Acomode el jersey marrón dos tallas mas que yo en la falda jean negra viéndome en el espejo de tamaño completo en mi armario, no me gustaba mucho los zapatos con plataforma pero quedaba bien a decir verdad, acomode mi cabello rojizo partido a la mitad con las ondas cayendo por mis hombros, si bien no cargaba maquillaje cargado el natural me hacía lucir tierna con una mezcla de sensualidad; mi celular comenzó a sonar en mi mesa de noche no deje de verme sin guiñar un ojo a esa chica preciosa en el reflejo seguí caminando a la pequeña mesa agarrando el dispositivo sin reparar en el emisor, cosa que me arrepentí a oír la voz de mi padre contestar con emoción.
—Tú —dije con frialdad.
—Si, hola hija mía y adorada.
—Tan adorada como para desaparecer por un montón de tiempo, seguro —voltee los ojos recogiendo una pulsera de la cama para colocarla en mi muñeca.
Escuche unas voces a través de la linea antes de escuchar el bufido de papá —Escucha Lynna, te llamo cada que puedo si pud-
—Oh si, cada que puedes es una vez al año o si lo recuerdas —le interrumpí.
—Pudieras ser más amable conmigo —ignoró mi comentario —, se que no paso mucho tiempo con ustedes y moriría por verlos mucho tiempo y ¡oh si, ya voy, espérenme! adiós nos vemos, cariño.
Aparte el celular colgando la penosa llamada, ya ni siquiera me sorprendía mi padre, lo que si me sorprendía es que esta llamada fue la más larga de su vida. Guarde mi celular en el bolsillo trasero de mi falda saliendo de mi casa yendo escalera abajo encontrando a mi hermano muy bien arreglado y perfumado, silbe al verlo tan arreglado.
—¿Dónde vas?
Me miro de pie a cabeza cuestionando mi vestimenta —Más bien, ¿dónde vas tú?
—Iré con Lara a arreglar su celular.
—Tengo una cita con Lindy.
Lo miré sorprendida —Ya son tres veces esta semana, vas enserio ¿eh? —golpee mi codo con ligereza en sus costillas.
Se sacudió la camisa con la nariz arrugada —¿Por qué otra cosa saldría con alguien? —golpeo con su indice mi frente tres veces.
—Creí que serías novio de Larisa en algún momento —me encogí de hombros en forma de broma pero no lo tomo así al verme mal.
—Larisa no es mi tipo.
—Tú tampoco —irrumpió mi amiga, estaba por sonreirle cuando la vi vestida de la misma forma que yo, su jersey era color negro y su falda marrón.
—¡Estás vestida igual que yo! —exclamamos a la par —, ¡¿Por qué estas vestida igual que yo?! ¡deja de repetir lo mismo que yo! ¡basta! ¡tienes que parar!
Largamos aire a la par y no pudimos evitar mirarnos asustadas —¿Ya paso? —pregunte asustada.
—Ustedes dos están cada día mas locas —señalo mi hermano mirándonos como si fuésemos raras especímenes de la naturaleza.
—Tan similares —comenté viendo su atuendo —, roza lo escalofriante.
—Ni que me lo digas —tira hacia atrás la cola de cabello en su hombro, se sienta en el mueble y el pedazo de su cola de cabello vuelve al hombro —, pensé que me vería bien con lo primero que encontrará, veo que hiciste lo mismo.
—Si, seguro.... —resople sentándome a su lado.
—Ya me voy —mi hermano acomodo su cabello y salio solo alzando una de sus manos según él como despedida.
—¿A donde va tan feo? —Lara volvió a mirarme.
Negué con la cabeza divertida, ellos tienen una amistad extraña casi ofensiva —Una cita con la misma chica.
Su boca se abrió en sorpresa —Eso es nuevo —asentí, me pare yendo al espejo de la casa y acomodar cualquier cosa en mi vestimenta por alguna extraña razón me sentía ansiosa —, ok... ¿por qué estas tan arreglada? creí haberte dicho que te alejaras de Denver.
—Eso hago —respondí inmediatamente —, no me he arreglado en realidad, solo tome ropa por tomar.
—Aja claro —se levanta posicionándose detrás de mi —, si hubiese sido ese el caso, tú te hubieras puesto un jean porque aparentemente estas obsesionada con ellos.
Los usaba todo el tiempo, si iba a algún lado no me faltaban mis jeans, me resultaban más cómodos que las faldas o vestidos tampoco era de las que creía verse bien en una de esas cosas. No culpaba a Lara de fijarse en ello si la tenía acostumbrada. comenzó a inspeccionarme con su rostro lleno de curiosidad.
—Algo me dice que estás ocultando cosas —desvié la mirada nerviosa, Larisa me ha aprendido a descifrar —, habla rápido ¿por qué estás tan arreglada?
Voltee los ojos —¿Tan raro es?
—Quisiste ir al cine en pijamas, así que sí. Es muy raro.
Sonreí orgullosa, el cine es tan frío que uno puede hasta dormirse en la sala, sobre todo si vas a ver una película la cual detestas porque no soportas el terror.
—Ya vámonos —la empujé fuera de la casa escuchando sus protestas, cerré la puerta con seguro caminando a la calle a espera de un carro.
—¿Denver nos está esperando?
Ladee la cabeza sin saber cómo decirle mi postura ante ello —Esperandonos como tal, no —me cuestiono con la mirada poniéndome ansiosa, ocultarle a mi mejor amiga ese aferramiento a querer distancia con Denver por ese encuentro —, ni siquiera sabe que salimos a arreglar tu celular.
—¿No sabe que vamos?
Negué con la cabeza —No vamos donde él, en realidad.
—¡¿Qué?! —se alarmó como una loca —, ¿dónde piensas llevarme Lynna Federica Monteverde?
Mi cara se arruga —Ese no es mi nombre.
Se encoge de hombros —Lo sé, siempre quise decir eso —su sonrisa infantil brillo con la ligera luz del sol, seguimos caminando casi por una hora antes de parar un taxi y ahorrarnos los 30 minutos de caminata —, ¿aquí arreglaste el celular? —preguntó viendo el local.