Un amor eterno

6. Rosas eternas

Sofía.

Duele saber que se ha perdido a un ser querido, pero jamás nada se compara con la experiencia de escuchar que te digan que tu hijo no lo logró, que la enfermedad terminó por vencer y que debes continuar la vida sin ese ser que te convirtió en madre.

Alan, ya había sufrido demasiado, lo vimos ir en picada y por más que duela lo único que deseas es que deje de sufrir. Dios escuchó mis súplicas y después del susto y una última reanimación, el milagro se hizo presente.

La única persona que podía ayudarnos no quería; sin embargo, mi esposo los acorraló, supo cómo convencer a las únicas personas que podían ayudarlo y aunque casi nos íbamos a la quiebra, la fortaleza y las ganas de salir adelante no permitieron que cerráramos. Todo fue para mejor y al final compramos la vida de mi hijo, todo había valido la pena. Después de eso no quise volver a tratar con ellos, nadie que cambia por dinero la felicidad de su familia merece que se le considere.

—Mami, ¿puedo ir al columpio? —Mi hijo interrumpe la reflexión en el que me había sumido, el documento sigue en mis manos a la espera de que continúe leyéndolo.

—Si claro, con mucho cuidado, desde aquí te veo. — Al escuchar lo que quería, se va dando saltitos de felicidad.

Antes de salir se arrepiente y vuelve hacia mí, directamente a mi vientre abultado y da muchos besos.

—Te amo, hermanita.

—¿Y si es hermanito? —hace un puchero, no le gusta la idea.

Desde que supimos que estábamos embarazados, él fue el más feliz haciendo planes de jugar con su hermanita, así como su mejor amigo. Sonrío al verlo molesto, se ve tierno y me gusta hacerlo enojar un poco. Aunque, es verdad que ya sabemos que si va a ser una niña.

Camina hasta el columpio mientras yo sigo leyendo el informe antes de que se firme. Ahora soy su asistente porque no quiero que ninguna mujer se le acerque. Sí, soy celosa con él y eso no lo puedo cambiar. Fueron tantos años separados que quiero estar unida a él recuperando el tiempo perdido.

Estoy concentrada en el informe, sin perder de vista a mi hijo. Escucho la puerta siendo abierta y espero que de esta salgan mis otros dos amores.

—¡Mamá! —El grito de mi hijo se escucha por toda la casa. Alan viene feliz, seguro consiguió entrar a la obra que tanto deseaba.

Así como su padre lo prometió, no hay día en que falte a sus clases de ballet, y no se diga cuando se trata de algún festival. Hace días surgió un casting para una obra de renombre, él de inmediato se animó y por su cara puedo decir que le dieron el papel.

—¡Me eligieron mamá!, ¡me eligieron! —Grita hasta llegar a mi

Es el sonido más hermoso que puedo escuchar, después de una larga lucha, la enfermedad se fue y permanece en nosotros como un momento de gran crecimiento y aprendizaje en familia, hizo que los lazos se unieran más de lo que ya estaban.

—Ya lo sabía, no hay nadie mejor que tú. —Le doy un beso en la frente.

—Y yo mami. —Mi hijo más pequeño interrumpe, a veces se siente celoso, pero siempre le hemos hecho ver que él tiene otras capacidades. León tiene una gran habilidad para la música, parece que en casa nos llenaremos de artistas.

Mi esposo permanece ajeno a la conversación, es hasta que los niños se van juntos al jardín que se acerca a mí.

—¿Cómo están mis dos mujeres bellas? —Se acerca y me besa.

—Inquietas, estaba nerviosa porque no le dieran el papel y su hermana también.

—Debiste de verlo tan desenvuelto, tan ágil, tan lleno de vida. Si no le daban el papel iba a armar un escándalo, porque nadie tenía mejor vibra que Alan.

—Si todos los padres apoyaran a sus hijos como tú. —Me acurruco más a su pecho sintiéndome en casa.

—Son mi familia, y después de haber pasado, por tanto, debemos disfrutar. ¿Verdad princesa? —Toca mi vientre y la niña se mueve, aceptando lo que dice su padre.

—Te amo.

—No más que yo. ¿Ves que se hizo posible el amor eterno que nos prometimos?

—De aquí hasta que nos hagamos viejitos te voy a amar y cuando parta al otro mundo buscaré la manera de encontrarte. Te amaré en esta y en todas las vidas que tengamos.

Me besa apasionadamente sellando las palabras que nos dijimos. El agua cayendo sobre nuestros cuerpos nos interrumpe, los niños quieren jugar y eso vamos a hacer.

En el pasto nos revolcamos, en algún punto y cuando ya estoy cansada, quedo viendo al cielo, recordando por todo lo que pasamos, desde que nos conocimos, desde aquel día que lo vi recortando unas rosas en el jardín, que con el tiempo se convirtieron en hermosos rosales.

Ahora en mi jardín brotan unas nuevas rosas; grandes, olorosas, hermosas, augurando el amor que nos tenemos; un amor eterno, con retoños igual que nosostros, volviendo a renacer, siempre.




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