Un Amor En Navidad

capítulo 7

Faltaba diez minuto para las ochos y Emily estaba a pocos metros de la mansión. Si había llegado temprano, había sido porque había calculado mal el tiempo, nada más. Eso no tenía nada que ver con sus inconfesables ganas de verla nuevamente.

Durante todo el día no había deja de pensar en ella. En qué le diría esa noche. Si accedería en buscar a su madre. Si la perdonaría por lo que había hecho…

Su mente viajo una vez más al pasado. Ochos años atrás, junto a la tormenta que desembocará en un devastador huracán.

Había pasado cinco años del matrimonio de Lucy y Eduardo. Si bien era cierto que Emily se había resignado al segundo matrimonio de su padre, también era cierto que aún no toleraba a Lucy y Mitchelle. Cada vez que podía, la hacía desplante: criticando la comida que hacía Lucy, despreciando sus cuidados y rechazando cualquier intento de acercamiento. Las relaciones eran tirantes, y aunque la mujer había hecho todo lo posible por ganar su cariño, no lo había logrado. El hecho de que Mitchelle ahora estudiará en la universidad y se hubiera mudado no mitigaba la animadversión que sentía por ellos, sentimientos que se hacía más fuerte cuando ella regresaba a casa por las vacaciones.

Justamente en unas vacaciones sucedió lo que cambiaría la vida de todos ellos.

La adolescencia le había dado a Emily cierta independencia en la que se refugiaba para huir de la realidad familiar. Los fine de semana pasaba mucho tiempo con sus amigas, en fiesta, en centro comerciales y en la casa de ellas. Era su manera de escapar.

Cosa que Mitchelle no vio con buenos ojos. Cada vez que podía le llamaba la atención sobre su comportamiento, señalándole que no solo era ofensivo para su padre sino también peligroso para la joven. Ella siempre le replicaba que era su vida y la manejaba del modo en que quisiera. Las discusiones entre ellas estaba a la orden del día, ni Eduardo ni Lucy podían hacer nada por evitarlos.

Una noche, Emily había asistido a una fiesta. Estaba muy animada, pues hay iba estar Marlon, un chico de la escuela que le gustaba mucho en algún momento de la noche, Marlon la invitó a salir al jardín.

-Está muy linda esta noche, Emily –le dijo Marlon tomándola por la cintura. –esta bonita que podría besarte.

-¿Y porque no lo haces? –había dicho la muchacha de manera atrevida mientras posaba sus brazos sobres los hombros del chicos.

Entonces a Marlon la beso.

Pero el beso no duró, pues de súbito se sintió separánda de él violentamente.

-¡suéltala, imbécil! -dijo Mitchelle tomándola por un brazo a Emily y jalandola hacia ella –no le ponga una mano encima nunca más.

Emily se soltó violentamente de ella.

-¿Qué haces aquí? –le pregunto.

-Cuidarte, porque pareces que tú no puedes hacerlo por ti misma.

-No tiene ningún derecho –gritó ella furiosa –estoy aquí con mi novio y quiero volver a la fiesta. Déjame en paz.

Emily caminó hacia al lugar donde Marlon había entrado tan pronto fue separado de ella. No había avanzado si no unos metros cuando de nuevo Mitchelle la tomó del brazo.

-Nada de eso. Regresara a casa conmigo.

-¡Suéltame! No tiene ningún derecho –gritó ella retrocediendo. Pero Mitchelle, mucho más fuerte que ella, y la tomó por la cintura y logró llevarla hasta el auto –déjame, quiero volver a la fiesta. Mi padre me ha dado permiso.

Emily no dejaba de gritar y forcejear, pero sus intentos eran inútiles.

-¿Sabe tu padre lo que haces? ¿Sabes que te escabulles con niñitos a donde nadie pueda verlos para que te manoseen a su gusto?

-Era solo un beso –dijo ella con las mejillas roja de la ira al ver que el auto comenzaba a alejarse y que ya no podría regresar a la fiesta.

-¿Crees que se iba a conformar con solo besarte? –Le pregunto ella –Sabe muy bien que no. Sabe lo que seguía después de ese beso. ¿Acaso piensas que un chico lleva a una chica a la oscuridad para solo besarla o decirle lo bella que luce?

Emily comenzó a golpearla en el pecho, pero ella rápidamente la dominó y le sujetó la muñeca para defenderse de sus ataques. En pocos minutos llegaron a la casa en medio de gritos.

-¿Qué sucede? –preguntó Eduardo saliendo de su cuarto al oír los alaridos de la pelea.

-Que traje a tu hija de vuelta de la famosa fiesta a la que fue –dijo Mitchelle.

-¿Por qué? –había preguntado Lucy que llegó tras su esposo.

-Porque un niñito la estaba manoseando en el jardín.

-¡Eso no es cierto! No estábamos besando porque acaba de pedirme que fuera su novia y yo acepte –mintió la joven –Mitchelle llegó de la nada para fastidiarme la noche, papá. Se atrevió a traerme a la fuerza.

-No te he dado permiso para que tenga novio –dijo Eduardo en tono seco –además, yo envié a Mitchelle por ti. No te ensañe contra ella.

Emily había sentido una furia ciega. Su padre estaba de parte de Mitchelle y contra su propia hija.




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