La despedida
Con el paso del tiempo, Alex comenzó a sentirse cada vez más débil. Me di cuenta de que su tiempo se estaba acabando y mi corazón se llenó de tristeza.
Un día, mientras estábamos sentados en el porche, Alex me miró a los ojos y me dijo:
-Sofía, quiero que sepas que te amaré por siempre -dijo-. No importa lo que pase, siempre estaré contigo en espíritu.
Me sentí conmovida por sus palabras y mi corazón se llenó de amor.
-Te amo, Alex -dije-. Siempre te amaré.
Alex sonrió y me besó suavemente.