Un Amor En Navidad

capítulo 4

-Pero todo esto está en el informe. Y por supuesto, también otros datos exactos como la ubicación de su empresa, su casa, su correo y su número de celular.

Emily tenía sentimientos encontrados. Por otros, tenía miedo. Ahora tendría que ir a hablar con ella, a revolver el pasado quizás ella nunca quisiera recordar irle a rogar que fuera a ver a su madre.

Emily detuvo el curso de su pensamiento y sacó la chequera de su bolso. En pocos instantes hizo el cheque y se lo entregó al detective.

-Muchas gracias –dijo la joven –no se imagina cuanto se lo agradezco.

El hombre recibió el cheque y sonrió.

-Si quiere mi opinión, por todo lo que ha hecho esa mujer al cambiar de identidad y de vida hace ocho años, puede pensar que no quiere ser encontrada. Solo me queda desearle mucha suerte.

-Gracias –dijo la joven poniéndose de pie y tomando su bolso y la carpeta –la necesitare.

En pocos instantes, Emily salió de la pequeña oficina rumbo a su casa tenía que tomar unas cuantas decisiones.

………………………..

Llevaba hay más de media hora y aun no podía reunir el suficiente valor para salir de su auto y llamar a la puerta de Shay Medina.

En cuanto había llegado a su casa, había leído todo el informe y había corroborado la palabra del detective. Lo que seguía era decisión suya y no podía esperar más. Se dijo que esa misma noche debería cumplir su misión. Le había dicho a su padre y a Lucy que iría de compras y que tal vez tardaría, pero en realidad fue a casa de Mitchelle, sin importar que estuviera ubicada en la afuera de la ciudad, al extremo opuesto de su propio hogar.

Emily estaba sentada en su auto, a unos veinte metros de la mansión en donde vivía la hija de Lucy. Había observado la casa con detenimiento y, tanto por el sector en donde estaba ubicada, como por la forma y el tamaño, supo que era lujosa y digna de alguien con mucho dinero y poder.

Pero no era a eso a lo que le temía.

Era a la reacción de la mujer cuando la volviera a verla.

En un segundo, su mente viajó a trece años en el pasado, al día en que conoció a Mitchelle, el mismo día de la boda de Lucy y su padre.

-Hola, Emily soy Mitchelle –le había decido la muchacha con cortesía. Ella y Lucy habían llegado a casa de Eduardo unos minutos antes de salir hacia la iglesia.

Emily no había contestado nada. Solo se había ilimitado a mirarla con seriedad mientras la evaluaba. Era una muchacha mayor que ella –después supo que tenía diecisiete años –alta, de piel blanca y muy hermosa. Sus ojos azules la miraban con simpatía mientras trataba de escudriñarla. Su rostro dibujaba un gesto amable. Pero ella solo quería odiarla tanto como odiaba a la intrusa que le estaba robando a su padre.

-Nos sentaremos junta en la iglesia –le había dicho la muchacha.

-No quiero. No quiero ir a la iglesia, y tampoco quiero ir a esa boda –había dicho ella con mucha rabia.

-¡No toleraré ni un berrinche más! –había dicho Eduardo llegando junto a ella y tomándola de un brazo –iras a mi boda, me acompañaras en este día tan especial para mí y te sentara junto a Mitchelle.

-Lo odio –había gritado ella con lágrimas en los ojos –no quiero ir. Déjame aquí en casa, no quiero ir a esa boda.

-¡Ni una palabra más! –dijo Eduardo con firmeza.

Sin poder evitarlo, Emily presenció, entre sollozos, como su padre se casaba de nuevo y enterraba para siempre el recuerdo de Katherine sentada allí, junto a Mitchelle, Emily no podía dejar de sufrir.

-No llores –le había susurrado la chica –ahora seremos una familia, tu padre y mi madre y nosotras dos.

-Eso jamás –le dijo ella mirándola con ira –tú y tu madre no me robaran el amor de mi papá. No me importa cuánto me tarde, no me descansaré hasta que usted salga de nuestras vidas… para gran dolor de Lucy y de Eduardo. Y ahora, ochos años después, estaba allí para tratar de enmendar la injusticia.

Sin pensarlo más, Emily salió de su auto y se dirigió a la enorme puerta de roble. Y toco el timbre y en breve salió a recibirla una mujer mayor.

-Buenas noches -dijo Emily con voz temblorosa –quisiera ver a la señora Mitchelle… Shay Medina.

La mujer sonrió y la condujo a una hermosa sala.

-Iré a avisarle. ¿Quién la busca?

-Emily… Emily Manrique.

La mujer desapareció y dejo a Emily sola en la sala. Con curiosidad y ansiedad miro los lujosos muebles y los costos cuadros que adornaban la estancia. Tanto la forma del lugar como los artículos que poseían hablaba de comodidades y lujos que solo el dinero podía paga.

-¿Te sorprende que una pobre diabla que salió de tu casa como una delincuente puede tener tanto ahora?

La grave voz llego hasta ella desde atrás. Era la misma voz, solo que ahora era más firme, más segura, más decidida, sin lugar a duda Mitchelle había cambiado.

Emily se giró lentamente para encontrarla a pocos paso de ella llevaba unos jeans y una camisa negra con los tres primero botones desabrochados. En las fotografía del informe lucia traje elegante, y ahora, con un atuendo informal, le parecía un poco más intimidantes, más guapa. Verla fue todo un impacto para sus sentidos




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