La vida de abuelos
La vida de abuelos era un regalo para nosotros. Emma y su esposo, Juan, tenían dos hijos hermosos, y nosotros nos sentíamos orgullosos de ser sus abuelos.
Alex y yo nos turnábamos para cuidar a los niños, jugar con ellos y contarles historias de cuando éramos jóvenes. Los niños nos hacían reír y nos mantenían jóvenes.
Un día, mientras estábamos en el parque con los niños, Alex se detuvo y me miró con una sonrisa.
-¿Sabes qué? -dijo-. Me siento muy afortunado de tener una vida tan plena y feliz.
Sonreí y le dije:
-Yo también me siento afortunada. Tenemos una familia maravillosa y un amor que sigue creciendo con el tiempo.
Alex me tomó de la mano y me besó suavemente.
-Te amo -dijo.
-Te amo también -respondí.