Un amor de verano √

Capítulo 16 - TÚ

 

 

Narra Adriana:

 

Veo como Dani se para, se gira y me mira. Veo como sus ojos están llenos de dolor. No me gusta verle así.

—¡Basta Adriana! —alza la voz—. Deja de hacerme esto ¿vale? —me dice algo enfadado.

—No —respondo—. No voy a parar Dani, no hasta que me escuches —sigo hablando mientras me acerco lentamente a él.

—¿Qué es lo que no entiendes? —me pregunta retóricamente—. No quiero escucharte —me dice a los ojos cuando llego a su altura.

—Te quiero —le digo con lo único que sé que lo va a hacer callar.

Eso es lo que ocurre, Dani se queda mudo, me mira sorprendido, con la boca abierta sin saber que decirme. Intenta decir algo pero no le salen las palabras.

—Estás… estás mintiendo, solo me lo dices para que te escuche —dice dubitativo.

¿Espera se piensa qué es una broma o algo? ¿Es tonto o qué? Acabo de decirle que lo quiero y se piensa que le estoy mintiendo. Es cabezón como él solo. Sí que es cierto que yo he pensado que podía ser una broma pero después de ver sus ojos vi que no, que decía la verdad. No sabía cómo reaccionar.

No puedo dejar que piense eso, tengo que hacer algo. Me acerco lentamente hasta él y para mi suerte se queda en su sitio. Dani me mira a los ojos buscando si digo la verdad, al mismo tiempo le devuelvo la mirada. Esos ojos tan preciosos que hacen que me pierda en ellos.

—Te quiero —susurro mirándolo a los ojos.

Me mira pero no me dice nada. No puedo con esta situación así que me acerco a él. Cojo con mis manos sus mejillas y me acerco lentamente para depositar mis labios sobre los suyos. Lo beso lentamente hasta que Dani me corresponde, tarda en hacerlo pero al final reacciona, pasando sus manos por mi cintura.

Mientras lo beso me siento la chica más feliz del mundo. El beso es cálido y transmito todo el amor que siento por él.

 

Narra Dani:

 

Estoy… no puedo creerlo, estoy besando a Adriana por fin. Tenía unas ganas de poder tocar sus labios, de sentirla de esa manera. Siempre pensé que iba a ser yo quien la besara primero pero con esta chica todo es al revés.

Lo más importante de todo esto es que me ha dicho que me quiere y sé que no es mentira, me lo está demostrando en estos momentos. Su beso me dice todo lo que siente por mí de la misma forma que yo me entrego de lleno, demostrándola lo que siento por ella.

Por la falta de aire nos tenemos que separar. Junto su frente con la mía y la miro a los ojos, esos ojos que ahora brillan de emoción.

—Te quiero preciosa —digo sonriendo como un tonto enamorado.

—Y yo a ti —me responde dejando un suave beso sobre mis labios.

—¿Cenamos? —pregunto mientras me separo un poco de ella pero aun con mis brazos tras su cintura.

—Sí —me dice—, va a ser lo mejor —se ríe—. Al final se nos va a quedar frío —se aleja un poco de mí.

Me coge de la mano y me lleva hasta la mesa. Llego hasta la silla y como buen caballero la ayudo a sentarse. Después me siento y nos ponemos a cenar. Todo está delicioso y lo que había era todo lo que a mí me gustaba. Me conocía bastante bien. Es tan adorable…

Cuando acabamos  de cenar decidimos dar un paseo por la orilla del lago. Vamos cogidos de la mano. No hablamos, simplemente nos vamos mirando de vez en cuando a los ojos. Solo con la mirada expresamos lo que estamos sintiendo.

En un momento Adriana se para y mira al cielo para después mirarme a mí. Se sienta en la arena y me coge de la mano para que la imite, sentándome a su lado.

—Es precioso ¿verdad? —me pregunta mirando al cielo.

—No tanto como tú —respondo contemplándola.

—Mentira —me dice sonrojándose al mirarme.

—Yo solo digo la verdad —digo sonriendo—, siempre digo la verdad —suelto una carcajada al ver que se pone más roja.

—Pues esta vez estas mintiendo —me dice avergonzada—. Aquí el guapo eres tú —me deja sorprendido con sus palabras y me sonrojo levemente.

No puedo resistirme más, es tan adorable que termino por besarla. La beso como si no hubiera un mañana. Necesitaba tanto tenerla a mi lado, doy gracias al destino por haberla encontrado. Es un soplo de aire fresco en mi vida. Siento como sus labios responden con la misma intensidad que yo. Al final ella se separa de mí para coger aire.

—Te quiero —vuelvo a decirla y no me cansaré de repetírselo.

—Yo también te quiero rubio —me responde sonriendo.

Volvemos a besarnos, cada vez más intensamente y el ambiente se vuelve cargado. El calor nos empieza a embriagar y al final una cosa lleva a la otra. Terminamos haciendo el amor, ahí en la arena, bajo la luz de las estrellas y la luna.

Adriana se duerme apoyada en mi pecho mientras la abrazo cuando terminamos. La miro y no puedo creerme la suerte que tengo. La quiero tanto y esta noche ha sido una de las mejores de mi vida. Siento que ella es la indicada.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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