La mudanza fue emocionante. Mis padres se instalaron en su nueva casa, rodeados de esperanza y recuerdos. Zack y yo los ayudamos a organizar cada rincón, aunque Zack no estaba del todo de acuerdo.
Mi madre sonreía mientras colocaba una foto nuestra en la sala, y yo también.
—Gracias, hija. Esto es un nuevo comienzo.
Daniel y Rider nos ayudaron a decorar el jardín. La casa parecía un hogar, su propio hogar.
Con la casa lista, mis padres comenzaron su nueva vida. Mi madre se unió a un grupo de terapia, mie tras que mi padre se dedico a la jardinería y continuo con un proyecto que estaba planeando.
Zack y yo nos turnábamos para visitarlos, llevando a los niños. La casa se llenaba de risas y amor.
Daniel y Rider se convirtieron en visitas frecuentes, ayudando a mi padre con el jardín.
Un día, mi madre me llamó llorando.
—Emma, he comenzado a sanar, y a darme cuenta todo el daño que te ocasione—dijo—. Gracias por estar conmigo y por perdonarme.
Me sentí orgullosa de ella.
—Siempre estaré aquí, mamá —respondí.
—Al igual que yo hija, te amo y amo a mis niños, los amo a todos por igual, gracias por todo.
—Estoy feliz de que tu estés bien y hayas recapacitado sobre tus errores.
—Gracias por creer en mi y darme otra oportunidad, esta vez no te fallare, Emma.
—Lo sé, mamá, lo sé.
En la noche...
Salgo al pequeño balcón a tomar un poco de aire y procesar todo lo que a estado pasando, de repente escucho la voz de zack que guía a los pequeños a que bajen con cuidado.
—Vamos niños, bajen con cuidado.—Y los niños bajaban atrás de su padre como pequeños patitos.
—Hola mis pequeños!.—Dije emocionada y alze a mi hijo mateo.—Que hacen despiertos aún?.
—Queríamos ver que hacía mamá.—Dijo zack simulando el pensamiento de mis hijos.
—Estoy tomando un poco de aire.—Respondí mientras miraba a mis hijos.
Se me hacia tan extraño y hermoso a la vez, verlos tan grandes y saber que tienen ya 5 años, cuando hace casi nada ellos estaban en mi vientre y después en mis brazos como pequeños bebes indefensos.
—Estas bien, mami?.—preguntó mateo con carita de preocupación.
—Como no lo voy a estar?, si tengo a mi familia a mi lado, los amo tanto.—Dije y abraze a mi hijo mateo.
—Abrazo de oso!.—Gritó Zack y se abalanzó mientras daniel bajaba con las pequeñas.
—Nos unimos!.—Gritó Daniel corriendo despacio hacia nosotros con las pequeñas.
Nuestra familia estaba más unida que nunca y eso no cambiaria o eso esperaba.
La noche se llenó de risas y más abrazos.
Mis hijos, Mateo, Sofía y Lisa, jugaban con Daniel, mientras Zack y yo observábamos, sonriendo.
—Esto es la verdadera felicidad.—Dijo Zack.
—Estamos juntos como familia.—Hablé.—
Zack me tomó la mano.
—Nuestro amor es el pilar de esta familia, Emma.—Susurró.
—Así es Zack, juntos lograremos muchas cosas y más.
Y sin más nuestros pequeños quedaron rendidos entre nuestros brazos.
...
Al día siguiente...
Al día siguiente, la casa se despertó con la risa de los niños. Mateo, Sofía y Lisa jugaban en el salón mientras Daniel los cuidaba. Zack y yo preparamos el desayuno, disfrutando del momento.
De pronto, mi madre llamó, emocionada.
—Emma, hoy es mi primer dia cocinando en la casa. ¡Gracias por apoyarme!.
Me sentí orgullosa.
—Estoy aquí para ti, mamá y para lo que necesites. ¡Buena suerte!.
—Muchas gracias, Hija.
Sin más, colgué el teléfono y con una gran sonrisa en el rostro, continúe haciendo el desayuno.