Un Amor en el Tiempo

12. Un momento que se siente eterno

Elena no quería despedirse.

No aún.

Habían pasado horas caminando sin rumbo, riendo de cosas sin sentido y hablando de todo y de nada a la vez. Era la conversación más simple que había tenido en mucho tiempo. Y al mismo tiempo, la más importante.

Porque, de alguna manera, Gabriel la hacía sentirse… completa.

Se detuvieron en un pequeño puente que daba a un lago. El agua reflejaba la luna y las luces de la ciudad, dándole un aire casi irreal.

—Este lugar es bonito —comentó Elena, apoyándose en la baranda.

Gabriel se quedó en silencio un momento antes de decir:

—Lo es. Pero creo que me gusta más porque estoy aquí contigo.

Elena sintió su corazón dar un vuelco.

Era absurdo.

Todo esto era absurdo.

¿Cómo podía estar sintiendo algo tan intenso por alguien que, en teoría, acababa de conocer?

Intentó ignorarlo.

—Gabriel…

Él la miró, esperando.

Elena abrió la boca, pero no sabía qué decir.

Quería preguntarle si él también sentía que había algo más entre ellos, algo que iba más allá de lo lógico.

Pero no quería arruinar el momento.

No todavía.

—Nada —murmuró al final, mirando el reflejo del agua.

Gabriel no insistió. Solo se quedó a su lado, en silencio.

Y en ese silencio, Elena se dio cuenta de que había encontrado algo que no sabía que estaba buscando.

Un latido más fuerte.

Un suspiro sin motivo.

Un instante que se sentía eterno.

Y entonces, sin pensarlo demasiado, tomó la mano de Gabriel otra vez.

Porque, por alguna razón, estar con él se sentía como volver a casa.

Y eso la aterraba.

Pero, al mismo tiempo, la hacía sentir viva.




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