Un amor fuera de servicio

Capítulo 11

 

 

El frío logró llegar a mí pese a la chaqueta de cuero y el suéter blanco, mi cuerpo se estremeció a la espera del chico rubio con quien me había citado el cual también me tenía parada frente a mi casa desde hora con un cuarto de hora, en cinco minutos volvería adentro para calentar mi cuerpo congelado. El corazón se me comenzaba a comprimir debido a la decepción, mi primera cita y mi primera plantada nada más elegante para la ocasión ni siquiera me importó dejarme caer en el piso de piedras muy pequeñas tan frías debido a la baja temperatura noche.


 

Apoye los codos en la parte interna de mis piernas flexionadas a la vez que dejaba mi mentón sobre mis mejillas, Larisa me esperaría con un chocolate muy caliente si le escribía pero hacerlo me hacia sentir tan débil y tonta pensé en un montón de escenarios de él dándome excusas por no venir pero de todas formas con nada de eso yo me quedaría tranquila después de todo el chico me ha dejado más plantada que una planta; mi incursión al mundo de las citas estaba saliendo a la patada y sinceramente no sabia si reírme de mi desgracia o darle la suficiente importancia para llorar pero de solo pensar en regar una lágrima por un chico el cual apenas conocía se me hacía absurdo. Mi orgullo es demasiado grande como para llorar por eso. Las veces que he llorado en mi vida ha sido por coraje e impotencia, nadie ha logrado romper mi corazón a tal punto que no pueda ser la misma o me logre desestabilizar.


 

Me asustó cuando una moto se para frente a mí, busco entre mis cosas por algo que sea útil para defenderme para mi mala suerte no encuentro nada, me levanto cuando el tipo se baja del vehículo me va a secuestrar me cruza por la cabeza haciendo mi cuerpo temblar cuando se saca el casco no lo pienso ni un segundo alzando mi puño dando directo en su garganta, no me siento segura al verlo caer de rodillas frente a mi buscando aire y trato de huir hasta ver esos rubios destellos brillando bajo la luz tenue de las farolas del barrio.

 

Me quedo petrificada en mi lugar observando su cuerpo boca arriba buscando aire como pez fuera del agua pienso en reírme o enojarme quizá ambas, mi cara permanece seria en los minutos que logra estabilizarse. Se pone de rodillas dejando su bonito rostro a la luz, tiene las manos en guantes negros, una gabardina azul oscuro, el jean oscuro está con ciertos montes pegados, un suéter amarillo pastel que me hace sonreír. Por fin sacando una reacción.

 

Me sonríe —¿Por qué me has atacado?

 

Balbuceo palabras sin sentido antes de tomar una bocanada de aire alejando un poco el miedo —Un motociclista se para frente a mi a la mitad de la noche ¿cómo esperabas que reaccionará?

 

—Quizá un beso hubiese bastado —apartó la mirada, entre nerviosa y tímida —, pero tienes una gran fuerza.


 

Sonrío orgullosa —Gracias. 

 

—Jamás le había hecho un cumplido a una chica por golpearme  —se levanta del piso sacudiendo su ropa —, considerate afortunada.


 

—¿Por golpearte?


 

Muerde su labio inferior pensativo —Si, también podría ser por eso.


 

—Que alentador —comento con sarcasmo.

 

Se acerca a la moto agarrando un casco que segundos después extiende en mi dirección —Si aún quieres salir conmigo, esto es para ti.

 

—¿Por qué has tardado tanto? —suelto sin rodeos.


 

Ladea la cabeza rascando la parte trasera de su cabeza —Tengo una familia Lynna, necesitaba llamar a mis padres y decirles que llegaría tarde. Ha sido difícil convencerlos pero aquí estoy listo para una cita si me lo permites.


 

Lo miro con desconfianza —¿Cuántos años tienes?


 

—Veintitrés —la respuesta me permite suspirar —, pero mis padres dependen de mi trabajo y si no aviso hasta que hora estaré afuera ellos se preocuparán. 


 

Asiento tomando el casco —Eso es muy tierno —arrugó la nariz viendo como se acerca —, ¿me ayudarás a poner el casco? Eso es muy cursi.


 

—Yo lo considero de alguien caballeroso.


 

No le contestó. No se como son los hombres en citas, que se puede considerar como caballerosidad o no, a muchas mujeres nos gustan las cosas distintas y no todas consideramos las mismas actitudes iguales o las clasificamos en las mismas categorías, sin embargo quien era yo para en globalizar a cada mujer del mundo a ella y sus gustos.


 

—Tus pecas son bonitas —dice mirando fijo a ellos, las manos siguen sosteniendo la cuerda del casco —, es primera vez que una chica con pecas se fija en mí. Ahora soy yo quien se siente afortunado.


 

No quiero sonrojarme, no quiero que algo tan simple logre mover algún latido de mi corazón, no quiero que aquello le haga un camino a mi corazón. Doy un paso atrás sonriendo con incomodidad.


 

—Deberíamos irnos ya.


 

Parece entender mi repentino cambio pero no dice nada solo guarda las manos en los bolsillos de su jean —No sé si quieras venir conmigo a las afueras de la ciudad.


 

—Mientras no me secuestres —el bobo comentario lo hace sonreír y algo en mi pecho se remueve orgulloso al ver lo que he provocado.



 

—Podría volverme loco si te secuestró —frunce el entrecejo —, pareces tener esa clase de personalidad que le vuela la cabeza a cualquier cuerdo.


 

Llevo un mano a su pecho y lo empujo —¡No es cierto! —exclamó avergonzada.


 

Suelta una pequeña risa —Yo creo que sí. 


 

Cruzo los brazos con el ceño fruncido —Y yo dije que no.


 

—Y yo que si.


 

—A mi no me importa lo que tu digas.



 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.