RESPUESTA
Un mes después…
Narra Adriana:
Ha pasado un mes… un mes desde que pasó el accidente de Blas y desde aquel día María no ha vuelto a ser la misma. Cuando pasa tiempo con nosotras es cómo si su cuerpo estuviera pero su mente no. Aunque no ocurre lo mismo cuando pasa tiempo con Blas, en esos momentos vuelve a ser la misma chica alegre y risueña.
A pesar de lo malo de la situación, aquel dia salió algo positivo: Dani.
Desde aquel día que nos cruzamos en el bar y lo miré, ya no pude olvidarme de él. Mi cabeza no hace más que pensar en lo afortunada que he sido por haber conocido a un chico como él. No es que sea perfecto porque nadie lo es pero para mí sí y cada día estoy más y más enamorada de él.
Llevamos un mes quedando siempre que ambos podemos, unas veces acompañados por nuestros amigos y otras veces solo los dos. Poder compartir momentos con él me hacen feliz, él me hace feliz. Me entiende, se preocupa por mí, me hace reír,… Disfruto mucho de su compañía y me ha ido ganando poco a poco.
Me levanto de la cama, ya que estoy espatarrada en ella, para vestirme porque he quedado con Dani. No sé a dónde me va a llevar y eso provoca que esté nerviosa. Bastante a decir verdad. Esa incertidumbre, misterio,… que al final me encanta.
Cojo del armario unos vaqueros y una camiseta azul de media manga. Hace buen tiempo a pesar de que estamos en pleno otoño pero por si acaso saco una chaqueta de entretiempo del armario para llevarla. El pelo lo recojo con una coleta alta y me maquillo lo justo, un poco de base, eyeliner, rímel y me pinto los labios en un color suave.
Al terminar me miro en el espejo y me doy el visto bueno cuando llaman al timbre de casa. Seguramente sea Dani así que cojo el bolso, la chaqueta y voy hasta la puerta. Allí aparece Dani y veo alejarse de la entrada a Natalia, por lo que supongo que ha sido ella quién lo ha dejado entrar.
— Hola preciosa —me dice con una sonrisa nada más verme, lo que provoca que me sonroje.
—Hola —respondo algo tímida.
Dani se acerca y me planta un beso en la mejilla provocando que me ponga aún más roja de lo que estaba.
—¿A dónde me llevas? —pregunto ansiosa saliendo de casa juntos.
—Ya lo verás preciosa —me responde sonriendo—, todo a su debido tiempo —me coge de la cintura y me dirige hasta su coche.
Nos metemos en el coche y comienza a conducir al lugar misterioso que me quiere llevar.
Narra Dani:
Miro a mi derecha para observar a Adriana. Es tan preciosa… Estoy perdidamente enamorada de ella, de su sonrisa, su mirada, su forma de pensar, la manera en la que habla de las cosas que la apasionan… Conocerla ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Hace que me sienta especial y único.
Ha pasado un mes desde que la conozco y nos hemos compenetrado muy bien por lo que tengo que ser sincero con ella. Quiero serlo y no sola con ella sino conmigo también. Voy a decirla lo que siento pero no estoy muy convencido del todo, tengo miedo. ¿Y si ella no siente lo mismo que yo? ¿Y si solo me quiere como amigo?
Todas esas preguntas se me pasan por la cabeza y me hacen sentir nervioso, con el corazón acelerado, empezando a sudar.
—Hemos llegado —digo aparcando el coche en un hueco libre.
—¡Madre mía! ¡Guau! —me dice irónicamente mientras se aguanta la risa.
—Es buen lugar —digo sonriendo—. Además sé que te a ti te gusta —la giño un ojo para después salir del coche.
Sé que no es muy original pero es un sitio especial para la dos. La he traído al bar dónde nos conocimos por primera vez.
—¿Te acuerdas de este sitio no? —pregunto mientras nos sentamos en una mesa libre de la terraza.
—Por supuesto que me acuerdo —me sonríe—, es el bar en el que nos vimos por primera vez —me mira a los ojos y se sonroja haciéndola ver más adorable.
Me encanta hacer que se sonroje, se la ve tan mona y tierna…
Pasamos el resto de la tarde charlando de todo un poco pero sobre todo de ella. Me encanta escucharla hablar y que me cuente todo lo que ha hecho durante el día.
—¿Por qué me has traído a este lugar Dani? —me pregunta Adriana después de un rato sin hablar.
Sabía que algo estaba rondando por su mente. Aún así la pregunta me pilla desprevenido porque no sé a qué se refiere.
—¿No te gusta? —pregunto algo nervioso y temeroso por su respuesta.
—No —me responde rápidamente—, no es eso —me sonríe—. Lo que pasa es que me extraña que me hayas traído aquí —me dice sincera.
—Es que el lugar me encanta —confieso a medias rascándome la nuca nervioso.
—Dani —me mira ahora seria y trago con dificultad de los nervios—, déjate de rodeos y dímelo ya —me pide medio exigiendo.
—¿Decirte el qué Adri? —la miro confuso y nervioso a la vez.