La vida sigue
A medida que pasaban los años, nuestra familia crecía y cambiaba. Emma se convirtió en una niña inteligente y curiosa, y nosotros nos esforzábamos por apoyarla en todo lo que hacía.
Alex y yo seguíamos siendo el uno para el otro, y nuestra relación se había vuelto aún más fuerte con el tiempo. Éramos un equipo, unidos en el amor y en la vida.
Un día, mientras estábamos sentados en el porche, viendo a Emma jugar en el jardín, Alex me tomó de la mano y me miró a los ojos.
-Gracias por todo -dijo, su voz llena de emoción-. Gracias por ser mi esposa, mi mejor amiga y mi alma gemela.
Me sentí conmovida por sus palabras y mi corazón se llenó de amor.
-Gracias a ti -dije, sonriendo-. Te amo.
-Te amo también -respondió Alex, besándome.
Y en ese momento, supe que nuestra historia de amor era para siempre.