Un amor de verano √

Capítulo 6 - CHOQUE DEL DESTINO

 

CHOQUE DEL DESTINO

 

Ha pasado una semana desde que Blas y yo nos reconciliamos más o menos. A lo largo de los días estuvimos quedando y al final volvimos a estar juntos de nuevo. Ahora, ahora estaba mejor que nunca, sentía que todo estaba bien.

Me ha devuelto la ilusión, me río por cualquier tontería y me paso horas y horas con una sonrisa tonta en la cara después de pasar tiempo con él.

Blas es lo que siempre he soñado, es absolutamente perfecto. Lo quiero.

 

Las chicas y yo hemos decidido ir a tomar algo cerca de casa. Al final encontramos uno cerca del parque que hay un par de calles de nuestra casa. Nos sentamos en la terraza y charlamos de todo un poco. La única que no había venido era Didi que se quedó en casa porque no se encontraba bien.

 

Narra Adriana:

 

Nos sentamos en la terraza del bar pero no doy tiempo al resto para pedir.

—Voy al baño chicas —les digo levantándome de la silla—, ahora mismo vuelvo —termino de decir.

—De acuerdo —me responde Lucía—, no tardes mucho—, me dice y me río por las prisas que siempre tiene para todo.

Iba ensimismada en mis pensamientos pensando en cómo me había cambiado la vida y lo agradecida que estaba a la vida por reunirme con las chicas. Tan metida estaba en mis pensamientos que me choco con alguien y caigo al suelo de la inercia.

—Lo siento mucho me disculpo —mientras me froto en el golpe que me he dado.

—No te preocupes —me responde—, ha sido culpa mía —me vuelve a decir—, espera que te ayudo —me dice tendiéndome la mano.

Agarro la mano que me tiende y alzo la mirada para toparme con sus ojos. Me quedo sin aliento y siento que se para todo a mi alrededor. Era el chico más guapo que había visto en mi vida. También tenía unos ojos preciosos, azules y el pelo rubio. Me quedo atontada mirándole y él me sonríe. No tenía palabras, me quedo en blanco.

—Yo… Lo siento —consigo decir al fin mientras me incorporo con su ayuda.

 

Narra Dani:

 

He quedado con David y con Álvaro para tomar algo y pasar el rato. Al final escogemos un bar cerca de un parque, nos daba igual uno u otro, simplemente pasar el tiempo y hablar de todo lo que nos está pasando, que es mucho. Nuestras vidas han cambiado por completo.

Entramos dentro del bar para pedir algo en la barra cuando de repente me choco con una persona. Me giro y veo a una chica en el suelo, sin querer la he tirado. ¡Seré idiota!

—Lo siento mucho —se disculpa ella.

Encima es ella la que se tiene que disculpar, seré lento.

—No te preocupes —hablo con rapidez—, ha sido culpa mía —intento que no se culpe—, espera que te ayudo —tiendo mi mano para ayudarla.

Agarra mi mano y es entonces cuando puedo ver bien su rostro. Es preciosa, tiene unos ojos bonitos y sobre todo una sonrisa perfecta. El pelo lo tiene ondulado y le cae en cascada sobre sus hombros, devolviéndome una imagen que me transmite una buena sensación.

—Yo… Lo siento mucho —me dice y la ayudo a incorporarse del suelo.

No me dice nada más y se da media vuelta para irse. Ni siquiera soy capaz de decirla algo, de preguntar su nombre o invitarla a tomar algo a modo de disculpa. Me quedo allí quieto, en shock, sin moverme. Solo tenía ojos para verla salir por la puerta.

—Dani —me llama Álvaro pasando una mano por delante de mi cara.

—Ummm —respondo con lo único que soy capaz de pronunciar ya que mi mente sigue en ella.

—Te has quedado atontado mirando a esa chica —habla ahora David y ambos se ríen de mí.

—Es preciosa —digo al fin y ellos siguen riéndose.

—¿Al menos sabes cómo se llama o tienes su número no? —me pregunta Álvaro.

—¡Mierda! —exclamo y me llevo una mano a la cara—. No tengo ni idea —confieso avergonzado.

—Ya te vale chaval —me dice David dándome una palmada en la espalda.

Los chicos no dejan de reírse de mí mientras pedimos algo para beber. Nos sentamos en una mesa libre en la terraza y comienzan a hablar de sus cosas. Ni siquiera sé de lo que están hablando porque solo puedo pensar en ella. Tiene algo que me ha hipnotizado. Necesito saber al menos su nombre, algo sobre ella. La incertidumbre me está carcomiendo por dentro.

Mi mirada va a parar a grupo de chicas que se ríen con un tono más alto al resto de los que estamos presentes. Las observo hasta que me paro en una de las chicas. Es ella, la chica con la que he tropezado.

—Chicos mirad —señalo con discreción la mesa en la que está sentada—. Está allí, la chica de antes —sigo hablando.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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