LA ÚNICA
Narra Lucía:
Estoy muy dolida, mucho, no puedo creer todo lo que acaba de suceder hace un momento. Por fin he conocido al chico de mis sueños y encima era Carlos y después plaf, todo ha resultado ser una farsa.
Mi corazón está hecho pedazos, me he enamorado de él como una tonta y ahora me siento frágil y vulnerable pero no puedo reprimir sentirme así.
Llego a casa de las chicas sin decir ni una sola palabra. María me observa esperando a que la cuente todo pero niego con la cabeza. No quiero hablar con nadie y voy hasta la habitación que me han asignado.
Voy hasta la cama y me tumbo para pensar en todo lo que ha pasado. Abren la puerta de mi habitación sacándome de mis pensamientos y veo como María cierra la puerta y se sienta junto a mí.
—¿Cariño qué te ocurre? —me pregunta preocupada.
—No me pasa nada —contesto seca porque no quiero hablar del tema.
—No me mientas —me dice alzando una ceja—, te conozco perfectamente y sé que algo te ha pasado en esa cita a ciegas que tenía —sigue hablando— ¿Verdad? —me pregunta segura de las conclusiones que ha sacado.
—La verdad es que sí —respondo sincera sabiendo que a ella no la puedo ocultar nada.
—¿Qué ha pasado? —vuelve a preguntarme tumbándose junto a mí— ¿Quién era? —pregunta por el chico.
—Era Carlos —confieso.
—¿Carlos, nuestro Carlos? —pregunta sorprendida y yo asiento—. Vaya no me lo puedo creer, ¿eso es genial no? —me pregunta sonriendo.
—Lo era hasta que ha parecido Carla —digo con algo de repulsión al mencionar su nombre.
—¿Carla? ¿Quién es Carla? —me mira sorprendida sin entender nada.
—Su novia —respondo sin más.
—¡¿QUÉ?! —grita mientras se incorpora en la cama sin creerse mis palabras.
—Lo que oyes —respondo—. Te cuento todo lo que ha pasado —tiro de ella para que vuelva a tumbarse junto a mí.
Cuento a María todo lo que ha pasado, absolutamente todo, desde el momento en el que llego a la plaza, veo que es él, nuestro casi beso y la llegada de Carla que nos interrumpe.
—Y lo besó y yo… —se me corta la voz porque tengo ganas de llorar.
—Eh cielo no llores —me dice María acariciando mi pelo—. No merece la pena —sigue consolándome.
No puedo más y lloro desconsoladamente en sus brazos. Nunca he llorado tanto por un chico. María se queda conmigo todo el rato abrazándome hasta que me duermo.
Narra Carlos:
Lo he jodido todo aunque realmente la culpa es de Carla. Tenía que haberme apartado de ella pero me dejó sorprendido, no me lo esperaba. Ahora tengo que hacer todo lo posible por recuperarla, necesito que me perdone, que me deje explicarme para después poder estar juntos.
Voy a casa de las chicas, después de estar todo el día dando vueltas y pensando, porque sé que ella está allí, con María. Llamo a la puerta cuando llego y me abre Blas. ¡Qué raro! ¿Qué hace todavía en casa de María?
—Hola tío —me saluda con una sonrisa dejándome pasar— ¿Qué tal? ¿Quién era la chica? —me avasalla a preguntas.
—Era Lucía —respondo—. Pero necesito hablar con ella urgentemente —lo miro desesperado—. La he cagado —confieso.
No espero a que Blas me diga algo más, me aparto de él y voy hasta el salón para ver si está allí, al no verla me dirijo a las escaleras para buscarla en su habitación. Mientras subo veo como María baja y me mira enfadada en cuanto me ve. Intento seguir subiendo pero me corta el paso.
—¿A dónde crees que vas Carlos? —me pregunta enfadada.
—Necesito hablar con Lucía —respondo sincero y con la mirada llena de suplica.
—De eso nada —me dice poniendo una mano sobre mi pecho para frenarme—. No voy a dejar que hables con ella así que déjala en paz, bastante daño la has hecho ya —me mira con el semblante serio—. Se ha pasado toda la tarde llorando y ahora mismo se acaba de quedar dormida, así que ya puedes irte por dónde has venido —termina de decir.
—Yo… —intento decir algo pero ella no me deja.
Sus manos vuelven a mi cuerpo y me hace retroceder por las escaleras a empujones. No puedo hacer nada más por lo que voy hasta Blas, necesito alguien con quien hablar.
Llego hasta él y le cuento todo lo que ha pasado y también la idea que tengo para recuperarla. Blas está de acuerdo con mi idea y me ayuda a prepararlo todo. La noche llega y es el momento perfecto para llevar a cabo el plan.
Me acerco al balcón de su habitación y tiro unas piedrecitas a la ventana. Creo que esto es demasiado cliché pero a veces estas cosas funcionan, espero que esta sea una de esas veces. Lucía se asoma al cabo de unos minutos y se asoma con cara adormilada.
Cojo la guitarra y comienzo a cantar una canción, una de nuestras canciones, la misma que David había usado con Natalia, esa canción que todos habíamos compuesto pensando en las chicas de nuestros sueños. Creo que es la mejor para expresar lo que siento por ella.