"Lidiando con el pasado"
Zack:
El sol comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando desperté, Emma seguía durmiendo a mi lado, con una expresión de paz que me hacía olvidar por un momento lo complicado que se estaba volviendo todo. La empresa, su madre, el futuro de nuestra familia... era mucho para procesar, pero no iba a permitir que ninguna de esas cosas la afectara.
Me levanté con cuidado, tratando de no despertarla, y me dirigí a la ventana para mirar hacia el mar. Ese paisaje siempre me había dado claridad. Quizá hoy también lo haría.
Después de revisar el correo y asegurarme de que la situación con la empresa rival no había escalado aún, bajé a la cocina. Me encontré con Daniel sentado en la barra, tomando un café.
—Buenos días, ¿no pudiste dormir? —le pregunté mientras servía un poco de café para mí también.
—Con tantas cosas en la cabeza es difícil, amigo —respondió, dándome una sonrisa cansada—. Y tú, ¿cómo te sientes?
—No te voy a mentir, estoy preocupado. Entre la empresa y lo de la madre de Emma… Es mucho.
Daniel asintió, sabiendo exactamente a qué me refería. Había sido un buen amigo durante estos años, siempre apoyándonos. Él sabía lo difícil que era para Emma procesar el regreso de su madre.
—¿Ya has hablado con Emma sobre lo que harán cuando ella salga? —preguntó Daniel.
—Anoche hablamos un poco. Lo que hemos decidido es no traerla a la casa. Prefiero que tenga su propio lugar. Emma también piensa que es lo mejor. No queremos arriesgarnos a que ella vuelva a meterse en nuestras vidas de una manera negativa —le expliqué, sintiendo el peso de mis palabras.
Daniel tomó un sorbo de su café antes de responder.
—Sabia decisión. Será lo mejor para todos. Pero debes estar listo para cualquier cosa, Zack. Sabes cómo es su madre, y no va a ser fácil mantenerla al margen, especialmente si ella quiere ver a Emma.
Solté un suspiro, sabiendo que tenía razón. Pero ya no era solo cuestión de proteger a Emma, sino también a nuestros hijos. La idea de que su abuela, con todo su pasado turbulento, entrara en sus vidas me ponía los nervios de punta.
—De cualquier manera, no vamos a enfrentarlo solos. Entre tú, yo y Emma, podremos manejarlo —dije, tratando de convencerme a mí mismo.
—Exacto, somos un equipo —dijo Daniel, dándome una palmada en la espalda—. Bueno, mejor me voy preparando para la junta de hoy. ¿Emma irá a la oficina?
—No lo sé. Con todo lo que está pasando, le he dicho que se tome su tiempo. Pero tú la conoces, es terca, probablemente aparecerá —dije con una pequeña risa.
Daniel se despidió y salió de la casa. Me quedé un momento más, observando cómo la luz de la mañana comenzaba a llenar la cocina. Necesitaba encontrar una manera de que todo esto no afectara nuestra paz familiar.
Emma bajó poco después, con los niños siguiéndola como pequeños patitos.
—¡Buenos días! —dije, sonriendo al verlos a todos juntos.
—Buenos días, amor —respondió Emma, acercándose para darme un beso—. Hoy… he decidido que iré a la oficina. Sé que las cosas están complicadas, pero no quiero dejar que me superen.
—¿Estás segura? —le pregunté, preocupado—. No tienes que hacerlo si no te sientes lista.
—Estoy segura. No puedo quedarme escondida solo porque hay problemas. Además, quiero demostrarme a mí misma que puedo con todo esto.
Asentí, admirando su determinación. Emma siempre había sido fuerte, incluso cuando todo parecía desmoronarse a su alrededor.
—Está bien —dije, abrazándola—. Solo prométeme que si te sientes abrumada, te detendrás y me llamarás. No quiero que te exijas demasiado.
—Te lo prometo —respondió, mirándome con sus grandes ojos marrones—. Confío en que lo resolveremos juntos, como siempre.
Mientras los niños jugaban en el suelo, Emma y yo pasamos un rato más en la cocina, hablando sobre los próximos pasos para la empresa y cómo manejaríamos la situación con su madre. Tenía fe en que, pase lo que pase, íbamos a superar todo esto. Porque así éramos. Un equipo.