Al llegar al lugar acordado, un café en el centro de la ciudad, vi a mi madre sentada en una mesa, con una expresión nerviosa. Me sentí incómoda, pero sabia que era necesario.
—Hola, Emma —dijo ella, al verme.
—Hola, madre —respondí, sin sonreír.
Daniel, Zack, y Ryder se sentaron en una mesa cercana, vigilando.
—Gracias por venir, Emma —dijo mi madre, con lágrimas en los ojos—. Necesito explicarte todo.
—Hablemos —dije, intentando mantener la calma.
Mi madre respiró profundamente antes de comenzar.
—Thompson me encontró después de salir de la cárcel. Me amenazó con matarme a mí y a tu familia si no trabajaba con él. Me obligó a espiar tu empresa y a sabotearla.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté, sintiendo dolor.
—Tenía miedo de que no me creyeras —admitió—. Y también temía por tu seguridad.
—¿Qué sabe Thompson sobre mi empresa? —pregunté, preocupada.
—Sabe sobre tus proyectos secretos y tus socios —respondió mi madre—. Y quiere utilizar esa información para destruirte.
De repente, Ryder se levantó y se acercó a nuestra mesa.
—Disculpa, Emma —dijo—. Pero creo que debemos irnos. Ahora.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Thompson está aquí —respondió Ryder, con una mirada seria—. Y no está solo.
—¿Qué? —exclamé, alarmada.
Mi madre se puso palida.
—¡Rápido! —dijo Ryder, mientras nos empujaba hacia la salida.
Daniel y Zack ya estaban en pie, listos para protegernos.
Al salir del café, vimos a Thompson con varios hombres intimidantes.
—Emma, no te escaparás —gritó Thompson, con una sonrisa maliciosa.
Mi madre se interpuso entre nosotros y Thompson.
—No te acerques a mi hija —dijo, con determinación.
Thompson se rió.
—Eres una madre muy dedicada —dijo—. Pero no puedes protegerla para siempre.
De repente, un coche negro se detuvo frente a nosotros. La puerta se abrió, y un hombre desconocido salió.
—¿Quién eres? —preguntó Thompson, confundido.
—Alguien que te hará pagar por tus errores —respondió el hombre, con una mirada intensa.
El hombre misterioso se acercó a Thompson, con una confianza impresionante.
—Soy Alex, un agente especial —dijo, mostrando su placa—. Y tengo órdenes de arrestarte por corrupción, extorsión y conspiración.
Thompson se enfureció, pero Alex ano se intimidó.
—¿Dónde están las pruebas? —preguntó Thompson, desafiante.
Alex sonrió.
—Tengo todo lo que necesito —dijo, sacando un dispositivo de su bolsillo—. Grabaciones, correos electrónicos, testimonios... Tu imperio de corrupción se derrumba, Thompson.
Mi madre se sorprendió al igual que yo, y los demas.
—¿Cómo sabías? —preguntó.
Alex se volvió hacia ella.
—He estado investigando tu caso, señora.
Usted es testigo clave en este caso.
Daniel, Zack y Ryder se miraron, aliviados.
—¿Esto significa que todo ha terminado? —preguntó Daniel.
Alex asíntió.
—Sí, amigos. La justicia finalmente llega.
Pero, de repente, Thompson sacó una pistola y apuntó a mi madre.
—No!, no me rendiré —gritó.
Alex se mantuvo calmado y autoritario.
—Suélta la pistola, Thompson. Estás rodeado.
Thompson se rió histéricamente.
—Nunca me rendiré —gritó, apuntando a mi madre.
De repente, Ryder se lanzó hacia el, desviando la pistola. El disparo sonó en el aire.
Mi madre se desplomó, herida.
—¡Mamá! —grité, desesperada.
Alex y Daniel la ayudaron mientras Zack sujetaba a Thompson.
—Llama a emergencias —ordenó Alex.
La ambulancia llegó rápidamente. Mi madre fue ingresada en el hospital.
El medico salio con una expresión seria.
—El estado es crítico. La bala afectó un órgano vital.
Me sentí desesperada.
—¿Mamá...? —susurré, llorando.
Daniel me abrazó.
—Estará bien, Emma. Tiene que estar bien.
Pero la incertidumbre me consumia. ¿Viviría mi madre? ¿Podriamos perdonarla?