Besos húmedos, ardientes quemando cada pedazo de piel que sus labios tocaban, los jadeos, gemidos, gruñidos se combinaban creando una sinfonía con el fuerte choque de caderas. Sabía cuan equivocada estaba cuando me escabullí en esta habitación después de una tarde llena de tensión sexual, por fin tenia al hombre que tanto he deseado encima mio penetrando mi ser con tanta pasión.
—No sabes cuanto he deseado tenerte así Lynna —gruñe en mi oído dando una estocada certera.
Fue la peor de mis días metiéndome en su cama, sin embargo no me encontraba arrepentida, justo ahora teniendo su cuerpo azotando el mio solo podría darme placer y hacerme olvidar este terrible pecado; desee con tanto anhelo este momento que una vez llegado el momento apague mi lado racional dejando la lujuria apoderarse de mi ¿por qué estaba haciendo esto? ¿por qué nos estaba haciendo esto? debí quedarme en mi habitación pensando en ovejas o algo, Denver fue claro conmigo.
`Esto es solo sexo, Lynna` había murmurado sobre mis labios entre los primeros besos, lo acepte, acepte esta noche sin enredos, relaciones o afectos.
—Lynna... —balbucee con los ojos medio abiertos escuchando una lejana voz llamarme trayendo mi inocente ser extraído de la inconsciencia a la consciencia.
Parpadee rascando mi ojo izquierdo —¿Qué mierda?
Denver estaba de pie a mi cama con un traje de baloncesto puesto dejando a su cuerpo fornido perderse en las medidas anchas de la tela —Bella durmiente es hora de levantarte, iré a jugar con unos colegas así que te llevare a ti y a tu hermano para que repares tu celular.
Bostece recordando que después de regresar a mi habitación busque el cuaderno donde anotaba unas ideas de mi día como desahogo y le pedí favor a mi hermano me acompañase a buscar un servicio técnico, no recordaba invitar a Denver, me levante quitando las sabanas purpuras dejando a la vista un vestido de dormir celeste con estampado de lenguas.
—¿Por qué?
Se alzo de hombros desinteresado —Porque si, ahora ve a cambiarte a lo de ya.
—Sal de mi habitación, no me cambiare en frente de ti —me puse de pie, al alzar la mirada vi su ceja enarcada.
Llevo una mano sobre mi pecho dejándola resbalar al centro de mi vientre —¿Acaso hay algo nuevo que no haya visto? —quite su mano pero no la dejo ir, la entrelazo.
Trague grueso desviando la mirada a la ventana tomando fuerzas —Tú lo dijiste a la mañana siguiente, lo que paso... fue un error.
Apretó mi mano sin hacerme daño pero dándome a entender que quería verme a los ojos, después de unos segundos conecte mis ojos verdes con los suyos —Dijimos que no hablaríamos de eso, dijimos que nada cambiaría después de eso ¿cumpliste tu palabra? por supuesto que no, porque después no hiciste mas que reclamarme como si fueses mi novia ¿lo eres? no, no lo eres.
Me zafe de su agarre contiendo las ganas de llorar, no era justo, ¿como no se daba cuenta lo que me dolía el que me hablara en ese tono de reproche?
—Tienes razón —carraspee al sentir mi voz tan escuálida —, por ello te dije que no te acercaras a mi, que rompieras mi teléfono fue la excusa perfecta para hacer espacio entre tu y yo.
Atrapo mi rostro entre sus manos —Ese es el problema entre tu y yo, no sabes entenderme ni yo a ti.
Su aliento a pasta dental choco con mi nariz, esa colonia del toque agridulce combinado con la fragancia de su jabón de manzanilla, me eche atrás antes de perder el control —Solo hay que alejarnos.
Nego con la cabeza rozando nuestras narices —No puedo.
—¿Por qué? ¿por qué no puedes dejarme en paz? —casi lloriquee enojada.
—No tengo ni puta idea, debería alejarte porque no debí acostarme contigo para empezar —boto un suspiro sobre mi boca haciéndome temblar —, no debí disfrutar de quitarte la virginidad, ni debí dejar a mi corazón tomar el lugar esa noche.
Abrí los ojos impactada, los suyos estaban cerrados con fuerza ¿se estaba declarando? —¿Estaremos juntos? —pregunte con miedo.
Sus ojos mieles conectaron con los míos y una sonrisa triste adorno su cara abandonando mi rostro —Lo que quiero decir con esto es que estando cerca tuyo no se quien soy, si el Denver que solo busca sexo o el Denver que quiere creer en las payasadas del amor.
Atrape sus manos con la mirada mas sincera —Quédate conmigo, pasemos por esto juntos.
Sin expresión, su rostro tan en blanco me hizo entender sin ni siquiera hacer uso de las palabras.
—Sal de aquí, me cambiare muy rápido —largue un suspiro pesado encaminando mis pies al armario.
A los segundos escuche sus pasos salir de mi habitación confirmando su salida el sonido de la puerta abriéndose para luego cerrarse, frote mi cara en frustración, Denver cada que tenia la oportunidad me dejaba en claro lo reacio que estaba a caer en una relación, no tenia traumas, nadie rompió su corazón ¿por qué mierda no decidía estar conmigo? fácil, disfrutaba de las mujeres y los placeres que encontraba en cada una de ellas. No buscaba una familia o estabilidad emocional por la variedad de mujeres y ciento de personalidades, mierda me heria esa forma de vivir, pero no podía hacer nada no era su puto centro medico.
Si que me lo ha dejado claro.
Busque unos vaqueros y un suéter amarillo con una chaqueta de cuero negro y con eso me fui al baño dándome una ducha rápida, no me coloque maquillaje ni me hice un gran peinado solo unas cuantas vinchas y era todo. Salí en busca de los muchachos encontrando sus perezosos traseros en el sofá viendo una película infantil.
—Ya estoy —apreté el hombro de mi hermano sin reparar en Denver.