Un Amor en Navidad

Huyendo de lo Inevitable

Los días siguieron pasando y yo le huía a Patrick como si tuviese la peste negra. Cuando él llegaba yo salía y cuando nos reuníamos con algún cliente ponía una excusa para no seguir en el mismo lugar que él.

 

Por otro lado, siempre que llegaba encontraba a Willy, el elfo, en algún lugar diferente de mi oficina acompañado de alguna golosina la cual disfrutaba con culpa, porque sé que era su manera de decirme que seguía ahí, pendiente de mí, pero yo no podía corresponderle.

 

Una tarde al salir lo vi, iba acompañado de Sandra Martinez una de las abogadas más bellas del bufete, algo en mi pecho se oprimió ante esa imagen y recordé su deseo de navidad, quizás ya encontró a su amor y yo solo pasé a ser la acción caritativa de la época.

 

—Tonta.

 

—¿Disculpe?

 

—Oh no, Britanny, lo siento, no te lo decía a ti. —que vergüenza sentí, lo mejor es que me vaya a casa y me olvide de todo. —Hablaba conmigo misma Bri. —sonreí en disculpa bajo su inquisitiva mirada.

 

La vi recoger sus cosas y pararse junto a mí.

 

 —Trabajan en un caso juntos.

 

—¿Perdón? —la miré sin entender.

 

—El señor Patrick y Sandra, trabajan en un caso juntos, ella pidió su colaboración y él aceptó. Imagino que fue porque usted rechazó su ayuda con el caso Wells.  —me miró con esos ojos tan verdes que esconden sus gafas y me sentí muy tonta.

 

—Nos vemos mañana Brittany. —me detuvo.

 

—No deje pasar el amor licenciada, no todos tenemos la suerte de encontrarlo, y usted ha sido bendecida dos veces, piense que esta oportunidad va de la mano de Bill. —me abrazó dejando un beso en mi mejilla, confusión en mi cabeza y dolor en mi corazón.

 

∆∆∆∆∆∆

 

Al día siguiente todo era un caos en Brishman & Asociados ya que mañana es la fiesta de navidad, todo es alegría y corre corre alrededor.

 

Tanta emoción y alboroto de los empleados en el edificio me tenían algo aturdida porque no dormí casi nada anoche después de las palabras de Brittany, la verdad me gustaría creerlo y atreverme, pero la realidad es que tengo miedo de perderlo todo otra vez. No quiero pasar por ese dolor de nuevo y no quiero sentir que traiciono a Bill.

 

Entro a mi oficina y sin querer busco con la mirada la ubicación de Willy, el elfo, pero no lo veo, extrañada lo busco en cada lugar y, ¡no está! Se cansó, estoy segura, se aburrió de esperar por mí.

 

Resignada y con el corazón chiquitico decido comenzar a trabajar o al menos eso intento porque por alguna razón acabar con este juego con el elfo me duele, confieso que lo esperaba con mi golosina de hoy.

 

Termino el informe de un caso e ingreso a mi correo notando que tengo uno de los organizadores del concurso del vecindario, al abrirlo recibo sus felicitaciones porque estamos entre los cinco finalistas, mañana darán los ganadores del concurso. ¡Estoy feliz! me encantaría compartir esta noticia con él, porque al fin y al cabo es suya también, es nuestra. 

 

Suspiro profundo concentrándome en el hoy y comienzo a trabajar, estoy escribiendo unas anotaciones cuando veo una mano frente a mí dejando un chocolate en mi escritorio, al subir la mirada lo veo, Patrick está aquí con su sonrisa luminosa y sus ojos increíblemente azules fijos en mí.

 

—Hola. —digo tratando de romper el hielo ya que de su boca no sale nada.

 

—Hola, Lucía. Hoy Willy no pudo venir y me pidió que te trajera esto personalmente. —sonreí con una sensación extraña en mi corazón.

 

—Gracias, amo los chocolates. ¿Te llegó el correo del concurso? —pregunté con la urgente necesidad de que no se fuera.

 

Lo vi colocar una mano en el bolsillo de su pantalón de lino y asomarse en la ventana, mi oficina era de las más privilegiadas con una excelente vista de la ciudad de New York.

 

—Me llegó, estoy seguro que ganarás, todo quedó hermoso en tu casa. —ganarás.... Ganarás...esa palabra se clavó en mí como un puñal.

 

—Ganaremos Patrick, lo hicimos juntos. —me miró y me perdí en esa profundidad azul.

 

—Ven conmigo a la fiesta de mañana, permite que sea mi brazo el que te escolte esa noche, después de ahí nos vamos a recibir nuestro premio. —negué.

 

—Serás el próximo jefe de este bufete, no puedes dejar todo tirado para irte conmigo a un concurso de vecindario.

 

Caminó hasta mí quedándose tan cerca que podía sentir el olor de su perfume, deseaba una dulce caricia en mi mejilla como ya ha tenido conmigo antes pero solo estaba ahí, frente a mí, tan cerca que respirábamos el mismo aliento, pero sin intención de tocarme.

 

—¿Por qué no dejas que sea yo quien decida eso?, ¿por qué simplemente no dejas que todo fluya y le das la bienvenida a una nueva etapa en tu vida? —no supe qué decir ni qué hacer. Él me confunde y no quiero eso.

 

—Lo mejor es que cada quien vaya por su lado Patrick, lo siento. —hizo una mueca parecida a una sonrisa.

 

—Créeme bonita, yo lo siento más.

 

Salió de mi oficina como es su costumbre, sin ver atrás, dejándome con el sentimiento de haber hecho todo mal.




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