puede retenerlo más, sus lágrimas comienzan a salir partiéndome el alma en dos. No puedo verlo así.

—Por favor Blas —vuelvo a pedir—, dame unos minutos para explicarme —intento buscar su mirada con la mía.

De la impotencia yo también comienzo a llorar, no puedo hacer nada para que deje de sufrir. No sé cómo arreglarlo si no es explicando lo que ha pasado.

—No llores por favor —me pide ahora él—. No me gusta verte así —borra con sus dedos mis lágrimas.

Parece contradictorio pero ninguno de los dos soportamos ver llorar al otro, a pesar de que somos nosotros quienes nos provocamos el sufrimiento.

—Es que… —intento explicar cómo me siento pero no me salen las palabras.

Unos pasos se acercan a nosotros y separamos la mirada para ver quién es. No es otro que Álvaro.

—Blas —se dirige hacia él—. Escúchala, en serio, ella te ama —sigue hablando Álvaro—. Al único al que quiere es a ti. María lo siento —se disculpa conmigo—, siento haberte metido en esto, yo no sé en lo que estaba pensando. Eres mi mejor amigo –mira a Blas—, y tú mi mejor amiga —me dice ahora a mí.

—Está todo bien Álvaro, en serio, no te preocupes —intento quitarle hierro al asunto para que no se sienta más culpable.

Con un gesto de cabeza y una sonrisa se despide de nosotros, dejándonos a Blas y a mí solos. Yo aún sigo llorando pero era incapaz de mirarlo a la cara, lo he estropeado todo.

—No llores por favor, no dejes que nadie te haga llorar, ni siquiera yo, nadie merece tus lágrimas. ¿Me oyes? —intenta hacerme sentir bien—. Me prometí a mí mismo que jamás te volvería a hacer llorar y voy a cumplirlo —me borra de nuevo las lágrimas de las mejillas.

—¿Entonces me perdonas? —pregunto esperanzada.

—Te perdono —me dice sonriendo—, no puedo enfadarme contigo, no puedo —junta su frente con la mía.

Después me abraza con fuerza. Esos brazos que siempre me hacen sentir bien, que me hacen sentir segura. Esos brazos fuertes que siempre me protegen. Pongo mi cara en su cuello, olía tan bien… tan él. Me encanta todo de él, todo.

 

De repente la lluvia comienza a caer empapándonos pero no nos importa, seguimos abrazados, sintiéndonos uno. Nos separamos y nos miramos a los ojos.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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