Emma:
"El Encuentro"
Llegué al lugar de encuentro que mi madre había elegido, un pequeño café en el centro de la ciudad. Me sentí nerviosa mientras esperaba, preguntándome qué quería mi madre.
Finalmente, llegó. Se sentó enfrente de mí, con una expresión seria.
—Emma, necesito hablar contigo sobre la empresa —dijo—. Sé que has estado investigando sobre la competencia.
Me sentí sorprendida.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté.
Mi madre sonrió.
—Tengo mis fuentes —dijo—. Pero no importa. Lo que importa es que debes dejar de investigar.
Me sentí confundida.
—¿Por qué? —pregunté—. ¿Qué está pasando?
Mi madre se inclinó hacia adelante.
—Victor Thompson es un hombre peligroso, Emma —dijo—. No puedes enfrentarte a él solo.
Me sentí enfadada.
—¿Qué sabes tú de Victor Thompson? —pregunté—. ¿Estás involucrada con él?
Mi madre se puso pálida.
—No —dijo—. No estoy involucrada con él. Pero sé que es peligroso.
Me sentí incrédula.
—No te creo —dije—. Sé que estás escondiendo algo.
Mi madre se levantó.
—No puedes entender, Emma —dijo—. No puedes entender lo que está en juego.
Me sentí decidida.
—Voy a descubrir la verdad —dije—. No importa lo que cueste.
Mi madre se fue, dejándome con más preguntas que respuestas.
Al salir del café, vi a un hombre observándome desde la acera de enfrente. Era alto y delgado, con ojos fríos.
—¿Quién eres? —pregunté.
El hombre sonrió.
—Soy alguien que puede ayudarte —dijo—. O alguien que puede hacerte daño.
Me sentí asustada.
—¿Qué quieres? —pregunté.
El hombre se acercó.
—Quiero hablar contigo sobre Victor Thompson —dijo—. Y sobre tu madre.
....
El hombre me llevó a un lugar apartado, lejos del bullicio de la ciudad.
—Mi nombre es Alex —dijo—. Trabajé para Victor Thompson durante años, pero luego descubrí que estaba involucrado en cosas muy oscuras.
Me sentí intrigada.
—¿Qué tipo de cosas? —pregunté.
Alex se encogió de hombros.
—Lavado de dinero, fraude, chantaje... Thompson no tiene límites.
Me sentí horrorizada.
—¿Y mi madre? —pregunté—. ¿Está involucrada con él?
Alex asintió.
—Sí, lo está. Thompson la ha estado utilizando para obtener información sobre tu empresa.
Me sentí enfadada y traicionada.
—¿Por qué? —pregunté—. ¿Qué quiere Thompson de mi empresa?
Alex se inclinó hacia adelante.
—Thompson quiere controlar el mercado —dijo—. Y tu empresa es el único obstáculo que le queda.
Me sentí decidida.
—No voy a dejar que eso suceda —dije—. Voy a detener a Thompson y a mi madre.
Alex sonrió.
—No puedes hacerlo sola —dijo—. Pero puedo ayudarte.
Me sentí sorprendida.
—¿Por qué? —pregunté—. ¿Por qué quieres ayudarme?
Alex se encogió de hombros.
—Porque odio a Thompson —dijo—. Y porque creo que tú puedes hacer justicia.
Me sentí agradecida.
—Gracias —dije—. Juntos podemos detener a Thompson y a mi madre.
Alex asintió.
—Sí, podemos. Pero primero debemos reunir pruebas.
Me sentí decidida.
—Vamos a hacerlo —dije—. Vamos a detener a Thompson y a mi madre.
De repente, sonó el teléfono de Alex.
—Lo siento —dijo—. Tengo que responder.
Alex respondió el teléfono y escuchó durante unos segundos.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Alex se puso pálido.
—Es Thompson —dijo—. Sabe que estoy trabajando contigo.
Me sentí asustada.
—¿Qué vamos a hacer? —pregunté.
Alex se levantó.
—Tenemos que irnos —dijo—. Ahora.