La vida de padres
La vida de padres era un desafío constante, pero también era la experiencia más gratificante que habíamos tenido. Alex y yo nos turnábamos para cuidar a nuestro bebé, cambiar pañales, alimentar y bañar. Éramos un equipo, y juntos, éramos invencibles.
Nuestro bebé, que habíamos nombrado Emma, era un ángel. Era dulce, curiosa y siempre sonreía. Alex y yo nos desvivíamos por ella, y nuestra relación se había vuelto aún más fuerte.
Un día, mientras estábamos sentados en el sofá, Alex me miró con una sonrisa.
-¿Sabes qué? -dijo, su voz llena de emoción.
-¿Qué? -pregunté, sintiendo mi corazón latir con anticipación.
-Creo que somos los padres más afortunados del mundo -dijo, mirando a Emma, que estaba durmiendo en mis brazos.
Me sentí conmovida por sus palabras y mi corazón se llenó de amor.
-Sí, somos muy afortunados -dije, sonriendo.