Un amor descomunal.

Prólogo.

12 de Septiembre de 2017.

—Creo que esto es una pésima idea, Didi.— rodé los ojos cuando volvió a decir eso.

Y es que en los últimos 10 minutos es lo único que ha estado repitiendo, que ya me tiene hasta la madre con esa frase.

Creo que es el mismo sentimiento que siento cuando Adrien dice "Ella es solo una amiga" a mi pobre Marinette.

—¿Quieres parar con eso ya? Me das dolor de cabeza.— ahora es su turno de rodar los ojos.

Lo sé, puede que sea una idea descabellada -como todas las ideas que tengo en general- pero será divertido esta vez, ya que Fabio me acompaña en este momento de locura, como en cualquier otra.

—¡Pero si es la famosísima Diana!— oh joder,  esta vez ya valí madres.

Pietro Casas es el famoso tatuador de todo Brooklyn, y es que él hace arte a la hora de tatuar, se suponía que él debía fingir no conocerme, pero al parecer al idiota se le olvidó.

—Pietro, hola.— le devuelvo el saludo un tanto incómoda, siento la mirada acusatoria de Fabio en mi espalda.

—¿Eso es todo lo que piensas decir? ¿Un simple "Pietro, hola"? Ven aquí y dame un abrazo, desgraciada.— él rápidamente me envuelve con sus brazos, me tenso por un momento para después devolver el abrazo.

Fabio sigue viéndome con sospecha, y es que, que tu mejor amiga conozca a el mejor tatuador de toda la ciudad solo significan dos cosas.

1) Ya me hice un tatuaje porque estoy pendeja.

2) Estoy pendeja.

Cualquiera de esas es válida, porque de hecho ya me tengo hecho un tatuaje, en un lugar que ni siquiera él sabe, y eso que le cuento absolutamente todo. Y cuando digo todo, es TODO.

Sé que estoy loca, él junto con mi familia me lo dicen a menudo, pero aún así él no se ha ido de mi lado, sigue estando allí para mi, como yo para él.

Cuando nos conocimos a penas éramos unos chiquillos que todavía se comían su moco, bueno, Fabio era el que se comía sus mocos.

Ambos nos llevamos mal, y es que él perdió mi crayón amarillo cuando me había dicho que lo cuidaría y me lo daría sano y salvo, maldito mentiroso, hice un drama, le grité de irresponsable y de mentiroso, la maestra trató de calmarme pero no pudo, la persona que me calmó fue Fabio, diciéndome que me compraría un helado si dejaba de llorara y en recompensa por haber pedido mi color.

Desde ese día hemos sido inseparables, a cada lado que voy él va conmigo, siempre ha estado en cada locura que he cometido, como por ejemplo, la vez que llené de huevos y papel la casa del maestro de matemáticas por haberme reprobado, aunque él me regañó cuando tiré el primer huevo, me siguió con los demás.

Él es esa amistad que sientes que será duradera, y es por eso que hoy, 12 de Septiembre, cumplimos 10 años de ser mejores amigos, y por eso lo convencí de hacernos un tatuaje juntos.

Al principio se mostró renuente pero logré convencerlo.

Creí que nuestra amistad sería para siempre, hicimos un juramento sagrado.

"Hasta que la muerte nos separe", ese fue nuestro juramento, lo sé, parecía que nos casamos, pero esa frase era válida para nuestra amistad, pero lo que yo no contaba, es que otras personas pongan en duda nuestra amistad.

Sin saber, que esa "muerte", llegaría antes de lo planeado.

 




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