Un Amor Imposible En Navidad

6. Conexión especial

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Mónica

—¿Qué haces? —cuestiono cuando siento las manos del actor que me acompaña, más intensas sobre las mías. Palpa como si estuviera buscando algo.

— Analizando el nudo de las cuerdas. Está complicado, así que vamos a tener que trabajar juntos para salir de esto. —responde seguro,  y…

Comienza la comedia improbable mientras intentamos desatar los nudos que nos mantienen prisioneros. Las cuerdas se enredan más con cada intento, y el resultado es una mezcla de risas y frustración.

— Esto parece sacado de una película sin sentido. Te juro que jamás pensé que mi primera Nochebuena contigo la viviría de esta manera. —comento sonriendo, al recordar mis últimas Navidades, donde él solo era una especie de estrella inalcanzable.

— ¿Y si te dijera que he actuado en películas menos creíbles que esta? De hecho, de todo lo que está sucediendo, lo que aún me cuesta creer es que tú estés aquí conmigo.

—¿Por qué? —pregunto curiosa, por el tono de su voz un poco melancólico y muy incrédulo.

—Porque, no recordaba lo que era estar en una Navidad con alguien, si soy sincero, prefiero trabajar el doble en esta época del año solo por no recordar que hace mucho no tengo un hogar. Desde que mi madre murió la Navidad se volvió solo un mito en mi vida.  —comenta con tristeza.

—Lo siento tanto. No te imaginas lo mucho que amaría poder abrazarte ahora, si te contara todos los sueños y fantasías que tengo contigo, te darías cuenta, estoy muy lejos de ser solo una fan enamorada.  —Voy soltando la lengua sin frenos, al tiempo que nuestras manos hacen maniobras simultáneas para desatar las cuerdas

—¿Fantasías? ¿Qué clase de fantasías? Eso se escucha interesante —pregunta con picardía.

Logra que mi rostro este a nada de explotar, cuando mi mente pervertida me recuerda todo lo que he hecho a puerta cerrada en mi alcoba imaginando que estoy con él.

De un momento a otro, en medio de nuestros esfuerzos para liberarnos, un intento torpe nos lleva al suelo. Las risas llenan la cabaña cuando caemos de lado, atados a las sillas, en una combinación de caos y comedia.

Nuestra complicidad crece a medida que compartimos risas y comentarios sarcásticos. A pesar de la extraña situación, hay una conexión palpable entre nosotros. Y esta vez no es producto de mi imaginación, por mis deseos, de mi loco corazón enamorado.

— ¿Cómo puedes mantener la calma en un momento como este? —pregunto con confianza disfrutando poder nuevamente ver sus ojos.

—Supongo que es parte del trabajo. Pero, sinceramente, tu presencia hace que todo esto sea más llevadero.

El brillo cómico se mezcla con una chispa de atracción.

—Sería un placer estar el resto de mi vida mirando esos ojazos que te adornan el rostro, pero, no podemos quedarnos quietos.

Su comentario me acelera el corazón.

La comedia continúa mientras intentamos por separado desatar nuestros nudos, pero lo que no sabemos es que, en medio de la risa y la camaradería, algo más profundo está comenzando a florecer entre nosotros.

— Esto es ridículo. ¿Cómo hemos terminado así? Si mi abuela se entera de que hui de su dulce Navidad por irte a buscar y que ahora estoy en estas, me atará por siempre a una silla en su casa para que no me vuelva a escapar. —comento imaginando a mi familia frente al árbol de Navidad, abriendo los obsequios.

—¿Te arrepientes de haberme ido a buscar al set? —pregunta y es él quien se esfuerza por rodar su silla y acercarse un poco más a mí. 

Replico lo que hace y los dos rodamos por el suelo con sillas y todo hasta quedar lo más pegadito que podemos. Aunque nuestros cuerpos están atados, la conexión entre nosotros parece libre y llena de energía.

— A decir verdad, nunca imaginé que compartiría un momento tan extraño contigo, aun así, no me arrepiento en lo más mínimo. —respondo segura. 

— En el cine, nada es tan extraño como parece. Pero tú, sí que lo eres.  —habla sin dejar de enfocar sus ojos en los míos. 

Seguimos en una especie de conversación algo íntima, susurrando como si evitáramos ser escuchados. Reímos de anécdotas locas que vamos compartiendo y a cada nada me insiste en que le cuente sobre las fantasías que tengo son él. No sé cuánto tiempo pasa hasta que por fin reacciona y en medio del desorden, logra ponerse de pie apoyándose con destreza en una pared. Desde el suelo, lo observo con curiosidad y algo más.

— No puedo creer que esté tendida en el suelo, viendo mi actor favorito.

— ¿Tu actor favorito? Eso suena algo común, yo… pensé haberte escuchado decir que me amabas.

— No me malinterpretes. Quiero decir que eres mi favorito porque... bueno, porque eres tú. Nadie más que tú.



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En el texto hay: humor, romance, aventura

Editado: 01.01.2024

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