Un Amor en el Tiempo

1. Un déjà Vu

El reloj de la vieja torre de la ciudad marcaba las 6:05 de la mañana cuando Valeria despertó con un escalofrío inexplicable recorriéndole la espalda. Aunque la luz del alba se filtraba tímidamente a través de la ventana, sentía como si una penumbra la envolviera, una nostalgia profunda sin causa aparente. Siempre había sido madrugadora, pero hoy algo era distinto: una urgencia en el alma la impulsaba a levantarse sin saber muy bien por qué.

Mientras tanto, a pocas cuadras de allí, Mateo se encontraba en la terraza de su modesto apartamento, observando cómo los primeros rayos del sol teñían la ciudad de dorado. Con la mirada perdida, se preguntaba si los sueños que había tenido durante la noche escondían algún significado. Siempre había sido un hombre racional, pero esa mañana, una sensación de déjà vu lo asaltaba, como si el universo le estuviera enviando un mensaje cifrado en el murmullo del viento.

El domingo había llegado. Aunque ambos sentían un vacío al despertar, algo en el ambiente parecía romper la monotonía de la rutina diaria. Era un día en el que, según una extraña costumbre que ambos ignoraban por completo, el tiempo parecía reiniciarse y los recuerdos se diluían, pero hoy, en esta singular mañana, algo se había colado entre las grietas del olvido.

Sin saber muy bien qué los llamaba, Valeria y Mateo decidieron abandonar la calidez de sus hogares y dirigirse al parque central de la ciudad. El parque, un remanso de árboles centenarios y senderos de piedra, parecía tener un aura mágica esa mañana. Las hojas susurraban secretos al compás del viento, y el reflejo del agua en el pequeño estanque parecía guardar en sus profundidades enigmas de tiempos pasados.

Valeria caminaba despacio, sintiendo que cada paso la acercaba a una verdad oculta. Mientras recorría el sendero, se percató de una extraña vibración en el aire, un murmullo imperceptible que parecía llamarla por su nombre. “¿Será mi imaginación?” se preguntó, deteniéndose a observar el ir y venir de las sombras entre los árboles. Fue en ese instante cuando, al doblar una curva, sus ojos se encontraron con los de un hombre que parecía haber emergido de la penumbra misma.

Mateo, con su mirada intensa y llena de misterio, la observó por un breve instante. En ese contacto fugaz, ambos sintieron como si se reconocieran de alguna vida anterior, como si el destino hubiera tejido con hilos invisibles sus almas. Sin una palabra, la conexión se hizo palpable: era una atracción inexplicable, un lazo forjado en el silencio de un universo que guarda secretos demasiado profundos.

Buenos días —saludó Mateo con voz suave, como si temiera romper la magia del instante.

Valeria apenas pudo articular un “buenos días”, como si cada palabra fuera un eco de una emoción largamente contenida. La timidez se mezclaba con la certeza de que ese encuentro no era casual, que había algo en su interior que la empujaba a conocerlo, a descubrir la razón de aquella sensación tan extraña.

Mientras caminaban juntos por el parque, cada paso parecía abrir una puerta a recuerdos difusos. El murmullo de los árboles, el canto distante de un pájaro, incluso el roce del viento sobre la piel, evocaban imágenes de un pasado compartido que ninguno de los dos recordaba con claridad. Hablaban poco, como si las palabras fueran incapaces de capturar la intensidad del momento. En lugar de eso, se comunicaban a través de miradas y silencios que decían más que mil frases.

¿Sientes eso? —preguntó Mateo en voz baja, casi como si dudara de sus propias palabras.

Valeria asintió, sin poder apartar la mirada de él. Había algo en su presencia que despertaba en ella una emoción olvidada, una llama que, a pesar de las sombras, ardía con fuerza. Caminaban por senderos cubiertos de rocío, y en cada paso, el parque se transformaba en un escenario de revelaciones. Parecía que el mismo tiempo se había detenido para permitirles vivir ese instante único, como si el destino hubiera decidido regalarles una tregua en medio de una vida de recuerdos perdidos.

En un banco de madera, bajo la sombra de un viejo roble, se detuvieron por un momento. Mateo, con gesto pensativo, sacó un pequeño cuaderno de bolsillo y, tras un titubeo, empezó a garabatear unas palabras que parecían brotar desde lo más profundo de su ser. Valeria, intrigada, se inclinó ligeramente para ver lo que escribía. Las palabras se mezclaban con la caligrafía del destino, como si alguien hubiera dejado una pista en un idioma olvidado.

No lo entiendo —admitió Valeria, susurrando mientras echaba un vistazo al cuaderno—. ¿Acaso son recuerdos…?

Mateo cerró el cuaderno, como si las palabras fueran demasiado poderosas para ser expuestas al mundo sin antes comprender su significado.

—No lo sé —respondió con un dejo de melancolía—. Pero siento que hay algo que debemos descubrir, algo que nos une de una forma que va más allá de lo que comprendemos.

Las horas pasaron y el sol fue ascendiendo en el cielo, llenando de luz el rincón del parque. Sin embargo, una sensación de urgencia persistía en el ambiente. Había algo en ese día que desafiaba la lógica, algo que hacía temblar los cimientos de la realidad. Mientras se despedían, sin un plan concreto pero con la firme convicción de reencontrarse, ambos sintieron que estaban al borde de un misterio que cambiaría sus vidas para siempre.

Valeria regresó a su hogar con el corazón acelerado, las palabras de Mateo resonando en su mente como un eco incesante. Cada paso en la ciudad parecía llevarla a través de un mosaico de recuerdos borrosos, imágenes de un pasado que no le pertenecía y de un futuro incierto. Por otro lado, Mateo se quedó mirando la calle por donde se había ido Valeria, con la firme convicción de que aquel encuentro era solo el principio de algo mucho más grande y misterioso.

Mientras la ciudad despertaba por completo, el parque guardaba en su seno el secreto de aquel instante mágico. En el suelo, casi imperceptible, una hoja arrugada descansaba junto a una pluma antigua, como si el destino hubiera dejado una pista para quienes se atrevieran a mirar más allá de lo evidente.




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